Irlanda ha logrado salir de la crisis financiera de 2008 mediante una fórmula relativamente sencilla: se ha convertido en el refugio fiscal de las grandes empresas farmacéuticas internacionales, que no dejan de acudir a la pequeña isla atlántica para asentar parte de su negocio.
A pesar de que el país tiene menos habitantes que la Comunidad de Madrid, aloja a más de 120 multinacionales del sector ‘farma’ internacional, debido, entre otras cosas, a sus ventajas fiscales.
Las diez farmacéuticas más grandes del mundo - Johnson & Johnson, Novartis, Pfizer, Roche, Sanofi…- tienen operaciones en suelo irlandés, mientras que más de un centenar de empresas del sector cuentan con instalaciones en el país. Gracias a ello, la conocida como “isla esmeralda” se ha convertido en el segundo mayor exportador de productos farmacéuticos de la Unión Europea y el octavo productor a nivel global.
La lista de ‘farmas’ presentes en el país parece interminable y no exime a las compañías españolas. Grifols, la mayor compañía fabricante de hemoderivados del mundo con base en Barcelona, trasladó en 2015 su tesorería a Irlanda, siguiendo los pasos de decenas de sus competidores.
Ventajas fiscales
El hecho de que las farmacéuticas internacionales acudan en masa a Irlanda no es casual, al igual que ocurre con muchas otras empresas tecnológicas. En 2003, Irlanda introdujo un tipo impositivo único del 12,5% en el impuesto de sociedades, mientras que en España -que continúa siendo de los países donde esta tasa es de las más bajas- está situado en un 25%. En Estados Unidos, el líder internacional de la industria farmacéutica, por el contrario, se encuentra en el 35%.
Este incentivo, sumado a la flexibilidad fiscal que la legislación irlandesa ofrece así como la enorme inversión que atrae el sector farmacéutico en el país son algunos de los motivos que explican que Irlanda se haya convertido en el refugio de los grandes laboratorios, cuyos costes de producción son de los mayores dentro de la industria.
Por otro lado, el país cuenta con una de las presiones fiscales más bajas de la OCDE -28,2 %- y alberga el ecosistema laboral más flexible del mundo con los costes laborales más sostenibles de Europa: 29,5 euros por hora. Todo ello provoca que la renta anual media per cápita de los irlandeses ronde los 49.000 euros, cuando la española no llega a los 28.000 euros.
Potencia exportadora
Las autoridades irlandesas no sólo pretenden mantener las buenas condiciones fiscales, sino que se congratulan de toda la inversión que atrae la industria, así como el empleo que genera. Se estima que este tipo de compañías proporcionan más de 50.000 empleos cualificados, de acuerdo con el último informe de PwC.
Gracias a la presencia de estas empresas, Irlanda se ha convertido, por detrás de Alemania, en el principal exportador de la UE de productos farmacéuticos. De acuerdo con los últimos datos disponibles de Eurostat, durante 2018 Irlanda exportó bienes fuera de la Unión Europea por un valor de 24.000 millones de euros, equivalentes a un 35% de las exportaciones totales del país. Si se tienen en cuenta los países miembro, las exportaciones reportan al país más de 39.000 millones de euros anuales.
Se estima que durante la última década, este tipo de empresas se han dejado en Irlanda más de 10.000 millones de euros en financiación para I+D+i, lo que sitúa a Irlanda al frente de muchos otros miembros de la UE. Como consecuencia, la producción farmacéutica se ha situado como la principal actividad industrial del país, que aporta más del 20% del PIB.