La pandemia del coronavirus y el parón de la economía que ha producido ha truncado la llegada a España de inmigrantes en edad de trabajar, un flujo migratorio que había crecido de forma sostenida en la última década y que ahora se ha desplomado.
Según la Estadística de Migraciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), la llegada de extranjeros de entre 16 y 65 años empezó a crecer a mediados del año 2013 y alcanzó su récord en la segunda mitad del año 2019, cuando España recibió 318.139 inmigrantes en edad de trabajar. En el cómputo de ese año, llegaron al país casi 598.056 extranjeros de esa edad.
Sin embargo, la irrupción del covid-19 interrumpió esta tendencia y en el año 2020 se ha producido una caída en el número de llegadas sólo comparable con la que se produjo en la crisis financiera de 2008-2009. En 2020, España ha recibido 371.343 inmigrantes en edad de trabajar, siendo inferior el número de llegadas de la segunda mitad del año que en la primera.
La caída ha sido similar en el grupo de los menores de 16 de años y en el de los mayores de 65, aunque las llegadas de estos últimos empezó a recuperarse ya a partir de junio del año pasado.
Esta reducción en el número de inmigrantes en edad de trabajar que llegan a España supone un reto para las finanzas públicas y, en especial, para las arcas de la Seguridad Social, que fían la sostenibilidad del sistema de pensiones en los próximos años a la recepción de inmigrantes trabajadores dados los bajos niveles de natalidad y fecundidad de la población Española.
El futuro de las pensiones en España dependerá de los inmigrantes que España reciba o deje de recibir en las próximas décadas
"España va a tener que absorber muchos inmigrantes para mantener el Estado del bienestar", comentaba recientemente el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. De hecho, el Gobierno en su proyección para la España de 2050 asume que el país tendrá que integrar al menos a 5,7 millones de inmigrantes de aquí a entonces para poder mantener el sistema.
España necesita inmigrantes, pero en edad de trabajar y cualificados
La cuestión está en que, más allá de recibir población inmigrante en edad de trabajar, España desea recibir extranjeros en edad de trabajar con un nivel de cualificación elevado que les permita ocupar puestos de trabajo de alto valor añadido, cobrar sueldos altos y contribuir con sus cotizaciones a las arcas de la Seguridad Social.
"Los países que consiguen seleccionar inmigrantes con un mayor nivel de cualificación a través de políticas selectivas, como los sistemas de puntos de Canadá o Australia, consiguen de forma obvia que sus inmigrantes obtengan mejores resultados económicos. Esto tiene un impacto positivo sobre las finanzas públicas ya que mejora la contribución de los inmigrantes a las arcas de los estados que los acogen", explica Jesús Fernández-Huertas en el informe 'El futuro de las pensiones', de Fedea.
La política española hasta ahora no ha sido selectiva debido al alto peso que ha tenido la llegada por canales irregulares. "En términos comparados, los inmigrantes recibidos por España tienen menores niveles de educación que los recibidos por otros países europeos o Estados Unidos", apuntan.
Aún así, según cálculos de Joan Monràs, investigador y profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ha existido un efecto muy positivo de la regularización de inmigrantes sobre el presupuesto público, ya que han incrementado la recaudación de la Seguridad Social en una media de más de 4.000 euros por inmigrante regularizado.
Los expertos ven "arriesgado" fiar las pensiones a la llegada de inmigrantes
Pese a que las últimas proyecciones del INE son muy optimistas y pronostican que España contará con 12,8 millones de inmigrantes en el año 2050, los expertos de Fedea consideran "arriesgado" fiar la sostenibilidad del sistema de pensiones a un "influjo sostenido de inmigrantes" mucho mayor del que se ha venido produciendo hasta ahora, y que además podría cambiar por el impacto de la covid-19.
En este sentido, advierten de que "el futuro siempre fue difícil de predecir, pero, como en múltiples ámbitos, la crisis del coronavirus ha añadido complicaciones formidables a este ejercicio en el ámbito de la inmigración".
La crisis del covid-19 ha reducido considerablemente la llegada de inmigrantes y los expertos encuentran dificultades para prever si este flujo se recuperará a corto plazo, tal y como necesitaría la economía española para mantener las pensiones.