A través del presidente del BCE, Mario Draghi, los alemanes han hecho llegar al Ejecutivo de Mariano Rajoy, de manera oficiosa, las condiciones que conllevaría el rescate. Sin embargo, el Gobierno español considera estas exigencias “inaceptables”.
Fuentes cercanas a las negociaciones explican que los alemanes están dejando entrever unas condiciones extremadamente onerosas con el fin de desincentivar la petición de rescate.
En su reunión en Madrid, Merkel ya conminó a Rajoy a que retrasase todo lo posible la solicitud de auxilio. Y en el encuentro previo al Consejo Europeo celebrado en Bucarest el miércoles, la canciller se mostró esquiva con las condiciones y muy dura con el presidente español.
El Gobierno confiesa en privado que no se fía de los germanos. Es más, miembros del Ejecutivo creen que los tudescos están jugando a que la condicionalidad aparejada al rescate todavía no esté clara con la intención de demorar aún más el salvamento de España.
Los españoles también temen que en cuanto se solicite el auxilio los germanos puedan apretar mucho las tuercas. Por eso, todos los movimientos se han orientado hacia el objetivo de lograr que Merkel se comprometa a unas medidas concretas y abandone su calculada ambigüedad.
Y la baza que ha jugado el Gobierno español se llama François Hollande. El presidente francés quiere que el rescate de España sirva de cortafuegos, y no de bombero pirómano como en otros salvamentos. De ahí que haya respaldado sin dudarlo a Mariano Rajoy.
El líder galo le pidió el jueves a Merkel en su conversación a solas que estableciese unas condiciones para España, que éstas no fuesen mucho más allá de lo ya exigido por Bruselas y que luego no se cambiasen.
Sin embargo, la química entre ambos líderes no funciona. El galo demandó que se aprobasen cuanto antes iniciativas para calmar los mercados como la unión bancaria y mecanismos que aseguren la financiación de España.
Hollande empieza a exasperarse por la importancia que Merkel concede a la política interna alemana y por su falta de visión. Pero no se atreve a exhibir su enfado en público por temor a los mercados.
En cambio, la canciller sostiene que es necesario pensar a largo plazo y que las reformas y el control presupuestario resultan ineludibles.
Para colmo, a la salida del Consejo Europeo el viernes, Merkel manifestó su oposición a que el fondo de rescate europeo costee la recapitalización de los bancos o los activos tóxicos producidos en el pasado. Según su criterio, tan sólo se sufragarán aquellos generados en el futuro a partir de la instauración del supervisor bancario único. Esta decisión deben tomarla los ministros de Finanzas en su próxima reunión, pero la canciller ya ha expresado qué opina al respecto.
Y esta postura condenaría a España a endeudarse para sanear las entidades y mantendría, por tanto, la vinculación entre el riesgo soberano y el bancario.
Por si esto no fuera lo suficientemente negativo, encima Italia se desmarca del pelotón de los necesitados de ayuda y deja a España sola para pedir el rescate. Los transalpinos han aprovechado la tranquilidad de los mercados y las enormes reservas de ahorros nacionales para colocar 18.000 millones de euros de deuda entre sus ciudadanos, la mayor subasta en la historia de Europa, y dejar prácticamente cubiertas sus necesidades de financiación pública.
El Estado español también ha recabado ya casi todo lo que precisaba para el ejercicio. Sin embargo, hay una diferencia muy importante: el problema italiano reside sobre todo en la deuda pública y en lo que queda de año ésta ya se declara satisfecha; mientras que en el caso de España los males también se ceban con el endeudado sector privado, que lo tiene mucho peor que el público para refinanciarse.
Hasta que España no se acoja al rescate y ello rebaje considerablemente la prima de riesgo, la economía real no podrá financiarse y seguirá ahogándose. No obstante, los mercados ya aflojan la presión porque descuentan el rescate… ¿Y qué pasaría si se emplea la ayuda del BCE y ésta no logra reducir sensiblemente la prima de riesgo?