Margarita Delgado estrenó ayer el cargo de subgobernadora del Banco de España dando un tirón de orejas a BBVA y Santander, los dos grandes bancos españoles.
En un contundente discurso, Delgado apretó las tuercas al sector a fin de que este mejore su escasa rentabilidad y sus bajos niveles de capital. No se refirió explícitamente a ninguna entidad, pero aseguró que los bancos pueden mejorar sus planes de sucesión dos semanas después de que los dos principales del país hayan implantado importantes cambios en sus consejos de administración: BBVA nombró presidente ejecutivo a Carlos Torres y Santander designó como nuevo CEO al italiano Andrea Orcel.
"En los consejos de administración existe margen de mejora en relación con la independencia, la dedicación y los planes de sucesión. Muchas entidades han llevado a cabo procesos de autoevaluación del funcionamiento del consejo, pero aún hay camino por recorrer en cuanto al tiempo dedicado a la preparación de las reuniones y a la supervisión de las funciones de control que ha de ejercer el consejo. Esta última, la supervisión sobre los gestores y, en particular, las funciones de control interno, tiene que fortalecerse, especialmente en riesgos y compliance", afirmó la número dos del supervisor en un encuentro bancario organizado por KPMG y Expansión, su primera aparición pública desde su nombramiento.
El actual modelo de gobernanza de BBVA y Santander, donde ambos presidentes son ejecutivos y ostentan plenos poderes, no gusta en los supervisores, menos si cabe en el Banco Central Europeo (BCE). Para reducir riesgos, el organismo comunitario es partidario de que al frente de las entidades se sitúe un presidente no ejecutivo, que defina la estrategia a largo plazo y controle el consejo, y un consejero delegado con amplios poderes que se encargue del día a día del banco e implemente la estrategia diseñada por el presidente. Delgado, que procede del BCE, parece estar de acuerdo con esta perspectiva.
A pesar de que esta fórmula presidente ejecutivo-consejero delegado no esté bien vista por los supervisores, está permitida por la legislación española, razón por la que, tras meses de negociaciones, el BCE dio su brazo a torcer y accedió al nombramiento de Torres como nuevo presidente ejecutivo de BBVA. Actualmente Bankia, con José Ignacio Goirigolzarri al frente y José Sevilla como número dos, y Sabadell, con el tándem Josep Oliú-Jaime Guardiola, tienen la misma estructura de gobernanza que Santander y BBVA, mientras que CaixaBank o Bankinter cuentan con el modelo anglosajón, con presidentes no ejecutivos y consejeros delegados como líderes.
Digitalización rentable
En su intervención, Delgado incidió también en que la transformación digital de las entidades, liderada en los últimos años por BBVA, debe hacerse siempre y cuando se garantice la rentabilidad de la inversión que supone. "La apuesta por la digitalización debe hacerse tras un análisis coste-beneficio, que tenga en cuenta los riesgos y los costes adicionales que se asumen. Debe, además, ir acompañada de procesos que permitan identificar, monitorizar y mitigar dichos riesgos, de tal manera que se asegure que estos se incluyen en los modelos de fijación de precios", recomendó.
Y es que la subgobernadora, que apuntó que la digitalización ofrece alternativas para reducir costes -ya sea mediante cierre de oficinas o automatización de procesos, con la consecuente reducción de personal-, cree que todo esfuerzo destinado a obtener un exhaustivo conocimiento de la rentabilidad es un esfuerzo bien invertido. Para Delgado, la rentabilidad es el "pilar fundamental" de la generación orgánica de capital, aspecto en el que el sector bancario español se encuentra a la cola entre sus homólogos europeos, con una ratio CET1 del 11,68%, frente a la media del 14,05% del resto de sistemas bancarios de la zona euro.
Según el parecer de la subgobernadora, los elementos que no deberían faltar en los modelos de negocio de las entidades son un conocimiento detallado de la realidad del negocio, una política de fijación de precios que refleje el riesgo y el coste de cada producto, una estrategia de reforzamiento del capital y de reducción de activos improductivos, una gobernanza sólida y un enfoque estratégico, individualizado y a medida.