La moda SUV sigue ganando presencia en el mercado, y sobre todo en el segmento de los pequeños urbanos, modelos que están conquistando cada vez más nuevos clientes que ven en estos modelos perfectos para un uso diario en ciudad pero con mayor versatilidad fuera de la conducción urbana. A la vista Jazz Crosstar y Crossland ya se ven modelos muy diferentes a pesar de unas dimensiones no muy alejadas, aunque ligeramente superiores en el modelo de Opel con algún centímetro más de longitud, anchura y altura.
Contribuye en el Jazz a que en su imagen esta versión Crosstar refuerza la personalidad SUV con elementos como las barras del techo, una parrilla con diseño específico, las protecciones de plástico en parte inferior de la carrocería o una altura al suelo ligeramente superior a la del Jazz estándar, casi un centímetro y medio más. Da una imagen más robusta, algo que también busca Opel en el Crossland pero en sentido inverso, haciendo que en el acabado GS Line luzca un carácter algo más deportivo con las llantas específicas de 17 pulgadas y color negro como el techo.
Si por fuera son claramente diferentes uno de otro, por dentro casi lo son más todavía, con unos salpicaderos que nada tienen que ver. Al vanguardismo de la tendencia digital del Jazz con una aparente sencillez de diseño, el Crossland exhibe un salpicadero más convencional, sobre todo en lo que a la instrumentación se refiere, con dos grandes relojes analógicos de muy rápida y fácil lectura y tonalidades más oscuras y menos vivas que las del Jazz. Dos formatos muy diferentes para gustos muy distintos que favorecen en el Jazz a una sensación de más amplitud y luminosidad a pesar de una carrocería ligeramente más pequeña que la del Crossland.
No hay entre ambos apenas diferencias reseñables en la habitabilidad de las plazas traseras, pero sí en el maletero, donde el modelo de Opel gana por goleada con más de 200 litros extras respecto aquel en la posición de banqueta trasera más adelantada. Porque en ambos encontramos soluciones prácticas en las plazas traseras, en el Crossland una banqueta deslizable y regulable en 15 centímetros para jugar con el espacio y, en el Jazz, con su sistema Magic Seat mediante el cual se pueden colocar las banquetas de los asientos posteriores en posición vertical y disponer así de mucho espacio para transportar objetos de cierta altura con facilidad.
Dos modelos sin duda prácticos en el día a día urbano, en el que a sus mandos encontramos en ese entorno un claro ganador por lo que al agrado y eficiencia en la conducción se refiere como es el Jazz Crosstar. Y es que su sistema híbrido pasa por ser toda una delicia en su funcionamiento a baja velocidad en entornos urbanos, un sistema formado por un motor de gasolina de 1,5 litros y 98 CV, un generador eléctrico, un motor eléctrico y una batería de pequeña capacidad, menos de 1kWh.
La potencia máxima es de 109 CV y cuenta con tres modos de funcionamiento –EV Drive, Hybrid Drive y Engine Drive– que se seleccionan de forma automática, siendo el primero el modo eléctrico que se activa por defecto para arrancar desde parado o cuando se demanda poca aceleración y se circula a muy baja velocidad. La batería suministra corriente al motor eléctrico mientras el térmico está apagado y ello se nota en el día a día con una gran suavidad de funcionamiento si no buscas rápidas aceleraciones… y unos consumos imbatibles.
Y es que en este tipo de conducción –tampoco sube mucho si no lo hacemos– es muy fácil moverse en unos 4,5 l/100 km que llevan la autonomía hasta los 800 kilómetros y, lógicamente, con las ventajas de la etiqueta ECO. El Crossland, con la misma cifra de potencia pero con un motor de tres cilindros sobrealimentado, no se siente tan cómodo a muy baja velocidad, y aunque sus consumos en ciudad son sin duda muy ajustados bajando de los seis litros con relativa facilidad si nos lo proponemos, prefiere ser llevado algo alegre en su régimen de giro.
No resulta tan refinado en este entorno como el Jazz, pero se conduce con facilidad entre el tráfico. Lo que pierde en ciudad el Crossland frente al Jazz Crosstar lo gana en carretera, donde tanto el motor como el chasis invitan a moverse a un ritmo superior al de aquel. Aunque mejoraría con un tacto del cambio más preciso y más corto en sus recorridos, su dinámica de conducción le hace un SUV más completo en términos de eficacia, con un chasis en el que Opel ha realizado cambios para mejorar las reacciones, con muelles y amortiguadores nuevos tanto en el eje delantero como en el trasero y modificando la columna de dirección para mejorar la precisión de guiado.
Unos tarados más firmes que los del Jazz Crosstar y una dirección más directa y precisa que se traducen en una mayor agilidad entre curvas y un ritmo más vivo. Si sólo de viajar se trata, el Jazz mantiene un buen confort de marcha y unos consumos siempre algo por debajo, 6 l/100 km de media a ritmo estable frente a los siete litros del Crossland.
FICHA TÉCNICA:
VERSIÓN Jazz 1.5 I-MMD CROSSTAR; MOTOR Gasolina, 4 cilindros + eléctrico de 109 CV; CILINDRADA 1.498 cm3; BATERÍA 0,38 kWh; POTENCIA CONJUNTA 109 CV; PAR MÁXIMO 235 Nm; VELOCIDAD MÁXIMA 173 km/h; ACELERACIÓN 0-100 KM/H 9,9 s; CONSUMO MEDIO 4,6 l/100 km; AUTONOMÍA 880 km; DIMENSIONES 4.090 / 1.725 / 1.556 mm; PESO EN VACÍO 1.246 kg; MALETERO 298 l; PRECIO 27.450 €.
FICHA TÉCNICA:
VERSIÓN Crossland 1.2 Turbo GS Line; MOTOR Gasolina, 3 cilindros, turbo; CILINDRADA 1.199 cm3; POTENCIA MÁXIMA 110 CV a 5.500 rpm; PAR MÁXIMO 205 Nm a 1.750 rpm; VELOCIDAD MÁXIMA 187 km/h; ACELERACIÓN 0-100 KM/H 10,9 s; CONSUMO MEDIO 5,7 l/100 km; AUTONOMÍA 780 km; DIMENSIONES 4.217 / 1.765 / 1.605 mm; PESO EN VACÍO 1.245 kg; MALETERO 410-520 l; PRECIO 22.650 €.