Es uno de los sectores, el del automóvil, que más empleo genera en la Unión Europea, en torno a 1,8 millones puestos de trabajo con un crecimiento en los últimos años que se ha frenado por completo fruto de la pandemia derivada del coronavirus y que podría el próximo año retroceder de manera alarmante si se cumplen las previsiones de la Asociación Europea de Proveedores Automovilísticos (CLEPA). La patronal del sector de componentes calcula que la industria europea de la automoción puede perder 100.000 puestos de trabajo en 2021, de los que unos 49.500 corresponderían al subsector de los componentes.
"Esto ilustra cómo la crisis de la covid-19 ha acelerado el cambio en el sector de la automoción, lo que aumenta la presión sobre los responsables políticos para encontrar el enfoque correcto para gestionar la transformación verde y digital", indicó la secretaria general de CLEPA, Sigrid de Vries, en la web de la organización.
Pero además de la más que probable supresión de empleos, preocupa también que la industria también tendrá que reducir la inversión en I+D, lo que afectará aún más a la capacidad de dar forma al cambio y lograr los objetivos climáticos y digitales. Las estimaciones de la asociación provienen de los anuncios hechos por las compañías del sector en los últimos meses, por lo que es probable que las cifras reales sean más altas, especialmente dado que en el sector de suministro muchos anuncios más pequeños no llegan a la cobertura de la prensa nacional.
Vries cree además que muchos en el sector todavía se están beneficiando de los diversos programas gubernamentales para el desempleo temporal o técnico, lo que sería un indicador de niveles de desempleo oculto que bien pueden hacerse visibles en las cifras oficiales tarde o temprano. Alrededor del 30% del valor de un automóvil corresponde a la motorización, por lo que gran parte del empleo, los ingresos y la capacidad de innovación en Europa dependen de la fabricación de motores, y el cambio a la movilidad eléctrica hará perder mucho puestos de trabajo relacionados con ello dado que los motores eléctricos resultan mucho más simples de producir.
"Por eso, gestionar la transición de forma responsable es tan crucial", advirtió De Vries, quien señaló que el mercado de vehículos eléctricos e híbridos "está creciendo rápidamente, pero sigue siendo bajo como proporción a la fabricación total". CLEPA calcula que desde marzo se crearon 2.500 puestos de trabajo en este segmento, en la buena senda pero no a la velocidad adecuada, añadió.
No sólo eléctricos
La secretaria general de esa asociación consideró que los esfuerzos por acelerar la reducción de emisiones de CO2 en la UE, que afectan a la automoción, deben llevar aparejadas soluciones para asegurar la innovación, la fabricación y el empleo en Europa. El desafío al que nos enfrentamos, como industria y sociedad del automóvil, es gestionar la transición hacia una movilidad segura, inteligente y sostenible de una manera ambiciosa, realista e inclusiva, resumió. En ese sentido, consideró que el enfoque legislativo actual, que establece objetivos en una única dirección, la electrificación, no es el más adecuado.
La escala de la transformación del sector requiere un enfoque de políticas integrado y de tecnologías abierta, lo que incluye además de vehículos eléctricos de batería, varios grados de hibridación, desde leve hasta enchufable y celdas de combustible, y el combustible, el hidrógeno y las energías renovables con bajo y cero carbono correspondiente. No todo el futuro del automóvil debe ser 100% eléctricos con batería.
"Estamos, para decirlo sin rodeos, preocupados de que la transformación se convierta en una disrupción", agregó De Vries, quien teme que la capacidad del sector para innovar, invertir y mantener el empleo se vea mermada si no se cambia el enfoque normativo por uno tecnológicamente neutral.