La banca española empieza a parapetarse detrás de un escudo a la espera del rescate europeo. La mayoría del sector espera que las ayudas por valor de 100.000 millones impongan unas duras condiciones por parte de la 'troika' (Bruselas, BCE y FMI) a las entidades que finalmente sean receptores del capital europeo. No se descarta que exista algún tipo de exigencia para todo el sector, incluso para aquellos bancos que no tengan apoyo de los fondos europeos. La primera ha llegado por parte del Banco Central Europeo que exige al Gobierno de Rajoy un verdadero 'banco malo' que saque de balance todo los activos tóxicos del sector.
En un documento interno, el BCE tumba el modelo de las sociedades inmobiliarias impuesto por Economía en el segundo Plan de Guindos. Según el decreto de mayo, los bancos deben traspasar todos sus activos inmobiliarios a estas sociedades y, si no, crearlas. Sin embargo, a diferencia del resto de modelos de 'banco malo' puestos en práctica en Europa, el proyecto de Guindos no obliga a desconsolidar el ladrillo del balance de los bancos.
"No queda claro si el marco previsto es suficiente para llevar a cabo una separación efectiva de riesgos bancarios", explica en su documento el BCE que "recomendará más pasos hacia una completa desconsolidación y separación de riesgos entre entidades".
En mayo, el Gobierno ya había previsto una entidad para activar activos inmobiliarios tóxicos, aunque no lo llamó banco malo. Lo presentó como una especie de agencia inmobiliaria para que todos los bancos traspasen sus activos inmobilñiarios problemáticos. Una medida, que ahora el BCE no parece considerar lo suficientemente clara.
Durante estos meses, el sector se ha dividido entorno a la puesta en marcha del 'banco malo'. Mientras Rodrigo Rato defendía su creación, como opción de viabilidad de Bankia, el resto de la gran banca se oponía. Incluso, Emilio Botín lo ha criticado en alguna ocasión. «El sistema financiero no necesita la fórmula del banco malo» porque «no es una buena idea». A su juicio, la dirección adoptada por el Gobierno, que ha impuesto un riguroso saneamiento de los activos inmobiliarios a realizar en este mismo ejercicio (con prórroga de un año adicional, para las entidades fusionadas) «es la adecuada, aunque todavía los mercados no la han entendido».
Además del nuevo desarrollo del 'banco malo', el sector tiene asumido que el rescate conllevará una larga y dura lista de condiciones. "Algunos de los planes de recapitalización que se exigirán a determinadas entidades serán más planes de pseudoliquidación", explican fuentes del sector. De hecho, el Fondo Monetario Internacional explora esta posibilidad en su informe sobre el sistema financiero español.
En algunas entidades no se descarta que Bruselas ejerza algún tipo de quita sobre emisiones de deuda, medida que sólo afectaría a las entidades que reciban dinero del fondo europeo. "Al final, el rescate no deja de ser un gigante concurso de acreedores, en el que los bonistas se verán perjudicados", explican desde un banco de inversión.
Para que sean los accionistas y acreedores quienes paguen la factura, y no como ahora los contribuyentes, se llevaría a cabo una reestructuración o rescate interno que prevé una recapitalización mediante la cancelación o la dilución de las participaciones y quitas de la deuda a manos de acreedores, o la conversión de la deuda en acciones. Según un informe de Moody's, la intención de la Comisión Europea es que los gobiernos obliguen a los acreedores a compartir el coste de los rescates bancarios.
La banca asume que el rescate obligará a realizar alguno de los ajustes que ha exigido Bruselas al Sabadell para confirmar la adjudicación de la CAM, como la reducción de oficinas y trabajadores. Además, el sector tampoco descarta que la 'troika' pueda limitar el pago de dividendos, a cambio de 'papeles' (acciones), o el sueldo de los directivos de las entidades que tengan dentro de su estructura alguna caja que haya recibido ayudas.