Pese al repunte de octubre, cuando la inflación subió tres décimas, en los últimos meses ha bajado sustancialmente, una tendencia que recuperará previsiblemente a partir de enero. España ha pasado de registrar una inflación del 3,5% en octubre del año pasado al 1,8% este octubre, prácticamente la mitad. Sin embargo, esto no significa que los precios bajen.
Lo primero que hay que tener claro es que la inflación implica, de facto, subida de precios. Y, además, refleja la variación en un año, comparando el nivel de precios actual con el del mismo mes del año anterior. En este sentido, registrar una inflación del 1,8% significa que, de media, el precio medio de la cesta de la compra es un 1,8% más alto que hace un año.
De hecho, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, 144 de los 199 bienes y servicios que se incluyen para calcular el IPC han subido de precio entre octubre de este año y el octubre del año pasado, el 70% del total. La cuestión está en la intensidad de esa subida. La inflación (subida de precios) baja porque la subida de precios ha perdido fuerza.
En definitiva, los precios son más altos que el año pasado pero la inflación es más baja porque la intensidad de la subida se ha moderado. Y aunque en el último mes ha repuntado tres décimas y previsiblemente subirá algo más en lo que queda de año, esto responde a la volatilidad de los precios energéticos y la retirada de las ayudas (rebajas de IVA).
Previsiblemente en el primer trimestre del próximo año la inflación volverá a bajar y la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) estima que en el conjunto del 2025 la inflación media será del 1,8%, por debajo del 2,7% que se habrá registrado este año, al 3,5% de 2023, y al 8,4% de 2022.
El objetivo: mantenerla en el 2%
El Banco Central Europeo (BCE) no pretende acabar con la inflación, sino conseguir mantenerla estable en el 2%. Una tasa de crecimiento anual de los precios del 2% "es lo suficientemente baja como para aprovechar los beneficios de la estabilidad de precios y, a la vez, proporciona margen para reducir el riesgo de deflación", explica el Banco de España.
Hasta ahora nuestro país ha atravesado un periodo de desinflación, pero sin llegar a la deflación. Ésta es peligrosa para un país porque puede generar un círculo vicioso en la economía, provocando una reducción del gasto y la inversión, y redundando en un menor crecimiento económico y un aumento del desempleo.
Si la previsión es que el precio de un producto baje, es probable que el consumidor posponga la compra. Si esto se mantiene en el tiempo, las empresas tendrán que bajar los precios por falta de ventas y, por tanto, tendrán menos beneficios. Esto les llevará a reducir costes, recortando salarios o, incluso, destruyendo empleos.
Además, el objetivo del 2% también permite salvar problemas de medición, ya que el cálculo del IPC "podría sobreestimar el crecimiento de los precios por un sesgo pequeño positivo en la medición de las variaciones del nivel de precios, entre otros motivos por la dificultad de tener en cuenta las mejoras en la calidad de los productos", añade el BdE.
Finalmente, el supervisor bancario apunta que el objetivo del 2% proporciona espacio a los tipos de interés nominales respecto al límite inferior efectivo de los tipos de interés. En el largo plazo, los tipos de interés nominales son iguales a los tipos reales de equilibrio más las expectativas de inflación. Por tanto, mayores expectativas de inflación se traducirán en unos tipos nominales más altos y habrá más margen para reducirlos en caso necesario.