Economía

Moncloa teme que Berlín pueda imponer condiciones demasiado duras al rescate

El Ejecutivo, preocupado por si Alemania apretará más de lo esperado cuando libre los desembolsos de ayudas, como hizo con Grecia.

  • Luis de Guindos (a la izquierda) charla con Cristóbal Montoro en el Congreso.

Las compras de deuda pública a corto plazo anunciadas por Mario Draghi implican que antes hay que pedir el rescate al fondo europeo y luego suscribir un nuevo acuerdo o Memorando de Entendimiento (ver aquí análisis). Y ahí radica la gran duda del Gobierno. ¿Y si pasa lo mismo que sucedió con Grecia, Irlanda y Portugal?

Los rescates de esos países fueron incluso celebrados por los mercados en un primer momento porque se les aseguraba la financiación. Pero, a continuación, los desembolsos han sido siempre condicionados y cada vez que llega un nuevo tramo de ayuda de la Troika (formada por el BCE, el FMI y la Comisión Europea), ésta vuelve a exigir sacrificios que, a su vez, ahondan en la recesión e impiden el crecimiento.

Sin poder devaluar para exportar más y con un contexto recesivo en el exterior, cualquier país que sigue un programa como los que aplica el FMI está abocado a perder recaudación y disparar el déficit presupuestario.

Por eso, en el Gabinete de Rajoy albergan serias dudas sobre si se encuentran frente a la boca del lobo. Temen que, una vez que soliciten el auxilio, la presión de la opinión pública germana empuje al Ejecutivo de Angela Merkel a imponer condiciones más duras de lo esperado.

De hecho, Monti y Rajoy consiguieron en la cumbre de junio que los fondos de rescate pudieran comprar deuda pública en los mercados; que las ayudas a la banca se inyectasen directamente sin pasar por los Estados, y que los créditos no tuviesen estatus preferente sobre el resto de acreedores. Sin embargo, dos meses más tarde, Mario Draghi ha tenido este jueves que pagar un precio muy caro para poder decir en el BCE ‘auf Wiedersehen’ a la tradicional disciplina del Bundesbank: ahora España e Italia tendrán que pasar por el aro de firmar los rescates y, por tanto, colocarse bajo la tutela efectiva de la Troika.

Por un lado, el entorno de Rajoy defiende que muchas medidas ya se han tomado y sólo hace falta tiempo para que se desarrollen y cuajen. Explican que todos los programas que se puedan exigir a España ya están contemplados tanto en el procedimiento por déficit excesivo como en los exámenes del semestre europeo. Y argumentan que en el 2013 tendremos equilibrio comercial con el exterior, señal de una mejora de la competitividad.  

Por otro lado, Merkel quiere retrasar el rescate para no volver a someterse en Alemania a un largo proceso de ratificación en el Bundestag.

De modo que a algunos miembros del Gabinete de Rajoy les gustaría aprovechar esas dos bazas para hacerses los duros y negociar en Bruselas que España no necesita más ajustes.

Por si fuera poco, las elecciones gallegas están de por medio y existe la tentación de que el Gobierno haga igual que con las andaluzas y posponga los deberes.

Sin embargo, fuentes del Ejecutivo reconocen que las arcas están vacías y que apenas hay tiempo, sobre todo con un vencimiento encima de casi 30.000 millones de deuda en octubre.

Las reacciones de los mercados pueden girar 180 grados de un día a otro. Y si se percibe que Rajoy vuelve remolonear, los ataques volverán. Las tensiones también pueden recrudecerse si el rescate se convierte en una carrera de obstáculos salvando un parlamento europeo tras otro.

El hecho de que las compras de deuda del BCE sean ilimitadas es muy positivo, porque traslada un mensaje claro de que se hará todo lo posible para proteger al euro. No obstante, ¿cuándo empezará a pensar el público tudesco que el dinero puesto es demasiado y por consiguiente ponga un límite a las adquisiciones de bonos?

Privada de crecimiento y forzada a recortes de los salarios, España difícilmente podrá escapar de las deudas y precisará que, más pronto que tarde, haya una unión bancaria y fiscal que la soporte… De lo contrario, siempre existirá el miedo a que no haya dinero para mantener las necesidades de capital del país y se termine con un rescate bancario malogrado y las entidades arrastrando al Estado.

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