La antigua Gaesco Bolsa ha encontrado el respaldo del Tribunal Supremo para mantener vivo su litigio contra Banco Santander por su actuación con las acciones de Colonial que provocó, supuestamente, la desaparición de la firma de inversión. En una sentencia dictada el 20 de abril por el Alto Tribunal, obliga a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a reabrir el expediente informativo abierto en su momento y continuar con su tramitación, permitiendo a los denunciantes aportar sus pruebas y dar una resolución motivada.
Los hechos se remontan al año 2006, cuando España vivía todavía muy ajena al estallido de una de sus mayores burbujas inmobiliarias y las consecuencias económicas y sociales que más tarde provocaría. Y van unidos a uno de los personajes que quisieron convertirse en otro de los reyes del ‘ladrillo’: Luis Portillo. El empresario sevillano quiso participar del ‘boom’ del ladrillo y a través de su sociedad Inmocaral tomó el control de Colonial mediante una opa valorada en 3.700 millones de euros. Desde esta atalaya, quiso conquistar nuevos territorios y se fijó como nueva presa en Riofisa, que finalmente compró por 2.000 millones de euros. Para afrontar esta operación, se realizó una ampliación de capital en Colonial en la que Portillo invirtió 314 millones de euros.
El procedimiento habitual entre los reyes del ladrillo, que más tarde sería su ruina, era endeudarse para realizar este tipo de operaciones y en este caso no iba a ser distinto, en un momento en que las valoraciones de las compañías inmobiliarias habían crecido como la espuma. Precisamente para reducir su abultado volumen de endeudamiento, a Portillo se le ocurrió acudir a la ampliación mediante derivados sobre acciones de Colonial para recuperar una parte sustanciosa de lo invertido mediante préstamos gracias al efecto del apalancamiento y la esperada revalorización de los títulos de la inmobiliaria.
Era una operación muy arriesgada porque el volumen de deuda de la compañía llegaba a los 9.000 millones de euros y se necesitaba una sociedad de valores que quisiera intermediar en la operación. La elegida fue la catalana Gaesco, uno de los broker pioneros del mercado, que aceptó el envite. En principio todo resultaba correcto aunque era muy incierto, pero si las cosas salían bien, el 'pelotazo' era fantástico: para Portillo, para el broker y para la entidad, Santander, que tenía como garantía los derivados sobre las acciones de Colonial a través de Gaesco. Se daba la circunstancia de que el empresario sevillano era el principal accionista minoritario del Santander en aquel momento, justo detrás de Emilio Botín, con el 0,04% de los títulos del banco.
A finales de 2007 se cumplía el plazo de vencimiento de los derivados, lo que significaba que Portillo debía de liquidar las posiciones de estos equity swap. Pero el mercado inmobiliario empezaba a dar sus primeras señales de pinchazo. Gaesco, además, había tenido que afrontar un serio problema por culpa de un cliente, que había dejado un agujero de 40 millones de euros, que provocó la dimisión del presidente del holding Gaesco y de la sociedad de bolsa, aunque pudo ser cubierto.
A partir de ahí, según la antigua Gaesco Bolsa, Santander habría manipulado la cotización de Colonial, provocando una caída de la acción de hasta el 60 por ciento de su valor, mediante movimientos indiscriminados de sus acciones en el mercado antes de la liquidacion de los derivados porque le beneficiaba a la hora de cerrar estas posiciones, algo que habría hecho anticipadamente de forma arbitraria. Al no poder afrontar Portillo el vencimiento de los derivados, la entidad los reclamó a Gaesco, que se negó alegando que era un intermediario.
Gaesco tuvo que escindirse en Mobiliaria Monesa, que se quedo con Gaesco Bolsa, transformada en Delforca 2008 después, y otra firma que fue vendida a GVC con los activos buenos de la firma, como la gestora de fondos de inversión y de pensiones. Delforca se encuentra en la actualidad en concurso de acreedores.
Comenzaron entonces los largos litigios judiciales, sobre todo contra Santander por la supuesta mala práctica en la que habría incurrido, con apelación a la Corte Internacional de Arbitraje incluida, cuyo laudo fue más tarde desestimado por la Audiencia Provincial de Madrid e incluso el árbitro recusado por tener relaciones laborales con el despacho de abogados defensor de los intereses del Santander.
La antigua Gaesco Bolsa también apeló a la CNMV en el año 2009 para que investigara el asunto, algo que el regulador se vio obligado a realizar pero intentando no entrometerse demasiado, hasta el punto de que cerró el expediente informativo sin dar la posibilidad a los denunciantes de exponer sus pruebas y razonar sus motivos. Han tenido que pasar seis años y varios enredos judiciales para que el Tribunal Supremo conmine a la CNMV a reabrir el caso para que Delforca tenga la posibilidad de ejercitar sus derechos, sin entrar a valorar la validez de sus argumentos.