Economía

En Alemania lloran por la muerte del Bundesbank y 'el renacimiento de la lira'

Las condiciones de Draghi y el FMI para el rescate de España serán ‘light’, y eso ya está despertando fuertes críticas de los germanos.

El presidente del BCE enseñó este jueves el látigo para contentar a los halcones del norte de la UE. Mario Draghi dijo que compraría deuda ilimitada en tramos de uno a tres años siempre que hubiese estricta condicionalidad. Sin embargo, los ataques en Alemania ya han comenzado. El diario ‘Die Welt’ tituló que “los mercados lloran por la muerte del Bundesbank” y algunos expertos tudescos bautizaron las medidas adoptadas por el BCE como “el renacimiento de la lira”.

El Bundesbank emitió enseguida un comunicado en el que destacaba que su presidente, Jens Weidmann, había sido el único miembro del consejo del BCE que había votado en contra de las adquisiciones de bonos. Y semejante resistencia puede recrudecerse conforme aumenta la exposición del Banco Central Europeo a los países en dificultades.  

En principio, las condiciones no serán tan duras como las pintan. O al menos así se deduce de la letra pequeña fijada en la línea de crédito que se habilitará si España pide el rescate. Mario Draghi explicó que el país que necesite asistencia del BCE tendrá que pedir primero la ayuda al fondo de rescate europeo, ya sea el temporal o el permanente (FEEF o Mede), para obtener una ‘Precautionary Credit Line’ o Línea de Crédito Preventiva.

Estos programas implican primero un examen por parte de la Comisión Europea y el BCE. Si ambos organismos aprueban la petición, entonces se firmará un Memorando de Entendimiento (o MoU por sus siglas en inglés) y, por lo tanto, un plan de ajuste macroeconómico. En este sentido, existen dudas sobre si podría rescribirse el Memorando del rescate bancario y si éste tendría que pasar otra vez por el vía crucis de los 17 parlamentos.

Este tipo de créditos preventivos se han diseñado durante la crisis periférica para países como España o Italia que sufren algo más que dificultades de liquidez pero que no llegan a constituir problemas de solvencia. El propio FMI, que participará en el diseño de estos rescates, ya creó en 2011 una línea igual. Y bajo su supervisión éste será el traje que se le aplique a España una vez solicite el auxilio.

Tanto el FMI como el fondo de rescate europeo explicitan en la descripción de sus programas que las condiciones serán “light”. O sea, que muy probablemente se le imponga a España que continúe tomando medidas para corregir el déficit y recuperar la competitividad, tal y como ya se exige en el procedimiento de déficit excesivo abierto a España y en las recomendaciones de Bruselas del llamado semestre europeo.

No hay dinero en Europa para llevar a cabo un rescate directo a la griega de España y, luego, de Italia. El inconveniente de la habitual forma de proceder de los rescatadores consistía en que las economías ‘salvadas’ veían cómo los inversores huían por la ventana mientras el BCE, el FMI y la Comisión entraban por la puerta. Y eso dejaba a la economía privada de financiación e impedía su recuperación.

Así que por fin Europa ha decidido cambiar la estrategia. En lugar de sacar al país intervenido del mercado y proveerle de todos los fondos, ahora se intenta que los inversores vuelvan a financiar a los Estados a unos intereses razonables. De un lado, el fondo de rescate podrá adquirir deuda directamente de los Gobiernos. De otro, el BCE comprará bonos a corto plazo en el mercado secundario. De este modo esperan acabar con los altos intereses abonados en la periferia por el miedo a una ruptura del euro, precisamente lo que lastra aún más a estas economías.

Para tranquilizar al mercado, Mario Draghi renunciará en estas adquisiciones a su condición de acreedor preferente. Esto significa que el BCE no se pondrá el primero en la cola a la hora del cobro, un estatus que relegaba al resto y ahuyentaba a los capitales privados cada vez que el banco central intervenía. Quizá la pregunta ahora es si el fondo de rescate aceptará también esta concesión.

Al mismo tiempo, con el fin de evitar cualquier acusación alemana de que está imprimiendo dinero y por tanto alentando una futura inflación, Mario Draghi ‘esterilizará’ las compras de deuda. ¿Y eso qué significa? Pues que cada vez que adquiera bonos de los Estados también emitirá, en paralelo, deuda del BCE por la misma cantidad, de modo que retirará esos fondos del sistema monetario y la impresión de billetes quedará neutralizada. Es decir, por un lado dará el dinero y por otro lo drenará del mercado pidiéndolo prestado.

Además, el BCE ha eliminado el rating mínimo para cualquier activo con algún tipo de garantía pública. Esto significa que no importarán las rebajas de calificación que se puedan aplicar a la deuda española, pues el banco central la aceptará para suministrar a cambio liquidez. Esto supone un gran alivio para el Reino de España y las Comunidades Autónomas, lo que a su vez también tendrá un efecto balsámico sobre el sector financiero y la deuda privada. De hecho, ayer se produjo en gran remonte de las cotizaciones de deuda pública y privada en el mercado.

¿Funcionarán las compras de deuda bautizadas como ‘Outright Monetary Transactions’ (OMT)? Draghi justificó esta actuación en el hecho de que era incapaz de establecer unos tipos de financiación homogéneos para toda la eurozona, porque en parte reflejan el riesgo de que se rompa la moneda única y algunos países acaben con otras divisas que perderían su valor. Sin embargo, el presidente del BCE también admitía que, en parte, esos intereses recogen los malos datos económicos de estos países y que el origen de estos problemas radica en las malas políticas.

En el fondo, Draghi reconoce que así no solucionará los problemas de crecimiento de la economía y que de poco servirán sus esfuerzos a menos que los Gobiernos aprovechen esta compra de tiempo para avanzar tanto en las reformas como en la unión bancaria y fiscal.

Así que los mercados vigilarán con mucho cuidado la evolución de la competitividad y los déficit. Y si observan que no se corrigen los desequilibrios, entonces volverán a elevar la presión. Y los alemanes podrán argumentar que no ha servido de mucho la impresión de billetes y un BCE italianizado.

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