Los caminos de Iberdrola y ACS se vuelven a cruzar en el sector energético, más de una década después de que el grupo constructor tomara un 20% de la eléctrica e intentara un abordaje que fracasó por la resistencia del que ya por entonces era su presidente, Ignacio Galán. Tiempo después, el ejecutivo salmantino ha dado la bienvenida al competitivo mercado de la comercialización a su otrora enemigo íntimo, al que ha advertido, no obstante, del notable esfuerzo inversor que exige.
El anuncio realizado este miércoles por ACS de su entrada en el negocio de la venta de electricidad no ha pasado desapercibido en la conferencia que Iberdrola ha mantenido con los analistas para presentar sus resultados del primer trimestre. Sin mencionar explícitamente ninguna compañía, Galdán fue preguntado por la llegada de nuevos actores al mercado, entre ellos "grupos constructores y petroleros", en clara referencia a ACS, en el primero de los casos, y Repsol y Cepsa, en el segundo, aunque estos últimos hace ya varios meses que están operando en el mercado.
"Bienvenidos a la competencia", ha sido el primer mensaje de Galán dirigido implícitamente al presidente de ACS, Florentino Pérez, con quien sostuvo una ardua pelea a finales de la pasa década cuando el grupo constructor trató de tomar el control del consejo de administración de la eléctrica.
Tras la calurosa apertura de puertas del mercado eléctrico, el presidente de Iberdrola, principal adalid de aquella resistencia que terminó por hacer desistir de su intento a Pérez, ha advertido a la nueva competencia de los grandes esfuerzos económicos que requiere la aventura. Galán valoró la llegada de nuevos actores porque "hacen falta muchas inversiones".
Sin miedo
El ejecutivo recordó que las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía apuntan a cifras en torno a 23 billones de euros para los próximos años y que, sólo en España, los planes del Gobierno contemplan un montante superior a los 230.000 millones de euros hasta 2030 en el marco de la estrategia de transición energética.
Galán dejó claro que a Ibedrola "no le da ningún miedo la llegada de más competencia, está perfectamente preparada para afrontarla" e incluso señaló que este escenario contribuirá a mejorar la eficiencia del sector.
A mediados de la pasada década, ACS aterrizó en el capital de Iberdrola tras un paso previo por la antigua Unión Fenosa (de la que llegó a ostentar un 45%). Tras tomar un 20% (en parte a través de instrumentos derivados) del capital de la eléctrica con sede en Bilbao, el grupo que preside Florentino Pérez solicitó entrar en el consejo de administración, cuestión que le fue negada repetidamente en unas tensas juntas de accionistas en las que se llegaron a escuchar proclamas del tipo: "¡Florentino, vete a Madrid!".
La intención última de Pérez era convertir a Iberdrola en la pata energética de ACS, como antes había hecho con Unión Fenosa. Sin embargo, la feroz resistencia de Galán echó por tierra unos planes y tras una dura pugna en los tribunales, el grupo constructor tuvo que desistir.
Un final amargo
El intento de abordaje a Iberdrola tuvo un final amargo para el grupo constructor. El desplome de su cotización provocado por los efectos de la crisis les obligó a vender precipitadamente su participación en la eléctrica ante la presión de los bancos acreedores de una, por entonces, muy endeudada y apalancada ACS.
La operación, realizada a precios muy inferiores a los de compra, provocó un agujero de más de 2.000 millones de euros en las cuentas de ACS y un enfrentamiento con Pérez de sus socios en el grupo (los financieros Alberto Alcocer y Alberto Cortina y la sociedad inversora controlada por la familia March, que terminó incluso por salir del grupo tras más de 20 años en su capital).