Los precios de los bienes de consumo -como los alimentos o la moda- se disparan en el primer nivel: en las fábricas. Hasta noviembre, estos productos se han encarecido en el sector secundario un 4,5% respecto al mismo periodo del año pasado. Los precios encadenan varios meses de subidas por los colapsos en las cadenas de producción y la sacudida de los costes energéticos.
La escalada de los precios industriales afecta indiscriminadamente tanto a los bienes duraderos (automóviles, muebles o productos electrónicos), como a los no duraderos (alimentos, cosmética o textil). Por ejemplo, en la industria alimentaria (que incluye el procesado y conservación de carnes, pescados, frutas y hortalizas; así como la fabricación de aceites, lácteos y productos de panadería), los precios han crecido un 8,2% en lo que va de año.
La fabricación de muebles se ha encarecido un 4,8% hasta noviembre; mientras que la industria textil ha incrementado sus precios un 4,5% respecto a 2020, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En un segundo plano se encuentran los vehículos de motor y los productos informáticos o electrónicos, con precios de fábrica un 1,4% y 0,6% más caros que hace un año, respectivamente.
El Índice de Precios Industriales (IPRI) mide la evolución de los precios de los productos industriales fabricados y vendidos en el mercado interior, en el primer paso de su comercialización. Es decir, los precios de venta a salida de fábrica. Incluye los bienes de consumo anteriormente mencionados, pero también aquellos que se utilizan, a su vez, para producir otros productos (bienes de equipo e intermedios).
Si se tienen en cuenta todos los bienes (incluyendo los intermedios, los de equipo y la propia energía, siendo este último bien el que más se ha encarecido), los precios industriales se dispararon un 33% en tasa interanual, un crecimiento récord en 45 años, desde el inicio de la serie en 1976, según refleja la estadística del INE.
Las familias sufren el alza de precios
Esto ha contribuido en gran medida a que la cesta de la compra de los hogares se haya encarecido. El Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en el mes de noviembre en niveles no vistos desde hace treinta años, con una subida del 5,5% en noviembre. La inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó tres décimas (hasta el 1,7%) 3,8 puntos menos que el IPC general.
En el último mes del año, con la Navidad de fondo, Funcas prevé que la inflación crecerá al 5,8%, dejando la media anual en el 3%. Esto implicará una pérdida de poder adquisitivo en las familias si los salarios no suben, como recomiendan los distintos organismos económicos para evitar que la inflación se vuelva estructural.
España fue el tercer país de la Unión Europea con menos subida de salarios en el tercer trimestre de este año, cuando la inflación intensificó su escalada por los precios energéticos. En concreto, el salario por hora trabajada aumentó un 1% en nuestro país entre julio y septiembre, lejos de los crecimientos interanuales experimentados en Portugal (3,5%), Italia (2,8%) o Alemania (2,5%) y que recoge Eurostat.
En una encuesta realizada por el Banco de España (BdE) entre el 10 y el 24 de noviembre a más de 5.000 compañías sobre facturación y empleo, dos de cada tres empresarios anticipaban incrementos en sus costes laborales el próximo año. A la inflación se suma otro factor como la escasez de mano de obra en sectores como la construcción, la agricultura o la hostelería.
No obstante, sólo un 16,5% de los trabajadores (1,2 millones de personas) están amparados por un convenio colectivo con una cláusula que revisa al alza los salarios en función de la inflación y no perder así poder adquisitivo. Otros 6,1 millones de trabajadores no disponen de esta herramienta (el 84% del total). Por tanto, será decisión de los empresarios aplicar dichas subidas.
Con todo, el consumo privado, con una importante incidencia sobre el PIB, no está respondiendo con la fuerza esperada. En un informe publicado este lunes, BBVA Research prevé que el crecimiento del gasto de los hogares se situará en el entorno del 4,5% este año, menos de lo previsto hace tres meses, por el deterioro de la capacidad de compra de las familias y las disrupciones en las cadenas de producción.