Las autoridades de la Unión Europea y los técnicos de EEUU llevan años negociando el Transatlantic Trade and Investment Partnership, más conocido como el TTIP, y no parece que 2016 vaya a convertirse en el ejercicio definitivo para este tratado de libre comercio. En Bruselas ya dan por hecho de que no se conseguirá cerrar porque las diferencias son enormes y no parece que las distancias se puedan recortar en los meses que quedan por delante.
Actualmente, unos 15 grupos de trabajo especializados en diferentes áreas trabajan para sacar adelante un acuerdo muy complejo que abarca muchos sectores, desde la seguridad alimentaria hasta sectores industriales específicos, productos químicos, cosméticos, ingeniería, productos sanitarios y farmacéuticos, plaguicidas o el sector textil y del automóvil. Además, persigue muchos objetivos, aunque tres destacan sobre el resto: otorgar derecho a las empresas contra las leyes dictadas por los gobiernos, eliminar las obligaciones aduaneras y reducir las barreras no arancelarias.
Las negociaciones de este tratado no están siendo fáciles y las posturas son muy diferentes. Aquellos que apoyan el acuerdo sostienen que impulsará mucho la economía y el empleo a ambos lados del Atlántico, mientras que los detractores advierten de que un acuerdo de este tipo solo beneficia a las grandes empresas y rebaja la protección social y medioambiental de los países europeos, mucho más estricta en materias como la comercialización de transgénicos o el uso de hormonas de crecimiento o antibióticos en la alimentación del ganado.
La habitación secreta
En el año 2015 Bruselas habilitó la ‘reading room’, una habitación pequeña en la que se guardan los documentos clasificados y a la que pueden acceder los eurodiputados para consultar el estado de las negociaciones, eso sí, sin móviles, bolígrafos ni cualquier otro objeto que les permita registrar algo de las páginas de consulta. En esta sala se pueden consultar los textos consolidados de la negociación, es decir, en los que figuran las propuestas de EEUU y de la Unión Europea, pero no hay acuerdos cerrados.
Este año se habilitó una sala similar en el Ministerio de Economía de España, accesible solo para diputados y funcionarios del Estado que necesiten conocer su contenido para realizar su trabajo. La sala está custodiada por la secretaría de Estado de Comercio, que actualmente lidera Jaime García-Legaz, conocido defensor de las tesis liberales.
Los eurodiputados españoles ven muy difícil que se produzcan avances importantes en lo que queda de año
¿Qué opinan los eurodiputados españoles que han visitado la sala europea? Aunque las diferencias son evidentes en función del grupo político al que representan, todos coinciden en que 2016 será un año perdido porque las posturas siguen muy alejadas. Así lo señalan la eurodiputada socialista Inmaculada Rodríguez Piñero y la de UPyD Maite Pagazaurtundúa.
“Va a ser difícil conseguirlo en 2016. Pero para la mí lo importante no es el plazo, sino el contenido”, señala Piñero, que asegura que los socialistas solo votarán a favor de un TTIP que defienda los derechos laborales, sociales y medioambientales de Europa y que no suponga “ni un paso atrás” en los pasos que ha dado la UE en este sentido. Para Piñero, el objetivo es conseguir un acuerdo “progresista” y Europa está negociando desde una posición fuerte en la que está dejando muy claro cuáles son sus líneas rojas.
Por su parte, el eurodiputado del Partido Popular (PP) Santiago Fisas se muestra convencido de que el TTIP será bueno si respetan las líneas rojas que exige Europa y los parámetros de calidad. Fisas se centra sobre todo en los aspectos más positivos del acuerdo, como el hecho de que las empresas españolas puedan optar a concursos públicos estadounidenses, y prefiere que la negociación se alargue para conseguir un tratado “serio y ambicioso”.
Todos quieren más transparencia
En cambio, Marina Albiol, eurodiputada de IU, no está de acuerdo con Piñero y Fisas y se posiciona “claramente” en contra del TTIP porque pretende alterar las leyes, normas y el sistema jurídico europeo para dar una respuesta capitalista a la crisis económica. Además, asegura que la Comisión Negociadora solo se está reuniendo con los lobbies que representan a las grandes empresas, dejando de lado a las pequeñas y a los representantes de los trabajadores.
En lo que sí coinciden todos los eurodiputados es en que el método de dar a conocer la negociación no es el más adecuado. Todos reclaman más transparencia y copias de los documentos para poder analizarlos de forma reposada. Además, quieren entrar a la famosa “sala secreta” con asesores porque los textos se refieren a cosas muy técnicas. Fisas y Piñero creen que estos problemas se están resolviendo, pero Albiol asegura que la propia existencia de la sala demuestra el oscurantismo y la preocupación que tiene que suscitar el TTIP a los europeos.