El pasado 24 de enero, nada más iniciarse la jornada en la Bolsa de París, el gigante Suez, dueño de Agbar, metió el miedo en el cuerpo a los inversores. La cotización del grupo francés se desplomaba a primeras horas de la mañana de ese día, perdiendo hasta un 18% de su valor, la mayor caída en una década.
El motivo del derrumbe en Bolsa de Suez -la compañía terminó la sesión perdiendo el 16,7% de su valor- fue que ese día anunció una menor previsión de beneficios en 2017, debido a la crisis institucional vivida en Cataluña.
El grupo informó que el Ebit, el beneficio antes de intereses e impuestos, se había visto afectado en el último trimestre del año por 45 millones de euros en gastos específicos, "causados por las circunstancias en España", y la rescisión de dos contratos de servicios, en Marruecos e India. El derrumbe de Suez en Bolsa fue tal que el consejero delegado de la compañía, Jean-Louis Chaussade, anunció un plan que incluía "recorte de costes en España".
La "estabilidad económica" a la que alude Agbar para explicar su vuelta a Barcelona no se ve por ningún sitio
Siete meses después de aquello, Agbar, que el 7 de octubre de 2017 anunció el traslado de su sede de Barcelona a Madrid, vuelve a la Ciudad Condal. La compañía informó en un comunicado el martes que ese traslado de su sede social "era de carácter temporal con el objetivo de preservar la seguridad jurídica de los inversionistas y la protección de los intereses de sus trabajadores/as, clientes y proveedores", y que ahora, "la estabilidad económica" propicia el regreso.
Pero la vuelta de Agbar a Barcelona es una decisión extraña se mire por donde se mire, que sólo una voluntad política, en su sentido más amplio, motivada por intereses económicos, puede explicar.
El regreso de Agbar a Barcelona es extraño porque sólo han pasado siete meses desde el derrumbe en Bolsa de su dueño, Suez, causado por la situación en Cataluña. Porque Suez invirtió cerca de 15 millones de euros en esa reestructuración que supuso el cambio de sede, como ha informado la multinacional francesa en sus informes financieros. Porque "la estabilidad económica" a la que alude Agbar en su comunicado, no se ve por ningún sitio, dado que el mismo día del anuncio de la empresa se conocieron los datos de paro en agosto, según los cuales Cataluña lideró la creación de desempleo en España. Porque la situación institucional que se vive ahora, aun siendo más distendida que a finales del pasado año, podría empeorar en el último trimestre, y tras la celebración de la Diada, el próximo martes día 11 de septiembre (la conocida batalla de los lazos amarillos recuerda que la tensión social persiste).
Ada Colau se presentó a las elecciones de 2015 con la propuesta de municipalizar la gestión del agua de Barcelona, lo que supondría expropiar Agbar
La decisión de Agbar parece ir en contra de la cautela que una multinacional como Suez debería tomar después del correctivo sufrido en Bolsa a principios de año. ¿Quién ha convencido a Jean-Louis Chaussade de la conveniencia de que la sede de la compañía regrese a Barcelona?
Agbar es una compañía francesa desde que en el año 2014 el gigante Suez se hiciera con prácticamente el 100% de la empresa. Criteria Caixa vendió entonces el 24,14% que mantenía en Agbar, y logró a cambio una participación en la multinacional francesa, del 5,9% en la actualidad, e Isidro Fainé obtuvo un puesto en el consejo de administración de Suez. Es de suponer que en una decisión como la del traslado de la sede de Agbar a Barcelona, la opinión al respecto de Fainé haya sido muy tenida en cuenta en el consejo del grupo francés.
Pero, ¿por qué iba Fainé a defender el regreso de Agbar a Barcelona? Si el presidente de Criteria Caixa apoya ese traslado, ¿no hará lo mismo por influir en la vuelta de La Caixa a la ciudad? ¿Qué ha llevado a Fainé a apoyar, presuntamente, esa decisión de Agbar?
Suez ha registado en el primer semestre una caída de sus ingresos en España del 3% que achaca a una nueva tarifa impuesta en Barcelona
La decisión de Agbar de regresar a Barcelona, posiblemente la haya defendido Fainé en el consejo de administración de Suez, pero si lo ha hecho habrá sido tras escuchar a uno de sus más estrechos colaboradores en La Caixa, Ángel Simón, presidente de Agbar y nombrado en 2013 director adjunto en Suez, a cargo del negocio de agua del grupo en Europa.
Y Simón le habrá susurrado a Fainé en más de una ocasión que, para Agbar, el problema no es el independentismo, que también, sino Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona se presentó a las municipales de 2015 con, entre otros mensajes, la propuesta de municipalizar la gestión del agua para crear un operador energético municipal, que permitiría "combatir la pobreza energética".
Colau no ha aprovechado, por ahora, su posición como alcaldesa de Barcelona tras ganar las elecciones de 2015 para llevar a cabo esa municipalización de la gestión del agua propuesta, operación que supondría expropiar Agbar. Pero ya ha mostrado síntomas de tener al menos la intención de limitar la operativa de la compañía controlada por Suez en Barcelona.
Para los intereses de Agbar, el mejor candidato a alcalde de Barcelona sería el exprimer ministro francés Manuel Valls
El grupo francés ha registrado en el primer semestre del año una caída de sus ingresos en España del 3,1%, pasando de 830 millones en los primeros seis meses de 2017, a 805 millones de euros. La compañía achaca la caída en la presentación de sus resultados semestrales, a la pérdida de un contrato en Valladolid, pero también a la "aplicación de una nueva tarifa en Barcelona que entró en vigor en mayo".
Con la vuelta de la sede social de Agbar a Barcelona, Ángel Simón se anticipa a la presentación de las candidaturas oficiales para las municipales del próximo año (previstas en junio en Cataluña). Hace un guiño a Colau (ya lo hizo el pasado mes de octubre, tres días después de anunciarse el traslado de la sede de Agbar a Madrid, cuando publicó una carta enternecedora dirigida a la alcaldesa de Barcelona en El Periódico), tratando así de mostrar que Agbar es, ante todo, una empresa catalana (da igual que, en realidad, sea francesa). Y evita que el anuncio del cambio de sede social de Agbar coincida con la presentación oficial del que, posiblemente, sería el mejor candidato a alcalde de Barcelona para las intenciones de Suez y Agbar: el exprimer ministro francés, Manuel Valls, a quien esperan en Ciudadanos.