El culebrón del tren varado en el túnel que une la estación de Atocha con Chamartín (Madrid) podría estar llegando a su fin pasado un mes desde su descarrilamiento.
Ante las dificultades para sacarlo de las vías, Renfe ha decidido contratar una empresa privada que se encargue de su extracción, tal y como ha podido saber este diario a través de fuentes de total solvencia. Se trata de una decisión que ha aprobado el consejo de administración de la compañía.
Otras fuentes consultadas aseguran que, hasta el momento, con los medios de los que dispone el operador público ferroviario, "es imposible sacarlo. De hecho, a día de hoy el equipo encargado de estas labores se encuentra parado".
Hace una semana, sin embargo, días Raül Blanco, presidente de Renfe, manifestaba que las labores de extracción del tren se estaban realizando de noche para afectar lo menos posible al tráfico ferroviario, pero el escenario habría cambiado. El objetivo es que la empresa designada apoye las labores de retirada de las que se encargan Renfe y Adif.
Uno de los problemas del desalojo del tren es el lugar en el que se encuentra. Hay que recordar que está entre Atocha y Chamartín, dos estaciones unidas por un único túnel con dos salidas a la superficie. En concreto, la zona cero se encuentra ubicada a varios kilómetros de Chamartín. Está más cerca de Atocha, exactamente debajo del Jardín Botánico, zona verde muy próxima al parque de El Retiro.
Los problemas físicos para sacarlo de la zona del suceso no son los únicos. El hecho de que días después de su descarrilamiento se produjera la DANA que asoló Valencia retrasó también las labores de extracción porque todos los esfuerzos se centraron en restablecer los servicios ferroviarios en la capital del Turia.
Una de las formas de extracción del tren que más peso cobra con el paso del tiempo es el troceo de la unidad y su posterior salida a través de las propias vías utilizando remolques, similares a los usados en las minas, para desplazar a la superficie todo el material.
El descarrilamiento
El pasado 19 de octubre un tren remolcador estaba llevando a otro tren de pasajeros a las instalaciones de Renfe en Fuencarral para su reparación. Se había averiado en la zona de La Sagra (Toledo). Atravesó Atocha y se dirigió hacia Chamartín, enfilando una subida de fuerte pendiente. El convoy no pudo concluir el ascenso y dio marcha atrás para coger de nuevo velocidad y llegar a Chamartín, pero durante la maniobra el tren averiado se descolgó del remolcador por motivos que se desconocen e inició una bajada hacia Atocha a una velocidad que podría haber superado los 100 Km/h.
Finalmente, a la altura del Jardín Botánico, el tren descarriló. Esta unidad llevaba en su interior dos mecánicos que no pudieron salir del mismo tras el descarrilamiento, pero milagrosamente salieron ilesos del accidente. Uno de ellos, involucrado en la maniobra que causó la separación del tren remolcado, estaba muy afectado por el incidente, tal y como lo explica el profesional del centro de control en las grabaciones que publicó Vozpópuli en exclusiva acerca del suceso: "Decía, la he cagado, me van a echar, me van a echar".
La afectación al tráfico
El hecho de que el accidente ocurriera entre dos de las estaciones más céntricas y concurridas de la capital agravó mucho la situación. Atocha y Chamartín conectan numerosas líneas, utilizadas por miles de personas a diario para trasladarse a sus hogares y trabajos.
Óscar Gómez Barbero -director general de Negocios y Operaciones de Renfe- cifró los afectados en 3.200 el día de los hechos, números que llegaron a 13.700 al día siguiente. Esto se debió a que la circulación de la mitad de los trenes previstos para ese día fueron suprimidos, mientras que otros 26 vieron alterados sus horarios y recorridos normales, ya que no podía llegar hasta Chamartín, finalizando su trayecto en Atocha.