Pasar de oposición a Gobierno en cuestión de días y sin esperarlo no debe ser fácil. Los postulados que se defienden en un lado pueden dejar de ser válidos en el otro. Y es lo que le está pasando al PSOE con el tema de las pensiones. Defendió con uñas y dientes la vuelta al IPC como índice de revalorización cuando Mariano Rajoy llevaba las riendas del país, pero se ha visto obligado a moderar su discurso desde que llegó a La Moncloa.
Ahora está en una encrucijada que le lleva a defender lo imposible, la cuadratura del círculo: conseguir aunar las pretensiones de PP y Podemos en un mismo acuerdo. Y hacerlo en la Comisión del Pacto de Toledo, esa Comisión que nació para desligar el debate de las pensiones de la política, pero que lleva dos años enquistada por el devenir de esa misma política. Las primas del PSOE, las del PP, la moción, la crisis catalana... son muchos los parones políticos que ha sufrido esta comisión a lo largo de estos meses.
Y es que hay dos bandos bien diferenciados en el Congreso: los partidos que quieren que la inflación sea el elemento medular a la hora de actualizar las pensiones, pero que se combine con otros como el crecimiento del PIB y los salarios, y los que quieren que el IPC sea un mínimo asegurado y que se pueda mejorar a partir de ahí con otros indicadores. Hasta hace no mucho, PSOE se alineaba con Podemos, ERC y Compromís en la segunda opción. Hoy su posición no está tan clara.
El PSOE gobierna y será quien tenga que asumir la derrota si no se llega a un acuerdo en el Pacto de Toledo
¿A qué se debe ese cambio? Muy sencillo, ahora el partido liderado por Pedro Sánchez está en el Gobierno. Si no hay acuerdo, serán ellos los primeros responsables del fracaso. Así que hay que negociar y ceder, al fin y al cabo, de eso trata la democracia. Por eso, los socialistas ya no ven con tan malos ojos combinar el IPC con otros elementos, como siempre han defendido PP, Ciudadanos o PDeCAT.
Y por eso también la portavoz socialista en el Pacto de Toledo, Mercè Perea, salió ligeramente tocada de la última reunión oficial, que apenas duró 15 minutos. Sin acuerdo y con mucho trabajo para intentar llegar al consenso. Y por eso se esmeró en no hacer mucha apología del IPC y habló solo de poder adquisitivo. Llegó incluso a recordar que en casi todos los países del entorno se combina la inflación con otros elementos.
¿Y ahora qué? Pues pinta mal la cosa. Sobre todo porque Podemos y ERC tienen claro que no se van a mover ni un ápice del IPC. Para ellos, la inflación tiene que ser un mínimo a la hora de actualizar las pensiones, y se pueden incluir otros factores si se quiere mejorar aún más las prestaciones. Si no van por ahí los tiros, podrían llegar a levantarse del Pacto de Toledo.
El PP tampoco se mueve
Y el PP y Ciudadanos tampoco quieren aceptar el IPC como un suelo. Los de Pablo Casado consideran además que ya han retrocedido bastante al condenar a muerte su reforma del año 2013 y no quieren dar más pasos en esa dirección. Además, tienen el apoyo de varias formaciones, lo que refuerza aún más su posición.
Así que parece poco probable el acuerdo que todos quieren firmar este miércoles. Y mientras los políticos son incapaces de dejar sus diferencias de lado y ponerse de acuerdo en un tema tan importante como las pensiones, el sistema se sigue desangrando. El gasto mensual ya ha superado la barrera histórica de los 9.000 millones y la pensión media de jubilación ha superado por primera vez los 1.100 euros. Veremos cuánto tiempo se puede sostener.