Las sociedades de inversión (Sicav) siguen aflorando en el sistema, con dinero procedente, en su práctica totalidad, de la amnistía fiscal. A pesar de que hace ya más de seis meses que finalizó, lo cierto es que el dinero sigue ‘emergiendo’ donde antes no lo hacía. Sólo en lo que va de julio han aparecido otras 11. Ya van más de 70 en lo que va de ejercicio.
Un proceso que tiene ya como principal motivo la repatriación de capitales, ya que a finales de abril entraba en vigor la obligatoriedad de declaración de bienes en el extranjero, bajo fuertes penas en caso de ocultación detectada. Así las cosas, con los países opacos fiscalmente cada vez con más problemas y esta obligación legal, el dinero va regresando poco a poco a su lugar de origen.
Las sicav son una buena solución para quien tenga un capital que no necesita emplear durante largo tiempo. Al invertirlo en dicha sociedad, se beneficia del régimen de incremento de patrimonio, mediante el cual no tributa hasta que no rembolsa. Mientras no toca el capital, no paga. Tan sólo la sociedad paga un 1% anual en concepto de impuestos de sociedades. En definitiva, todo igual que un fondo de inversión ordinario.
Dinero extraordinario
Las sicav demuestran ser un producto ideal para circunstancias de generación ‘extraordinarias’ y repentina de capital. De esta manera, fueron el instrumento predilecto por dueños de grandes empresas que salieron a Bolsa, como la familia del Pino y Ferrovial, Amancio Ortega e Inditex, la familia Polanco y Prisa…
También sirvieron para colocar plusvalías de operaciones corporativas, como la venta del paquete en FCC de Alicia Koplowitz a su hermana Esther, o la venta del paquete en Vía Digital a Telefónica por parte de Antonio Asensio (Grupo Zeta).
Las nuevas sociedades están en las firmas clásicas que han aflorado las sicav a lo largo del año: Santander, Bankinter, BBVA, UBS y alguna andorrana.