El Banco de España (BdE) actualiza sus últimas previsiones, publicadas en diciembre, y espera ahora un mayor crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) este año: del 1,6% frente al 1,3% anterior. Sin embargo, el supervisor bancario avisa de que estas proyecciones se cerraron antes de las tensiones en los mercados financieros globales, lo que probablemente tendrá "efectos a la baja sobre actividad y precios".
Frente a las dinámicas relativamente positivas (la actividad económica respondió en 2022 mejor de lo esperado y hay señales de relajación de las presiones inflacionistas), "el desencadenamiento, tras la fecha de cierre de este Informe (el 2 de marzo), de un episodio de fuertes tensiones financieras a escala global ha supuesto una nueva perturbación adversa, cuya magnitud y persistencia son muy inciertas", advierte el BdE.
Explica que, en su origen, la aparición de estas turbulencias respondió al deterioro de la situación financiera de Silicon Valley Bank, "con una estructura de balance muy particular que la hacía especialmente vulnerable a aumentos en los tipos de interés". No obstante, "la fragilidad de esta entidad ha generado dudas en los mercados de capital internacionales en cuanto a la solidez de otras entidades financieras".
Todo ello en un contexto en el que "los tipos de interés han venido aumentando de forma muy intensa, rápida y sincronizada a escala global en los últimos trimestres". Como resultado de esas dudas, una gran mayoría de las entidades bancarias mundiales han experimentado, recientemente, un deterioro significativo en sus cotizaciones bursátiles y algunas de ellas -en EEUU y Suiza- han requerido medidas específicas de apoyo por parte de las autoridades.
"En estos momentos, no es posible precisar si, de cara al futuro más inmediato, estas tensiones financieras persistirán o si, por el contrario, se reducirán de forma paulatina. En cualquier caso, parece probable que la incertidumbre que se ha generado ejerza un cierto efecto adverso sobre el desarrollo de la actividad económica en los próximos trimestres y contribuya, asimismo, a debilitar la dinámica inflacionista", avisa el BdE.
Mejora la inflación pero los alimentos siguen subiendo
Sin tener en cuenta los efectos 'positivos' que podrían tener las turbulencias financieras sobre la inflación, el BdE ya proyecta una mejora de la misma respecto a su última previsión de diciembre. En concreto, calcula que el IPC crecerá este año en un 3,7% de media, frente al 4,9% que anticipaba hace tres meses.
Sin embargo, la inflación subyacente, menos volátil al excluir los precios de alimentos frescos y energía, tardará más tiempo del esperado en controlarse. Los cálculos del BdE empeoran y apuntan ahora a una inflación subyacente media del 3,9% en 2023, frente al 3,4% que vislumbraba en diciembre. El precio de los alimentos, sin embargo, todavía no ha tocado techo y repuntará de media un 12,2%, según el supervisor.
Lo que impulsa al BdE a mejorar la previsión de crecimiento para este año es, en primer lugar, un 2022 e inicio de 2023 mejor de lo esperado. "Al inicio de 2023, la evolución favorable de la afiliación a la Seguridad Social y la mejora de los indicadores de confianza sugieren, entre otros factores, que el ritmo de avance del producto podría haberse incrementado ligeramente, hasta el 0,3% desde el 0,2% del cuarto trimestre de 2022".
No obstante, advierte que ello sería coherente con la persistencia de un cierto grado de debilidad en las dinámicas macrofinancieras de nuestra economía, en línea con la información de la edición más reciente de la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE).
En particular, el gasto de los hogares y empresas españoles continúa viéndose limitado por dos importantes escollos: la persistencia de tasas de inflación elevadas y la subida de los tipos de interés. El BdE proyecta un crecimiento más moderado del consumo privado este año, del 1,2% (más moderado que el estimado en diciembre, del 1,9%). En el público, sin embargo, proyecta un crecimiento del 0,5%, dos décimas superior al esperado el pasado trimestre.
Crecimiento más fuerte del PIB ya en 2024
En todo caso, las proyecciones macroeconómicas presentadas, sin tener en cuenta las turbulencias financieras, contemplan un fortalecimiento gradual de la actividad económica en los próximos trimestres. Al incremento en el ritmo de avance del producto contribuirán la disminución prevista de la inflación, el fortalecimiento del contexto internacional -con la reapertura de la economía china y por la relajación de los cuellos de botella en las cadenas de aprovisionamiento global- y la puesta en marcha de proyectos de inversión con los fondos UE.
En términos de tasas de crecimiento medio anual, el impacto favorable de estas dinámicas sobre la actividad será especialmente visible ya en 2024 y 2025, cuando, según el Banco de España, el PIB avanzará un 2,3% y un 2,1%, respectivamente. En 2024, sin embargo, la reducción en la tasa de inflación general será mucho más modesta, hasta el 3,6% -antes de descender nuevamente en 2025 hasta el 1,8%-, por la aceleración del componente energético una vez que expiren las principales medidas desplegadas por el Gobierno.
En cuanto a las proyecciones de déficit público, el supervisor bancario prevé que se sitúe en el 4,1% del PIB este año, en el 3,5% en 2024 y en el 4,4% en 2025. La deuda pública bajará del 113,1% al 111,1% en 2023 (situándose cinco décimas por encima de lo proyectado hace tres meses) y al 108,8% en 2024, para volver a repuntar hasta el 109,9% en 2025, en línea con lo estimado en diciembre.
Finalmente, mejora dos décimas la tasa de paro estimada para este año, dejándola en el 12,7%, y empeora en una décima la de 2024 (del 12,2% al 12,3%). En 2025 se espera que se sitúe ya en el 12%.