El periodo de tiempo que pasa entre que un usuario realiza una operación con tarjeta de crédito y sufre posteriormente el cargo en su cuenta comenzará a tener un tipo interés aplicable. Al menos, Santander está realizando un proyecto piloto interno con otros operadores de pago (se habla de cuatro firmas) desde el pasado mes de agosto. Mes que está muy cerca del anuncio por parte de la Comisión Europea de rebajar drásticamente la tasa de intercambio de las tarjetas de crédito (en España, del 0,74% medio), que supondrá una importante reducción de ingresos a la banca y se traducirá en una caída del número de tarjetas en circulación.
Explicándolo sencillamente: si un cliente realiza una compra con su tarjeta de crédito a principios de mes, recibirá el cargo a finales de dicho mes o principios del siguiente, en función de las condiciones que le aplique su entidad. De momento, ese cargo es exactamente al precio de la compra, aunque tuviera lugar días después.
A partir de ahora, si prospera el proyecto de Santander, ese período tendrá un tipo de interés (aún no conocido), por lo que el cargo en la cuenta será algo mayor que la transacción de origen.
Una medida incipiente para un bocado enorme. Conforme a las estadísticas del Banco de España, el pasado ejercicio se realizaron 1.096 millones de transacciones a débito, por un importe de 45.410 millones de euros. A crédito, la cifra es de 1.303 millones de operaciones, por una cifra global de 61.050 millones. Por cierto, desde 2000, sólo en el ejercicio 2002 se pagó más al contado que a crédito, como puede verse en el documento adjunto en la última página. Las diferencias han ido aumentando a favor del pago diferido.
Si Santander es el primero...
El asunto tiene relevancia, por cuanto Santander, el mayor banco español y de la Eurozona, tiene una capacidad imbatible de imponer tendencia. Si la entidad que preside Emilio Botín toma una senda, es casi seguro que el mercado la seguirá.
No falta quien ha dicho, tras ser consultado por Vozpópuli, que si se implementan esas medidas se verán favorecidos, por la ventaja competitiva que ello implica, aunque luego siempre habrá que ver quién se resiste a no percibir unos ingresos cuando todo el sector lo hace.
En Santander no realizan comentarios sobre este respecto. Hay negociaciones a varias bandas, incluido el regulador, y es un asunto sobre el que consideran muy incipiente realizar declaraciones.
Sin embargo, las fuentes consultadas indican que “se están realizando pruebas ya con toda seguridad. Será interesante comprobar si los tipos de interés se aplican por igual tanto a personas físicas como a empresas”. En principio, los clientes institucionales constituyen aparentemente el principal objeto de aplicación.
Otras fuentes expertas en tarjetas apuntan que, de momento, se pretende que el titular pague siempre su cuota anual por su tarjeta de crédito, regalada en muchas ocasiones por la entidad emisora. Eso ofrecerá también un importante impulso a los ingresos y sería entonces, con la clientela totalmente cautiva, cuando se comenzarían a aplicar estos intereses.
Por cierto, ayer El Corte Inglés comunicó que el banco español se hacía con su división de financiación al consumo, un deseo largamente anhelado por su presidente. La cadena de venta realiza más de la mitad de sus ventas a crédito, con su propia tarjeta, que aplaza pagos a mes vencido, o a tres meses sin recargo alguno para el titular.
Los realizados a 12 meses tienen tipo de interés ordinario. Pero ¿podrían verse aplicados esos tipos de interés a las compras realizadas con la famosísima tarjeta de los grandes almacenes? Aún es prematuro hablar de eso, pero, como insisten en mercado, “la financiación gratis al consumo está a punto de terminarse”.