De los tres pasos que implica el protocolo del rescate – la petición formal, la fijación de sus condiciones y la aprobación de todos los socios –, el tercero es el que sigue dando mayores dolores de cabeza al Gobierno. Si España pidiera la ayuda financiera sin tener previamente garantizada la aprobación del proceso por todos los socios, se abriría un abismo de consecuencias imprevisibles que solo podría esquivarse a través del nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), donde las decisiones requieren en todo caso el 85% de los votos. El concurso de Alemania y Francia se antoja en todo caso imprescindible.
El BCE ya ha concretado todos los aspectos técnicos del rescate que interesan al Tesoro español, introducidos en un extintor que aun no ha sido utilizado
Este es el plato que falta por cocinar, ya que las condiciones técnicas del rescate están ya bastante ultimadas gracias a la diligencia de Mario Draghi (BCE). Antes del verano, el extintor que ha posibilitado la rebaja de la prima de riesgo en casi 200 puntos tenía en su interior un gas venenoso muy potente contra los especuladores: compra ilimitada de deuda en el mercado secundario a tres años y renuncia a ser acreedor preferente. Durante este mes, el BCE ha perfilado aun más su operativa en todos los aspectos que le interesan al Tesoro español, avance al que se da una enorme trascendencia en el Gobierno, consciente del efecto positivo que ha tenido este arma disuasoria.
Conquistado este campo, ahora toca hilar fino en la escalada hacia el otro más difícil, que solo puede alcanzarse a través del aval político que viene reclamando Draghi desde hace semanas para poder utilizar el extintor. Los mercados, de momento, le siguen dando tiempo a España para coronar la cima porque desde que intervino el BCE, la prima de riesgo no ha subido de los 450 puntos. A Alemania le interesa mientras tanto garantizarse que la posible concesión de una línea de crédito preventiva para España no llevará al resto de los países con problemas, Italia en primer plano, a relajarse en los ajustes comprometidos. Los compañeros de viaje de Angela Merkel, Finlandia y Holanda, entre otros, quieren conocer también de antemano el perímetro de la onda expansiva que provocaría la ayuda España.
Mientras la labor de los sherpas se desarrolla con discreción, España no espera demasiados avances del Consejo Europeo que se inicia mañana, todo lo más que concrete los calendarios previstos para los cuatro procesos de integración en los que está embarcada la zona euro: la unión bancaria, la fiscal, la económica y la política. En el corto plazo, la que más interesa al Gobierno es la primera, ya que en la creación del supervisor único para todo el sistema financiero europeo está la llave que permitiría recapitalizar directamente a los bancos que lo necesitan sin deteriorar todavía más la reputación de nuestra deuda, batalla que ya se da por perdida en algunos sectores del Ejecutivo.
En el Ejecutivo se da por hecho que la Comisión Europea relajará el mes que viene los objetivos de déficit, en parte gracias al desastroso panorama dibujado por el FMI de Lagarde
De este Consejo tampoco saldrá la relajación de los objetivos de déficit que España espera como agua de mayo. Esta otra ascensión queda para el mes que viene, cuando la Comisión Europea decida que, a la vista del panorama tan desastroso que acaba de pintar la francesa Christine Lagarde desde el FMI, no hay más camino que aflojar la cuerda a economías como la española que se encuentran al borde del colapso, como si hubiera pasado por muchos ochomiles seguidos. El Gobierno cuenta ya por anticipado con que conseguirá este oxígeno para proseguir la escalada.