Los fondos inmobiliarios, que antaño representaron el esplendor de la época dorada del ladrillo en España, están a punto de desaparecer del todo para el partícipe minorista. Ha sido una muerte lenta, pero pocos alicientes de rentabilidad podían ofrecer ahora estos fondos, con el mercado inmobiliario cada vez más en manos de inversores profesionales y con las socimi convirtiéndose en el nuevo vehículo de inversión favorito para las grandes fortunas.
Ahora le ha tocado el turno al fondo inmobiliario del Banco Sabadell, que ha comunicado al regulador su decisión de escindir parcialmente parte de su patrimonio, de 930 millones de euros, lo que en la práctica equivale a que el banco catalán se quedará como único inversor. El resto de partícipes podrán optar por ejercer su derecho de reembolso o traspaso sin ningún tipo de comisión entre el 19 de marzo y el 30 de abril, fecha elegida para calcular el valor liquidativo, de 114,17 euros a finales de febrero con datos de Inverco. A los partícipes que decidan no ejercer ese derecho se les traspasará en bloque a un fondo de renta fija euro, Sabadell Bonos Corto Plazo.
De esta manera, sólo quedarán activos para los inversores minoristas los fondos inmobiliarios de Ahorro Corporación y de Bankia, aunque esta última entidad probablemente siga el mismo camino, ya que abrió una ventana de liquidez en febrero. El Santander ya lo hizo a finales del año pasado en Banif Inmobiliario, que llegó a ser el fondo inmobiliario más grande por patrimonio bajo gestión, con una segregación parcial de sus activos a un fondo monetario.
Las escisiones no implican la disolución de estos fondos, como sí ocurrió en el caso de los productos inmobiliarios de Caixa Catalunya y de Inverseguros, que era el más antigüo. Pero ofrecen una alternativa a los partícipes que ven cómo pierden rentabilidad poco a poco debido a la bajada de valor de los activos en cartera.
El problema de estos fondos es que deben realizar tasaciones para calcular el valor de mercado de dichos activos cada cierto tiempo y, como los precios están cada vez más bajos, es imposible ofrecer una rentabilidad adecuada, teniendo en cuenta además la falta de liquidez para asumir los reembolsos que se producen cuando se abren períodos de salida para los inversores.
De hecho, en estos fondos solían tener ya más peso las propias entidades que los partícipes particulares.
Esto no significa que el mercado inmobiliario no esté atrayendo a los inversores, porque precisamente los precios tan bajos están resultando atractivos para los inversores más profesionales. Las Sociedades Cotizadas de Inversión Inmobiliaria, conocidas por sus siglas socimi, se están convirtiendo en una forma de aprovechar las ventajas que ofrecen los Reits españoles para los altos patrimonios e incluso para el inversor minorista, que puede acceder a ellas porque cotizan en bolsa.