"Se afirma que la exposición a los campos electromagnéticos del 5G puede causar covid-19 y aumentar su gravedad. Estas afirmaciones no están respaldadas por ninguna evidencia (...) La exposición al 5G no causa covid-19, ni tiene ningún efecto sobre el proceso de la enfermedad o los resultados de salud de las personas infectadas. Según lo descrito por la Organización Mundial de la Salud, se debe entrar en contacto físico con el virus para infectarse. El 5G no puede portar virus, no puede ponerlo en contacto con el virus".
A muchos la declaración inicial les parecerá kafkiana, pero ha sido formulada por la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP). Se trata de un organismo independiente dedicado a proteger la salud de las señales electromagnéticas, entre ellas las que utiliza la telefonía móvil. La Organización Mundial de la Salud sobre la tecnología inalámbrica y la salud en función de lo que dicta la ICNIRP.
Es un párrafo que sale al paso de las acusaciones de miles de personas en todo el mundo, que aseguran que el 5G ayuda a expandir el coronavirus. Lo justifican en que el foco de la enfermedad se inició en Wuhan, una ciudad con amplia cobertura 5G.
Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor para Radiofrecuencias y Salud (CCARS), destaca que no cobra por su trabajo. Asegura también que nadie le dicta lo que tiene que decir. Recalca estos dos últimos conceptos saliendo al paso de teorías conspiranoicas. Quienes se ciñen a pruebas científicas y organismos acreditados para proclamar la inocuidad del 5G son calificados de estar pagados o ser parte de un poder en la sombra que quiere reducir la población mundial.
Gran parte del trabajo de Nájera consiste en medir en la población la incidencia de las ondas electromagnéticas (3G, 4G ó 5G) para que cumplan con lo que marcan los expertos en exposición a radiofrecuencias del ICNIRP. Es algo que ya comentó con Vozpópuli hace sólo unos meses. "Realizamos mediciones con exposímetros que luego se comparan con otros estudios similares realizados en toda Europa. Los valores de exposición de los españoles a las radiaciones están muy por debajo de lo pautado por la OMS. Por poner un ejemplo, sería como ir a 12 metros por hora por una autopista cuyo máximo de velocidad está fijado a un máximo de 120 Km/h. Es irrisorio. Tenemos que transmitir tranquilidad. Hay que acabar con las teorías de la conspiración en torno al 5G. A mí nadie me paga por hacer estos estudios científicos, y la realidad es que la exposición a las ondas electromagnéticas no supone ningún riesgo".
Sin embargo Angel Bayón, presidente de AVAATE y miembro de Ecologistas en Acción, cuestiona a la OMS. Lo hacía hace unos meses a preguntas de este medio. "Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre la contaminación electromagnética están muy cuestionadas a nivel mundial. Hay 26.000 estudios científicos que así lo atesoran, pero no se les da difusión porque todo es un negocio y los medios de comunicación están comprados. Sólo se tienen en cuenta los efectos térmicos de las antenas, no se valoran los efectos biológicos. El movimiento alrededor de este tema es quizá el más grande de los que existe en la actualidad a nivel mundial. Tenemos que poner la salud por delante".
Nájera responde a esto lo siguiente: "A aquellos que indican que hay miles de estudios que evidencian efectos les reto a que envíen una sola revisión sistemática, estudio de estudios y de la máxima fortaleza científica, publicada en una revista científica de primer nivel".
Así se mide la radiación en humanos
Los exposímetros se colocan sobre una persona durante un día entero. Miden la radiación recibida cada diez segundos. "Arrojan 86.400 medidas al día. Calibrarlos cuesta 2.500 euros y con un sólo voluntario registramos más de 1,2 millones de datos", explica Nájera.
En Europa hay casi una veintena de científicos que realizan este tipo de mediciones, de los cuales cuatro de ellos se encuentran en España (en Madrid, Bilbao y Barcelona). Nájera incide en la teoría de la conspiración. "Sucedió lo mismo con el 2G, el 3G y el 4G. Son tecnologías inocuas en términos de radiación pero a las que algunos culparon de ser nocivas para la salud; cuando no hay nada más lejos de la realidad".
Alberto Nájera defiende la inocuidad del 5G en torno a tres puntos:
- Vincular 5G a coronavirus tira por tierra leyes básicas de la física y la biología. Si hubiera relación entre 5G y coronavirus aquellos países con mayor red 5G tendrían más casos. Corea del Sur tiene la mayor red 5G del mundo y es uno de los países que mejor ha controlado la pandemia. En el polo opuesto tenemos regiones donde no hay 5G o su presencia es testimonial y el impacto de la pandemia es terrorífico, como por ejemplo España, Brasil o Perú.
- Los niveles de exposición a los que está sometida la población los regula, como hemos comentado, la ICNIRP, agencia internacional independiente formada por científicos. Todas sus guías se hacen por consulta pública. Es decir, cualquier experto en bioelectromagnetismo pudo enviar sus observaciones y alegaciones para elaborar las guías de niveles de exposición. La exposición al 5G está siempre por debajo de los niveles establecidos por ICNIRP. En 30 años de exposición a radiofrecuencia por debajo de los límites establecidos por ICNIRP no hay evidencia alguna de efecto negativo en la salud de los humanos en condiciones normales.
- El 5G en términos de frecuencia no cambia demasiado con respecto al 4G. En aquellos lugares donde se desarrolla el 5G sólo se ha implantado una frecuencia de las tres futuras (3.5 GHz), que está muy por debajo de la frecuencia Wifi 5 GHz. Las dos futuras bandas son las de 700 MHz (por la que corría hasta hace poco la TDT) y la de 26 GHz, que aún no se ha subastado. Esta última tiene una particularidad. Las frecuencias por encima de 10 GHz, como la de 26 GHz, tienen una penetración mucho menor. Prácticamente se quedan en la piel.
La radio emite con más fuerza
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se ha referido en diversas ocasiones a la afección de las ondas electromagnéticas. Sólo reconoce detectarse un incremento de temperatura en quienes se exponen a ellas. "Los niveles de exposición a radiofrecuencia de las estaciones de base y las redes inalámbricas son tan bajos que los aumentos de temperatura son insignificantes y no afectan a la salud de las personas", explica la OMS.
Además, el organismo explica que "el cuerpo absorbe hasta cinco veces más señal a partir de la radio de FM y la televisión que de las estaciones de base. Ello se debe a que las frecuencias utilizadas en las emisiones de radio de FM (unos 100 MHz) y de televisión (entre 300 y 400 MHz) son inferiores a las empleadas en la telefonía móvil (900 y 1800 MHz), y a que la estatura de las personas convierte el cuerpo en una eficaz antena receptora. Además, las estaciones de emisión de radio y televisión funcionan desde hace por lo menos 50 años sin que se haya observado ningún efecto perjudicial para la salud".
El Gobierno también sale al paso
El Gobierno, a través de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, emitió un comunicado el 21 de abril titulado 'Las redes 5G no propagan la enfermedad covid-19'. En el mismo desgrana que "no existe ninguna evidencia científica que permita vincular las redes de telecomunicaciones 5G con la propagación del coronavirus, tal y como recuerda la propia Organización Mundial de la Salud, que ha publicado una nota calificando de “bulo” esta información y recordando que los virus no pueden viajar a través de bandas de frecuencias ni de ninguna infraestructura tecnológica".