El gasto público sostiene el crecimiento económico a costa de aumentar la deuda que hipotecará posibles alzas futuras. No ha dejado de crecer desde que se inició la gran depresión y la crisis financiera de 2007, alcanzó cifras históricas con la pandemia y la guerra de Ucrania, y sigue sin aflojar su ritmo tras la crisis inflacionista a la espera de que Bruselas empiece a aplicar las nuevas reglas fiscales y se haga necesario un fuerte ajuste. Así, un tercio (0,8 puntos) del crecimiento del PIB anual de 2023 (2,5%) se debe al consumo público.
En los últimos tres meses del año, con un crecimiento del 1,4% (cinco veces más que el consumo de los hogares nacionales) este gasto aportó la mitad (0,3%) del crecimiento intertrimestral del PIB (0,6%). En tasa interanual, creció un 4,4%, casi el doble que el registrado por las familias (2,3%). Sin inflación, crece más del 10% respecto al nivel previo a la pandemia de 2019.
El ingente gasto de las Administraciones Públicas se ha convertido en el principal argumento de resistencia de la economía española, frente al nulo o negativo crecimiento de las economías más importante de la Eurozona. Pero en algún momento no tendrá más remedio que reducirse ese consumo público (se esperan noticias en los Presupuestos Generales de 2024), porque la cuerda que le ha dado el incremento de los ingresos por la subida de impuestos es limitada. De las ayudas de los fondos europeos, que tienen fecha de caducidad, hay menos noticias en el PIB. Se refleja poco en la inversión pública, ya que muchos programas no se cumplen.
Mientras, en el sector privado no se aprecia nada su impacto porque, por ejemplo, la Formación Bruta de Capital Fijo fue negativa en dos puntos en el último trimestre con especial incidencia en bienes de equipo y construcción. Lo que es evidente es que el sector público tiene cada vez mayor tamaño, mientras que la incertidumbre y los elevados tipos de interés por la inflación reducen la dimensión privada (más productiva) en la economía nacional, a la que se presta poca atención desde el Gobierno. Esto significa que sigue aumentando el intervencionismo público, que suele lastrar y dificultar el crecimiento estable y sostenido.
Desde el lado de la oferta, según las cifras de Contabilidad Nacional del INE 2023, las Administraciones Públicas representan más del 16% del PIB en términos ajustados de estacionalidad y calendario. Pero, curiosamente, para ello, han necesitado emplear a casi el 24% de los todos los ocupados nacionales. Lo que evidencia bajos niveles de productividad.
Sigue aumentando el intervencionismo público, que suele lastrar y dificultar el crecimiento estable y sostenido
En todo caso, se trata de una tasa que sigue registrándose desde 2009, frente a las próximas al 14% en 2007 cuando la economía crecía como un tiro a niveles superiores del 4%, sin que se registrara el efecto ‘rebote’ que sigue produciéndose ahora por los brutales descensos de los años más duros de la pandemia. Es decir, los mayores crecimientos prolongados y exponenciales del PIB, con un importante volumen de empleo privado, se han registrado cuando ha sido menor el peso del sector público en la economía.
El PIB se situó en 2023 en 1,46 billones de euros a precios corrientes. De ellos, más de 233.000 millones corresponden a la contribución de las Administraciones Públicas. Es decir, uno de cada seis euros de la producción en España (más del 16%) lo aporta el sector público. Llegó al 19% en el primer año de la pandemia y, por ejemplo, superó el 17% en la segunda recesión. Con ese porcentaje, el sector público se ha convertido en la segunda actividad más importante de la economía española, por detrás del comercio, la hostelería y el transporte, que lidera la participación con un 22%. Representa además el 23% del conjunto del sector de los servicios, que es el principal motor del PIB (70%).
Los mayores crecimientos exponenciales del PIB, con un importante volumen de empleo privado, se han registrado cuando ha sido menor el peso del sector público en la economía
Esa contribución de las Administraciones al PIB supera en más de un punto a la de la industria, cuyo peso en la economía sigue reduciéndose y se queda en el 15%, pese al anuncio del Gobierno de centrar en este sector el cambio del modelo productivo del país basado en la actualidad en los servicios. Esa aportación del sector público triplica de largo a la de la construcción (5% de peso en el PIB) y a la del sector financiero y de seguros (5,5%); duplica a la de las actividades profesionales, científicas y técnicas (8%) y casi también a las del sector inmobiliario (9%); supera en cuatro veces la de las actividades artísticas y recreativas (4%); y es casi ocho veces superior a la representación de la agricultura, que curiosamente se sitúa en sus niveles históricos más bajos (2%).
Gasto del sector público
Desde el lado de la demanda, se observa también el inmenso tamaño que mantiene el sector público en la economía española. El gasto en consumo de las Administraciones Públicas, que incluye la incidencia del nuevo aumento del empleo, supuso en 2023 casi el 27% (casi 395.000 millones) del gasto del consumo final de todo el país (hogares, sector público e instituciones sin ánimo de lucro). Es casi ocho puntos superior al que se registraba antes de la pandemia. Lo que da idea del ‘subidón’ de este gasto a lomos del alza de impuestos en los peores años sanitarios e inflacionistas. Este gasto público en consumo representa además el 21% de la Demanda Nacional y el 20% del PIB (antes de la pandemia llegaba al 18,9% y en 2007 alcanzaba del 17,9%).
En términos de empleo, el sector público da trabajo al 24% de los ocupados (incluye la educación y la sanidad) cuando antes de la pandemia llegaba al 21,9% y al 17,5% al inicio de la gran depresión en 2007. Lo que evidencia que el sector público utiliza cada vez más personal, incluso a pesar de la ingente inversión en digitalización, pero no produce porcentualmente lo mismo que los demás sectores y actividades.
Por ejemplo, la actividad del comercio, hostelería y transporte aporta al PIB el 22,4%, seis puntos más que el sector público, con tan solo un 12% de empleados más. La industria, por su parte, produce un 15% de la economía, un punto menos que las Administraciones, con un 44% de puestos de trabajo menos. Mientras, por ejemplo, la construcción, la agricultura y las actividades financieras e inmobiliarias aportan en su conjunto casi un 22% al PIB, seis puntos más que las Administraciones, con un 54% de empleos menos.
velociraptor
Imagino qe nos harán a todos funcionarios, lo d cuba vamos, porque el sector privado no paran de reventarlo, y lo inversores q conocen a los comunistas q tenemos en españa, no se acercan más allá d unas vacaciones, al menos nos qeda el sol
E1958
Recuerdo que, en tiempos de Franco, la crítica económica al sistema era que nuestra prosperidad se basaba en el turismo...ahora, 60 años más tarde, seguimos igual o peor ya que, antes, por detrás del turismo, había industria y agricultura, ahora ya sólo quedan funcionarios pagados con deuda pública.