A comienzos del presente año, el Ministerio del Interior licitó la construcción de un nuevo edificio para dependencias de la Policía en Jerez de la Frontera. Un contrato presupuestado en algo más de 10 millones de euros, que en tiempos no tan lejanos hubiera sido uno más pero que en 2016 puede ser la última oportunidad para muchas empresas del sector. Hasta el Ministerio llegaron nada menos que 97 ofertas, prácticamente la mitad de ellas con bajas superiores al 35%. “Imposible ganar dinero así pero había que echar el resto: quizá no haya una oportunidad como ésta en meses”, asegura el responsable de uno de los oferentes, una pequeña compañía del sector cuyo futuro es más que incierto.
Para hacerse una idea de cómo ha cambiado el cuento, basta acudir a los casi siempre fríos números. En los cinco primeros meses de este año, la Administración General ha licitado obra pública por valor de 1.844 millones de euros. Durante 2007, justo antes de la llegada de la crisis, se registraron cifras netamente superiores pero en tan sólo 30 días. En concreto, en junio de aquel ejercicio, los departamentos dependientes del Gobierno central licitaron obra pública por 2.140 millones de euros. Y en julio, por 2.726 millones.
Por entonces, contratos como el de la comisaría de Jerez pasaban completamente desapercibidos, al menos para las grandes empresas. En aquellos meses récord de 2007, hubiera supuesto un apenas un 0,4% del total. Pero en febrero de 2016, cuando se licitó, representó cerca de diez veces más, casi el 4%.
Desde finales de la pasada década, la tendencia claramente a la baja en la licitación pública ha empujado a los grandes grupos de construcción e infraestructuras al exterior
Desde finales de la pasada década, la tendencia claramente a la baja en la licitación pública ha empujado a los grandes grupos de construcción e infraestructuras al exterior. El resultado también está en los números: la mayoría de ellos tiene más de la mitad de su cartera en mercados internacionales. Desde 2012, las compañías españolas han conseguido más de 40.000 millones de euros anuales en contratos más allá de nuestras fronteras.
Las pequeñas no pueden salir
Pero las pequeñas, e incluso algunas medianas, no han podido parapetarse en esta opción para huir de la sequía nacional. “Salir al exterior es muy complicado, cuesta mucho dinero y, en muchos casos, es necesario acudir de la mano de socios locales, que preferirán siempre a las grandes. Y después, cada vez es más difícil ganar dinero con esos contratos”, señalan desde una consultora internacional radicada en España. Contratos rimbombantes como los del AVE La Meca-Medina y la ampliación del Canal de Panamá así lo atestiguan.
La única opción de sobrevivir es ponerse el cuchillo entre los dientes y luchar en el mercado nacional por cada céntimo. Y muchas veces con ofertas a pérdidas. “No se gana dinero pero, al menos, la cartera se incrementa y se alejan un poco los nubarrones del cierre”.
Sin embargo, la competencia es cada vez más dura. Porque la internacionalización de los grandes grupos no se traduce en su desaparición del mercado nacional. “En el exterior, los grandes incrementan su cartera pero no generan empleo en España. Y sus divisiones de construcción nacional también pasan muchos apuros”, apunta la citada fuente consultora. Compañías como FCC y Sacyr han puesto en marcha recientemente ajustes de plantilla en sus divisiones domésticas de construcción.
De hecho, entre los grupos que se presentaron para llevarse el contrato de la comisaría de Jerez no faltaron los grandes. Y con más de una oferta. ACS (que finalmente se llevaría el gato al agua con una propuesta de precio que incluía una baja del 47%), Ferrovial y Aldesa optaban al contrato por triplicado, a través de tres compañías de sus respectivos grupos. Comsa Ente, Assignia y Sando lo hacían con dos propuestas cada una. Es la guerra y todo vale.
El reflejo en el empleo
Reflejo de esta situación es lo que se está viviendo en los sectores auxiliares de la construcción y del cemento. En los últimos años se han repetido los llamamientos de SOS desde todos estos ámbitos. Hoy, el consumo de cemento en España se sitúa en línea con el que se daba a mediados de la década de los 60.
El contrato de la comisaría de Jerez no es una excepción. Licitar en España se está convirtiendo en un drama, para grandes, medianas y pequeñas. Y si este escenario prosigue, las consecuencias seguirán dejándose notar en materia de empleo. Hay un buen número de empresas en situación límite, que han aguantado hasta el momento pero a las que el tiempo se les acaba.