Tras casi un año de inactividad, la clase política ha decidido ir al trabajo en pleno puente de Reyes en busca de su particular incienso, oro y mirra mientras continúa la sangría en el mercado laboral. Los datos de diciembre, un mes tradicionalmente bueno por la campaña navideña, confirman la acentuación de la desaceleración económica y el empleo. Es decir, a pesar de que la contratación registra cifras históricas, la creación del empleo empeora, aumenta la precariedad y el descenso del paro se frena en seco. Se trata de los datos más débiles desde que la economía empezó a salir de la doble recesión. Probablemente, de todo esto no se hablará en el debate de investidura en el que se priorizará la política de los pactos y las cuotas de poder en lugar de los intereses de los ciudadanos.
Todas las cifras del mercado laboral empeoran pese a que el alza de la precariedad ha aliviado la estadística en este mes. El paro tuvo en diciembre su peor registro desde 2013, bajó para 34.579 personas (-1,08%) cuando sólo hace un año ese descenso era de 50.570 (-1,55%); de 61.500 (-1,77%) en 2017; y, por ejemplo, de 86.849 (-2,29%) en 2016. En términos desetacionalizados, dónde se ve la tendencia, el desempleo sólo bajó para 3.081 trabajadores cuando sólo hace un año ese descenso casi se triplicaba (8.746) mientras que en 2017 alcanzó una caída de 20.726 y en diciembre de 2016 llegó a 49.243. Por sectores, se observa que la reducción del paro se atenúa respecto al año pasado en la agricultura (4.000 menos) y en los servicios (2.000 menos), pero se acentúa peligrosamente en la industria (2.500 más) y se duplica en la construcción (9.000 más) mientras que sigue invariable entre el colectivo de sin empleo anterior. Otro dato curioso, como consecuencia del alza de la precariedad y el trabajo temporal navideño, es que el paro masculino crece en este mes (10.710) mientras que baja el femenino (45.289).
Las cifras anuales tampoco ofrecen tranquilidad. El paro sólo bajó en 38.692 personas (-1,21%) cuando en el año precedente el descenso era de 210.484 (-6,17%) mientras que en 2017 la caída era de 290.183 (-7,84%) y en 2016 se acercó a los 400.000 (9,54%). Lo que evidencia que el descenso del desempleo está agotado y que hasta que no se produzca un nuevo repunte de la economía, como consecuencia de reformas liberalizadoras de calado, no va a bajar de los tres millones. Ahora hay 3.163.605. Cuando empezó la crisis en 2007 había poco más de dos millones. Por tanto, queda aún por reducir esta estadística en casi 1,2 millones, cifra que se antoja imposible de conseguir ni siquiera a medio plazo mejorando la situación espectacularmente.
Todo esto significa que la situación sigue deteriorándose en el mercado laboral y que enero puede ser muy cruel, a pesar de la campaña de las rebajas, ya que, por ejemplo, el último día del mes (y de semana) cae en viernes.
El empleo, otra prueba
El agotamiento de la estadística laboral también se observa en el empleo. La Seguridad Social consiguió en diciembre 31.659 afiliados medios nuevos. Sin embargo, si se tiene en cuenta la afiliación en el último día de mes, se ha producido una reducción de 153.677. En todo caso, ese aumento de 31.600 afiliados medios es menos de la mitad del alza de hace un año (78.544). En términos desestacionalizados, el aumento es de 8.888 cuando en diciembre de 2018 era de 56.381. Ha sido el comercio (25.422 empleos más) y sobre todo el campo (37.891 más en el Régimen Especial Agrario) los que ha salvado esta estadística oficial mientras se recrudece la situación en la construcción (26.000 empleos menos), la hostelería (15.000 menos) y en la industria manufacturera (casi 11.500 menos). Pero, atención, el Régimen General (el que más importancia tiene ya que aporta más del 80% de cuotas y cotizantes) cayó en 2.837 afiliados en este mes. En cuanto a las cifras anuales, hay 384.373 cotizantes más en 2019 respecto a 2018 (2,02%), pero en diciembre de 2018 la Seguridad Social conseguió 563.965 (3,06%) y 611.146 (3,42%) en 2016. En estas últimas cifras sobresale un dato curioso: el 22% del empleo creado en 2019 (82.650) es público. Crece a un ritmo superior al 3%, un punto más que el empleo nacional en su conjunto y más del doble que el privado.
En todo caso, la Seguridad Social acabó diciembre de 2019 con 19.408.538 afiliados medios, es decir, con 125.000 menos respecto al récord histórico registrado en julio (más de 19,5 millones). Hay 2,31 cotizantes (incluyendo a los parados que perciben la prestación) por pensionista frente a los 2,16 que había hace un año. Es el ratio más alto desde 2013.
Toda esta estadística es el reflejo de unas contrataciones que también viven su particular calvario. En diciembre se hicieron 1.740.332 contratos, 30.701 más que en el mismo mes de hace un año, pero se formularon 23.837 menos que en el mes precedente. Es decir, suben aún por la precarización, la rotación y el reparto del empleo, pero su ritmo es cada vez más bajo. Por ejemplo, esos más de 1,7 millones de contratos sólo sirvieron para emplear a poco más de 1,1 millones de personas. Por primera vez en la Historia laboral española se hicieron casi 1,5 contratos mensuales por persona. A lo largo de 2019 se realizaron 22,5 millones de contratos, 220.540 más que en todo 2018 (1%), pero sólo sirvieron para que la Seguridad Social retuviera temporalmente (el 60% de los empleados suelen ser despedidos en los meses siguientes) a 384.373 afiliados medios en el año. Por tanto, fueron necesarios casi 60 contratos para que la caja de las pensiones consiguiera al menos un nuevo cotizante anual.
Contrataciones indefinidas
El batacazo de las contrataciones indefinidas es inmenso. Sólo se hicieron 139.099 en diciembre, es decir, sólo 8 de cada 100 contratos son fijos (5.701 menos que hace un año y 32.535 que en el mes anterior). De ellas, el 44% (60.847) proceden conversiones de contratos temporales con prórroga vencida. Pero, su utilización ha caído un 10% mensual. Mientras, los indefinidos iniciales representaron el 56% (78.230 contratos), pero su descenso mensual es de 25% y del 12% anual. El problema se agudiza ya que el 40% de los contratos fijos son a tiempo parcial. Es decir, 55.211 contrataciones indefinidas son sólo por unas horas. Durante todo 2019 se han hecho casi 900.000 contrataciones parciales fijas, que han descendido porque muchas empresas han vuelto a la contratación temporal cuando tienen picos de demanda. También descienden las que se realizan a jornada completa (18% menos que en el mes anterior y el 5% respecto al mismo mes de 2018).
Aunque a un ritmo cada vez más lento, los contratos temporales son los únicos que crecen. En 2019 se hicieron 1,6 millones, unos 346.000 más que en 2018. En diciembre se formularon unos 7.000 más que en noviembre y la cifra anual llegó a los 36.000. De ellos, 553.408 (32%) sólo contemplaron la jornada parcial. De esta forma, si sumamos todos los contratos por horas (indefinidos y temporales) que se realizaron en este mes, salen más de 608.000 contratos. Lo que significa que 35 de cada 100 contrataciones en España son para trabajar unas pocas horas. De esto no se habla en el Congreso ni en los pactos para formar el Gobierno. ¿Debería extenderse también la contratación parcial a la clase política?