La inflación subyacente (que no tiene en cuenta la energía y los alimentos frescos) cerrará este año con una media del 2,3%, según los expertos de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), un nivel que no se alcanzaba desde 2008. El encarecimiento de la electricidad ha contagiado ya a la mayor parte de los productos de la cesta de la compra y en enero la tasa anual de la inflación subyacente repuntó ya hasta el 2,4%, la más alta desde octubre de 2012.
La evolución de este indicador sin productos energéticos ni alimentos no elaborados es el que más preocupa a los economistas y expertos, pues elimina los precios más volátiles y, por tanto, representa de manera más fiel la situación estructural de la economía del país. En este sentido, su escalada permanente como consecuencia de los efectos de segunda ronda (con subidas de salarios para evitar que los ciudadanos pierdan poder adquisitivo) puede reflejar una consolidación de los precios en el medio plazo.
España entró en los 2000 con una inflación subyacente muy elevada y se aproximó al 4% en aquellos primeros años de la década por el encarecimiento de las materias primas energéticas y la depreciación del euro frente al dólar. Sin embargo, con la crisis financiera, la variación en los precios de consumo comenzó a moderarse, con tasas anuales medias por debajo del 1% desde 2014.
"Hasta la crisis financiera de 2008 las tasas de inflación eran más elevadas. A partir de ese momento hay un cambio de rumbo en todo el mundo, con inflaciones muy reducidas en toda la etapa posterior", recuerda Mª Jesús Fernández, economista senior de Funcas. En este nuevo contexto de alza de precios finales más allá de los combustibles y la energía, la experta espera que la media anual de la inflación subyacente sea en 2022 "la más alta desde 2008".
La previsión de Funcas es que la inflación subyacente se mantenga "elevada", al menos, hasta el verano fundamentalmente por el efecto 'base' (puesto que en la primera mitad de 2021 se mantuvo baja y a partir del verano comenzó a aumentar por el traslado de los incrementos en las materias primas y la energía a los precios de consumo, sobre todo a los alimentos). De esta forma, se espera que a partir de agosto la tasa empiece a descender, siempre y cuando no se entre en una espiral de salarios-precios.
En concreto, la inflación subyacente se situará entre el 2,5% y el 2,6% hasta agosto, cuando tocará techo (2,7%, según la previsión de Funcas). No obstante, no se espera que baje del 2% hasta octubre, para acabar el año con una tasa del 1,4% en diciembre.
En cualquier caso, Fernández apunta que estas previsiones están basadas en un escenario en el que los precios de las materias primas y productos energéticos se moderan a mediados de año, de tal forma que las pérdidas de márgenes empresariales se recuperan y no se siguen trasladando los costes a los precios finales. "Si esto no fuera así, el resultado cambiaría", advierte.
La inflación se contagia
En enero, último mes sobre el que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado datos detallados, el 60% de los productos de la cesta de la compra aumentaron sus precios respecto a diciembre. Y más allá de la factura de la luz, las gasolineras y los supermercados, más de una decena de bienes y servicios claves para los hogares fueron al menos un 2% más caros que apenas un mes antes.
Destacan los crecimientos en los seguros privados relacionados con la salud (un 4% más); en la prensa diaria (3,2%); en la categoría ‘otros muebles y accesorios’ (3,1%); en las lavadoras, secadoras y lavaplatos (2,9%); en los automóviles nuevos (2,5%), en los frigoríficos y congeladores (2,4%), en cocinas (2,3%), y en ‘otros equipos para la recepción, registro y reproducción de sonido e imagen’.
De esta forma, el INE confirmaba el ‘contagio’ progresivo de la inflación, que amenaza con enquistarse en España y que, según los cálculos de Caixabank Research, superará en el promedio del año a Alemania, Italia o Francia, lo que podría restar competitividad a nuestro país. "La previsión general es que en 2023 se volverá a tasas como las de los últimos años, pero hay muchos condicionantes que pueden dificultar este retorno", sentencian desde Funcas.