Este 24 de julio se ha cumplido un mes desde que se conoció el resultado de la votación por la cual Reino Unido decidió salir de la Unión Europea. Y como viene siendo habitual, ninguno de los negros vaticinios de las primeras horas se ha cumplido, por el momento. Más bien al contrario, la City londinense recupera la normalidad y ejemplo de ello es que vuelven las macrooperaciones inmobiliarias que estuvieron algunas semanas paralizadas. Por ejemplo, esta semana se ha cerrado la venta de una de las joyas disponibles en la hipercomercial calle de Oxford Street (Londres). El comprador ha sido Norges Bank Real Estate Management y el vendedor Aberdeen. El precio, 124 millones de libras (148 millones al cambio del pasado viernes). Esta operación ya estaba más que cerrada antes de la votación y hubo cierto miedo de que pudiera darse marcha atrás. Pero finalmente, Norges ha dado luz verde a seguir haciendo lo que viene haciendo durante años: invertir el dinero de pensionistas noruegos en ladrillo londinense.
El tono general del mercado ha ayudado bastante, puesto que el FTSE-100 ha crecido un 9,6% en estos 30 días. No es que no haya miedo, es que existe la confianza de que no es tanto negociar la salida, como los términos en que esta se pacte. Los primeros intentos de París, Dublín o Madrid para captar inversiones que se encuentran ahora mismo en la City se encontrarán con la firme oposición de la mayor plaza financiera de Europa, dispuesta a convertirse en un paraíso fiscal si hace falta y a negociar una por una condiciones fiscales ventajosas con las empresas para que no se marchen. Y además, la libra está bajando, algo que siempre viene bien a una economía con problemas de competitividad como la británica. Ya lo expresaba con paradójica sorpresa el presidente de BP España, Luis Aires: Al estar los activos de BP en UK denominados en libras, la devaluación los estaba haciendo más competitivos y su acción estaba subiendo. British Petroleum es el principal exportador británico y fue uno de los más vehementes opositores a la salida de la Unión Europea.
Con respecto al mercado inmobiliario, es cierto que caen las inversiones pero también es cierto que venían de años de recalentamiento y puede venir hasta bien
Con respecto al mercado inmobiliario, es cierto que caen las inversiones pero también es cierto que venían de años de recalentamiento y puede venir hasta bien. "Las fluctuaciones en el mercado inmobiliario serán menos severas de lo que muchos inversores temían (...) el flujo de capitales en el sector de real estate se verá tan sólo interrumpido, no revertido", aseguraba esta semana un informe de Lasalle. Es decir, no habrá crash, crac, colapso ni nada parecido, a pesar de algunos episodios de corralito en algunos fondos que no pudieron reembolsar a los inversores después de una avalancha de solicitudes para hacer liquidez.
La derivada turística
En el aspecto turístico, la cercanía con el verano 2016 ha hecho que los británicos apenas se vean afectados. El de las islas es el mercado europeo con más tendencia a comprar las vacaciones en paquetes cerrados (dos de cada tres) y de los que más adelantan sus compras (tres meses de media). Ambas circunstancias han blindado la temporada, para jolgorio del sector turístico español, que recibe al año 16 millones de turistas provenientes de Reino Unido.
De hecho, este año se esperan más británicos que en 2015, los efectos, en caso de surgir, vendrían en las temporadas venideras.
El mercado británico continúa teniendo sustos, como por ejemplo la quiebra del touroperador Low Cost Travel el viernes 15 de julio. Esta empresa ha dejado 50 millones de euros en impagos, especialmente en Islas Baleares, y ha sacudido levemente el sector. Sin embargo, su quiebra no estaría relacionada con el brexit sino más bien con una mala gestión de los propietarios y problemas financieros anteriores. Algunos empresarios de Mallorca tienen pagarés de hasta siete millones de euros pendientes de cobro de Low Cost Travel Group, según el diario Última Hora.
En definitiva, qué significará el brexit en el futuro, lo decidirán los políticos en rondas de negociaciones cerradas y sectoriales. Cada sector tiene una posición y unos intereses, y por detrás de las palabras grandilocuentes de Bruselas ("abandonad ya la UE") y de los gestos de la nueva premier Theresa May (como colocar de ministro de Asuntos Exteriores al probrexit Boris Johnson) existe una voluntad superior por hacerse el menor daño mutuo en el nuevo escenario para el que aún quedan como mínimo 24 meses.