"Invierte en bitcoin únicamente el dinero que no necesites para vivir o ahorrar". Esta frase es la que todo 'trader' sensato dice a los recién llegados al mundo de las criptomonedas. Aunque hay quien se ha enriquecido gracias a la compraventa de estas divisas virtuales, lo que ha atraído a mucho inversor imprudente, también hay mucha gente que ha perdido mucho dinero, hasta el punto de arruinarse. Sin ir más lejos, solo hay que fijarse en El Salvador, país que hizo del bitcoin su moneda oficial, lo que le ha acercado más que nunca al borde del precipicio del 'default'.
El motivo para tantas 'sonrisas y lágrimas' es la inestable fluctuación de las criptomonedas, que por lo general, siguen la tendencia de la madre de todas estas divisas: el bitcoin. En apenas tres días, esta moneda ha reducido su valor de forma drástica, ya que ha pasado de costar 37.351 dólares el 4 de mayo a 28.467 el día 9. En cinco días, su valor se ha reducido casi un 24%. Es decir, que por cada 100 euros invertidos, 25 se han ido a la basura.
Su caída tiene poco que ver con el azar: hay varios motivos, aunque son tres los principales: la guerra de Ucrania, que ha trastocado los mercados internacionales, el hecho de que la Reserva Federal en Estados Unidos haya aumentado las tasas de interés y la inflación. Estos problemas globales han afectado al resto de divisas tradicionales, con una principal diferencia: la fluctuación de las criptomonedas es mucho más voluble, por lo que se reduce la posibilidad de prever un batacazo.
Pequeños gestos pueden variar en cuestión de segundos el precio de la moneda en porcentajes muy altos. Cuando Bukele anunció que el bitcoin sería moneda oficial de El Salvador, esta creció un 3%. Cuando Elon Musk sugirió en Twitter que volvería a permitir pagar un Tesla con esta criptomoneda, su aumento fue del 12,3%. Algo parecido sucedió, pero al contrario, cuando el magnate sudafricano eliminó la posibilidad de pagar sus coches en bitcoin: la moneda bajó un 14%.
Para que una moneda de curso legal tradicional baje esa cifra en cuestión de horas tiene que pasar algo bastante grave, como una guerra. El rublo, del 27 al 28 de febrero, bajó su valor un 26,11%. De hecho, pese a todas las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos, el precio de la moneda ha recuperado su fluctuación habitual de precios tras dos meses de conflicto. En el caso de la Grivna, moneda de Ucrania, el descenso de su valor fue anecdótico.
En las divisas tradicionales hay claros hundimientos, pero son más previsibles en el tiempo y se producen, salvo en contadas ocasiones, de una forma más progresiva. El dólar, a principio de siglo, sufrió una caída del 41%, pero fue necesario que pasaran 6 años para ver esa caída: el descenso empezó en 2002 y se estancó en 2008.
Esto implica que el uso del bitcoin como moneda de curso legal en un país resulta peligroso y genera desconfianza en los inversores y prestamistas, tal y como ya advirtió el Fondo Monetario Internacional a Bukele: una cosa es invertir una cantidad de dinero excedente con el objetivo de especular y ganar dinero y otra bien distinta es confiar la economía de un país a este tipo de divisa. En términos domésticos, no es lo mismo apostar un dinero que no necesites que los ahorros para comprar una vivienda o bienes de primera necesidad.
De hecho, la apuesta por el bitcoin de Bukele en El Salvador ya se ha traducido en pérdidas económicas. Bloomberg estima que el presidente salvadoreño le ha hecho perder a su país casi 30 millones de euros y según hemos podido comprobar, las cifras que maneja el medio norteamericano son ciertas: compró criptomonedas por un valor de 103 millones de dólares y ahora, el descenso de su valor hace que actualmente posea 74M en bitcoin.
Pese a las advertencias del FMI y el riesgo a default, Bukele no ha querido cambiar su estrategia. El mismo día las agencias de calificación le dieron la peor nota, el presidente invertía otros 15 millones de dólares en bitcoin. Lo cierto es que las pérdidas actuales de El Salvador son recuperables: al igual que el bitcoin ha sufrido una bajada fulgurante, puede recuperar -o superar- su precio máximo en un corto periodo de tiempo. Pero lo que el país no va a recuperar es la confianza, al menos hasta que deje de apostar por el bitcoin como moneda oficial, al tratarse de una divisa que fluctúa tanto y cuyo comportamiento cambiante genera poca sensación de estabilidad.