La deuda pública española gusta de cara a 2013. En las presentaciones de estrategias de inversión que se celebran estos días es una apuesta que se repite una y otra vez. La recomendación se basa en dos motivos fundamentales. La confianza en la capacidad de pago del Estado y el efecto positivo que supondrá para este activo la petición de asistencia financiera por parte del Gobierno a sus socios comunitarios. Un evento que se da por hecho en el mundo financiero y que desatará previsiblemente compras de deuda por parte del BCE.
En un entorno de tipos de interés mínimos (en la zona euro están en el 0,75%) encontrar una inversión segura con la que arañar rentabilidades interesantes se complica, lo que convierte la deuda gubernamental española en una opción que gana adeptos, especialmente dada la excesiva valoración que acumulan los bonos de países considerados refugio como Alemania o EE UU.
El bono a 10 años de EE UU ofrece una rentabilidad cercana al 1,69% y la deuda alemana al mismo plazo renta alrededor del 1,3%, intereses muy inferiores al 5,4% que ofrece el bono a 10 años. Una diferencia que explica la elevada prima de riesgo española (406 puntos básicos) pero que no está justificada por los fundamentos económicos de España, según explican los expertos. De hecho, muchos analistas no paran de avisar de lo mal que puede salir una compra de deuda alemana si se normaliza la situación en Europa y remite la aversión al riesgo. Un escenario que desataría ventas de esta deuda (caídas de precio y subidas de rentabilidades).
Las incertidumbres que pesan sobre España impiden una caída de la prima de riesgo pero cada vez son más los expertos que creen que tenderá a normalizarse en los próximos meses. “Vemos recorrido en la deuda española. La cotización seguirá reflejando las dudas sobre la solvencia y el crecimiento del país pero incorpora una prima de riesgo exagerada si tienes la opción de que el BCE compre deuda en el mercado. Deberíamos ir hacia una valoración que refleje una prima de riesgo en el entorno entre los 200 y los 250 puntos básicos”, comenta Marian Fernández, responsable de estrategia de Inversis, firma que apuesta por la deuda española de cara a 2013 y que cree que España debería pedir el rescate. “Lo debería hacer por visión política y estratégica. Tenemos tipos que ahogan otros esfuerzos de consolidación fiscal”.
Inversis considera que tanto la deuda a corto (2 años ) como a largo plazo (10 años) tiene recorrido pero ve más potencial en los plazos de menor duración por la baja volatilidad y el mayor efecto que tendrán en estos plazos las compras del BCE. La autoridad monetaria anunció que centrará sus compras en duraciones inferiores a tres años. Así, bajo el supuesto de asistencia financiera a España la firma baraja un nivel de rentabilidades entre el 2% y el 2,2% para el 2 años y entre el 4,75% y el 5,2% para el 10 años.
Los expertos de Banca March también apuestan por la deuda española de cara a 2013. El banco confía en la capacidad de pago del Estado. Descarta un escenario de quiebra y aconseja aprovechar los episodios de mayor volatilidad para comprar. “En nuestro escenario central en el que el Gobierno español no suspende pagos hay que aprovechar los momentos de tensión para comprar bonos españoles”, explica José Luis Jiménez, director de March gestión. “Lo lógico es que la prima de riesgo baje y genere plusvalías para los que inviertan en bonos. Vamos a tender a tipos de interés reales negativos para dejar atrás la crisis”, añade este experto. El banco cree que el diferencial de la deuda española caerá a un rango entre los 350 y los 300 puntos básicos. Un nivel que se reducirá todavía más si el Gobierno español pide el rescate.
Las recomendaciones de AndBank van en la misma línea. La firma recomienda invertir en renta fija de gobiernos de Asia y Latinoamérica (Chile y México) y en Europa apuesta con claridad por España e Italia. “El rescate se va a pedir. No creemos que las condiciones que se puedan pedir a España sean un impedimento. Esperamos que los diferenciales se reduzcan entre 100 y 150 puntos básicos. Un 10 años en el entorno del 5,4% con una reducción de 100 puntos básicos da una rentabilidad de dos dígitos si tenemos en cuenta el cupón. De cara a 2013 puede ser un activo estrella”, comenta Alex Fusté, economista jefe de Andbanc, firma que apuesta por una solución política satisfactoria para salir de la crisis en Europa.
Barclays también esperan que España solicite el rescate y desate las compras de deuda del BCE. “Si se pide esperamos que el bono a 10 años español se sitúe entre el 4% y el 4,5% y el italiano entre el 3,5% y el 4%, la deuda a dos y tres años para los dos países debería situarse entre el 1,5% y el 2%”, explica la firma británica, entidad que se muestra incluso más optimista con el efecto que puede desatar la intervención del BCE en la Bolsa española. “Creemos que la Bolsa española es una oportunidad. Pese a revalorizarse más del 30% desde sus mínimos de mediados de 2012, el Ibex sigue un 35% por debajo de su nivel de comienzos de 2010”, explica en su informe de estrategia 2013.
Los expertos de Barclays, con todo, reconocen que la volatilidad el próximo ejercicio puede ir en aumento por varios motivos. La debilidad de la economía española, las crecientes necesidades de financiación del estado y los riesgos políticos asociados a las elecciones en Italia se miran con precaución por el efecto desestabilizador que pueden generar en el mercado.
La deuda española o la italiana gustan pero muchas firmas reconocen que si regresan periodos de inestabilidad el mercado puede continuar decantándose por los activos refugio. “La idea de una burbuja en la renta fija está empezando a suscitar preocupación entre algunos inversores, a la vista de los flujos de capitales que han entrando en los mercados de bonos. En los mercados desarrollados, la deuda pública de calidad sí que parece estar sobrevalorada”, reconoce Andrew Wells, director mundial de inversiones de las áreas de renta fija de Fidelity. Este experto, no obstante, reconoce que esta situación podría prolongarse si aumenta la incertidumbre y dada la menor oferta de activos de calidad.