Se intensifica la subasta de promesas de cara al 20D. El presidente del Gobierno anunció este jueves que suprimirá el IRPF para aquellos que sigan trabajando más allá de la edad de jubilación. En principio, se trata de una medida que descarga a la Seguridad Social del gasto de la prestación para que el coste lo sobrelleve Hacienda. Si tenemos en cuenta que la pensión inicial de jubilación está en el 80 por ciento del último salario, y que el tipo efectivo sobre el IRPF se sitúa en el 13 por ciento, entonces el ahorro medio para el conjunto de las arcas públicas parece evidente aunque haya que descontar otras rentas. O lo que es lo mismo, el trabajador podría ganar alrededor de un 10 por ciento más de salario de media, pero el sistema de pensiones se ahorraría sobre un 80 por ciento de la última retribución. De todo esto se puede por tanto concluir que esta medida marcha en la dirección correcta, dado el envejecimiento de la población en un contexto de apuros para las finanzas públicas.
Sin embargo, está por ver la efectividad de este incentivo. Por supuesto, la medida se tendrá que acotar para que no incluya a los salarios altos tal y como ha explicado Rajoy. Y muchos de los que se acojan serán profesionales que ya lo iban a hacer de todos modos y que se llevarán de regalo una rebaja de impuestos. El principal problema para que esta iniciativa sea verdaderamente efectiva reside en que la pensión de jubilación es muy alta respecto al último salario. De hecho, según Eurostat es la más alta de Europa, si bien la extensión del cómputo de cálculo y el factor de sostenibilidad irán con los años rebajando ese porcentaje del salario. En cualquier caso, al recibir una porción tan elevada del último sueldo, el incentivo a seguir trabajando no será tan contundente. Para colmo, en muchas ocasiones el problema más bien reside en que los mayores no logran alcanzar la edad de jubilación con un empleo, sobre todo en las áreas menos cualificadas. Aunque bienvenida, no parece que la medida sea la panacea.
Máxime cuando se comprueba el número de personas que siguen trabajando y lo que realmente ganan. De acuerdo con los datos de Hacienda, hay 134.000 personas que continúan con un empleo una vez cumplidos los 65 y que ingresan de media 16.857 euros. Además, ya gozan de reducciones y mínimos exentos muy fuertes. O sea, prácticamente no pagan impuestos. Así que aunque positiva, la medida no parece que acarree muchos costes para las arcas públicas.
Por otra parte, Rajoy también ha prometido que los jóvenes que consigan su primer empleo no pagarán IRPF en el primer año. Y eso sí que se antoja una propuesta de corte indiscutiblemente populista. A primera vista, parece un anuncio de bajo coste con el que poder responder al complemento salarial que defiende Ciudadanos. Sin embargo, los que están con contratos precarios ya no pagan Renta. Y obsequiar con un regalo fiscal al que ha tenido el premio de encontrar un empleo se antoja excesivo. ¿Qué problema se pretende resolver acaso con esta rebaja del IRPF? Mejor dedicar esos recursos a crear empleo rebajando cotizaciones. Desde luego, la propuesta guarda un cierto tufillo a ocurrencia zapateril con escaso impacto en el presupuesto.
Por el contrario, lo que sí podría tener un impacto sustancial sobre las cuentas son las rebajas del tipo máximo del IRPF del 45 al 43 por ciento y del tipo mínimo del 19 al 17 por ciento. Después de haber subido los impuestos en 17.708 millones en lo que va de legislatura según los datos de la Agencia Tributaria a fecha de octubre de 2015, el Ejecutivo del PP necesita vender que seguirán bajando la fiscalidad. En lo que lleva de año, el PP ha recortado los tributos en 5.551 millones. Sin embargo, previamente los había elevado en 23.259 millones. Y el año que viene lo tendrá difícil para poder bajar tributos con la UE exigiendo al mismo tiempo un ajuste por valor de 8.000 millones de euros. Aunque los ingresos tributarios y el crecimiento del PIB estén evolucionando mejor de lo previsto por Bruselas, no parece que eso sea suficiente para evitar un ajuste.