Cuando en el año 2002 a Carmen García se le diagnosticó Alzheimer, con menos de 55 años, el mundo se derrumbó sobre ella, su marido y sus tres hijos. "Mi esposa era una mujer joven, inteligente, guapa, activa, deportista", recuerda su marido, José. "Sabíamos lo que se nos venía encima, Carmen era enfermera, no hay enfermedad más cruel", dice.
Carmen y José decidieron dejar la ciudad en la que vivían y trasladarse a una casa en un pueblecito de Huesca. Mientras la enfermedad lo permitiera, tratarían de vivir lo mejor posible, sin otras ocupaciones que cuidarse, acondicionar la vivienda y disfrutar de la naturaleza.
A principios de 2009 Carmen requería ya de cuidados profesionales, y su marido y sus hijos decidieron ingresarla en una residencia cercana al pueblo de Huesca en el que vivían. "Era el mejor centro que pudimos encontrar, un lugar idílico, rodeado de montañas y bien cuidado", comenta José.
"Un día mi mujer amaneció con ampollas en una mano; eran picaduras de araña"
El centro escogido fue la residencia de ancianos Sierra de Guara, en Chimillas (Huesca), inaugurada en 2002 y participada por diversos accionistas.
En 2013 el grupo Vitalia, una de las mayores cadenas de residencias en España, se hizo cargo de la dirección. Dos años después la firma de capital riesgo Portobello adquirió la mayoría de Vitalia y, en 2017, la firma de inversión CVC -una de las mayores que operan en Europa, dueña del 20% de Naturgy o de Deoleo, entre otras compañías españolas- compró a Portobello su participación en Vitalia.
"Desde que la residencia cambió de manos y se hizo cargo Vitalia y el capital riesgo, todo ha sido una pesadilla", afirma José. Como él, otros familiares de residentes en el centro de Chimillas, y también exempleados con los que ha contactado este diario, aseguran que el cambio de propiedad del centro ha supuesto recortes de costes, de personal, que han afectado al servicio ofrecido.
El precio pagado por la habitación de Carmen en la residencia era de 1.980 euros al mes
Este diario ha acordado con las fuentes consultadas -familiares y exempleados- mantener su identidad en el anonimato y emplear pseudónimos. Vitalia Home niega las deficiencias y asegura que el centro cuenta con un índice de satisfacción de los más elevados del sector, y que el 86% de los residentes -unos 120 en total- y el 89,6% de los familiares recomendaría el centro a otras personas.
Escasez de personal
"Cuando cambió la propiedad del centro, comenzaron los recortes", dice José. "Había una cafetería en el centro y se pusieron máquinas expendedoras; antes los menús se hacían a través de un catering, y nos dijeron que lo sustituirían por una cocina propia, que sería mucho mejor", cuenta.
"Sin embargo, la comida a partir de entonces fue peor, los menús ofrecidos no distinguían entre diabéticos y residentes con otras dolencias". "Durante el turno de noche solo hay dos cuidadoras para 120 residentes en dos plantas, que además tienen que fregar las zonas comunes", indica. El precio al mes pagado por José y su familia por la habitación que ocupaba Carmen en la residencia -aporta una factura- era de 1.980 euros.
"Los trabajadores acabábamos destrozados, tanto psíquica como físicamente"
"Una mañana mi mujer apareció con ampollas en una mano", relata. "Se lo habían provocado picaduras de araña, había arañas en la habitación, yo mismo maté a varias, en el suelo y en la cama; aunque la habitación parecía limpia, tras los muebles, en las zonas no visibles, estaba todo lleno de porquería; hubo que aplicar a mi mujer un tratamiento de antibióticos durante tres semanas, y cuatro semanas de curas diarias".
"Me da mucha pena todo", lamenta Mario García, un extrabajador del centro con el que ha contactado este diario. "Antes había más personal para atender a los abuelos; hacíamos jornadas de 8 horas y acabábamos destrozados tanto psíquicamente como físicamente", asegura. "Sólo había dos cuidadoras para atender a los residentes, no daba tiempo a nada, sólo un médico para toda la residencia", apunta.
"Era una película de miedo, lamentablemente creo que es algo que ocurre en muchas otras residencias", añade. "Se dice que a los abuelos se les dan paseos y se les hace gimnasia, pero no es verdad, no hay tiempo para ello", cuenta Mario.
"El personal que trabaja alli es muy bueno, comprometido con las tareas que realizan, pero es escaso", dice la familiar de una residente
"Tuvimos a nuestra madre ingresada, íbamos todos los días a verla", recuerda María San Martín, familiar de otra mujer que estuvo en la misma residencia. "El personal que trabaja allí es muy bueno, muy comprometido con las tareas, pero es escaso, es imposible que lleguen a todo, tienen que atender a los abuelos y fregar los suelos al mismo tiempo", dice. "Están quemados, ver, oir y callar, no pueden hacer otra cosa".
"El salón es una sauna en verano, hay toldos que no se bajan", indica. "Antes había tres personas de mantenimiento, tres enfermeras, los jardines eran preciosos, pero hoy están descuidados; los menús son los mismos para todos, desde el cambio de propiedad todo ha ido a peor", considera María. "Por las noches sólo hay dos asistentes, tienen que atender a los ancianos y limpiar las zonas comunes".
"Siempre dicen que cumplen con el ratio de asistentes y residentes", dice Agustín Díaz, otro exempleado con el que se ha puesto en contacto este diario, "pero el personal es insuficiente". "Salía reventado del trabajo, corriendo de un sitio para otro para atender a los abuelos y limpiar los pasillos", recuerda. "Era imposible sacar a los abuelos a pasear, una vez se lo dije al director: ¿Te gustaría que tu padre estuviera aquí?".
"Mi abuela entró en una hotel de 4 estrellas y murió en una pensión", dice la nieta de una mujer que estuvo ingresada en la residencia
"Se me cayó el alma al suelo un día en el que, trabajando en el comedor, una señora me pidió que la llevara al baño, tenía diarrea; pero no podía atenderla, le dije que se lo hiciera encima, me da vergüenza, estaba yo solo para servir el comedor", recuerda.
"Mi madre está ingresada con Alzheimer, lleva 16 años con la enfermedad, cuando llegó la nueva propiedad nos dijeron que todo mejoraría, que harían una cocina, que habría servicio de gimnasio, de peluquería...", recuerda Esperanza San Martín, hermana de Ana. "Pero todo ha ido a peor, ha sido una pesadilla", dice.
"Una vez mi madre se cayó, pedí que le miraran la cadera, pero le hicieron rehabilitación de rodilla, durante 15 días; llamamos a un médico y en cuanto llegó la llevamos al hospital, había que operarla, se había roto la cadera ¡y le estuvieron haciendo ejercicios de rodilla durante dos semanas!", narra Esperanza.
"En otra ocasión tuvimos que ingresarla en el hospital, vimos que había empeorado mucho, se estaba consumiendo, en la residencia lo achacaron al Alzheimer, pero la llevamos al hospital, y simplemente lo que pasaba es que estaba deshidratada, no le habían dado suficiente agua", asegura. "La gente que trabaja ahí hace lo que puede, lo mejor posible, es horroroso ver como trabajan", mantiene.
"Mi abuela entró en una hotel de 4 estrellas y murió en una pensión", lamenta Verónica Fernández, otra familiar de una anciana residente en el mismo centro de Chimillas. "No hay personal suficiente; una vez mi abuela se cayó, por la noche, y estuvo dos o tres horas en el suelo, nadie la podía atender, era ciega, gracias a sus gritos otra residente pudo avisar a una asistente para que la recogiera", recuerda. "Sabemos que fueron dos o tres horas las que estuvo en el suelo porque así lo estimó el médico que la atendió después".
Inversiones y mejoras
"Cumplimos el ratio de sobra, los ancianos están muy bien atendidos, tanto por la noche como por el día, no es verdad que haya falta de personal", asegura Cristina Ibáñez, delegada de UGT en Vitalia Sierra Guara. "Hay menús para elegir, los abuelos eligen lo que quieren, yo muchas veces como lo mismo, es comida casera, se hacen controles y entrevistas continuas", explica.
"En el centro de Chimillas, lo conozco desde que Vitalia se hizo cargo, se hacen mejoras continuas", afirma Antonio Morales, director regional de Aragón de Vitalia Home. "Paso con frecuencia por la residencia, como el mismo menú que los residentes y la sensación que hay es muy agradable", asegura. "Hay un equipo de limpieza, de auxiliares, de lavandería; la cifra de personal es mayor que el que marca la normativa", informa. "Si no fuera así, los servicios sociales habrían actuado, hemos pasado favorablemente todas las inspecciones y los informes son favorables".
"El centro recibe de manera sistemática inspecciones por parte de los servicios del Gobierno Regional de Aragón", aseguran desde Vitalia.
La compañía explica que Vitalia Chimillas tiene actualmente 119 residentes, de los que 13 proceden de conciertos con el Gobierno de Aragón. El índice de ocupación es del 95% y "los precios oscilan entre los 1.300 y 1.400 euros al mes". La residencia cuenta con un médico privado y recibe la visita del médico del centro de salud asignado de acuerdo con las frecuencias dictadas por el Servicio Aragonés de Salud.
Vitalia prevé invertir 200 millones de euros en los próximos tres años
Vitalia Chimillas opera con un ratio de empleados respecto al de residentes por encima de las exigencias regulatorias, subraya la compañía. "El jardín está bien cuidado y también hay un huerto utilizado por muchos residentes". Todas las habitaciones "se pintan y se revisan a fondo cada vez que cambian de residentes".
La elevada ocupación del centro, señala la empresa, "obliga a realizar las reformas de forma paulatina". En los dos últimos años, añade, se han realizado "obras de mejora en las instalaciones, reforma integral de 25 habitaciones, nuevos espacios de convivencia, se ha reformado completamente el pasillo de la primera planta, se ha creado un comedor de familias, se ha instalado un baño geriátrico para dar servicio a fisioterapia".
Vitalia Home ha invertido desde la entrada de CVC en exceso de 100 millones de euros para mejorar sus instalaciones y acomodar el nuevo modelo de 'Casas para vivir con jardín' y construir nuevas residencias, subraya. Adicionalmente, "la compañía tiene un compromiso de inversión adicional en el entorno de los 200 millones de euros en los próximos tres años".