El genoma catalán no existe. Esta es la conclusión a la que se puede llegar tras analizar un estudio genético solicitado por este medio a la empresa 24Genetics, la única en España y una de las cinco que a escala mundial capaces de analizar el ADN de personas que viven en regiones reducidas con la combinación de algoritmos informáticos.
Según el informe, el más "catalán" del volumen de catalanes analizados tiene un menos de un 29% de pureza genética -masa de ancestros catalanes-. Datos que están muy lejos del casi 60% de la genética propia que, por ejemplo, carga el ADN del riojano más representativo, o del 80% del vasco con más mutaciones propias del País Vasco. Estas dos últimas regiones son, junto a Cantabria, dos de las zonas con la genética más definida de toda España.
La mayoría de los perfiles regionales analizados cuentan con un 50% de genética española. Es decir, son genes compartidos en ese porcentaje por el resto de las personas que viven en nuestro país. Si vamos a la media ponderada, en la Rioja la genética con particularidades de La Rioja estaría en el 20% de la población. En Cataluña la media no alcanza el 2%.
Este mestizaje se debe a que Cataluña ha sido la puerta de entrada de la inmigración Europa tanto a través del Mediterráneo como por los Pirineos. Además, ha sido zona de transito entre África, la Península Ibérica y Europa
En cuanto a los catalanes más 'puros', gran parte de su ADN viene determinado por otras zonas. De hecho, comparten muchas características genéticas, por este orden, con valencianos, andaluces, baleares y madrileños.
En su herencia genética también hay presencia en menor medida de ancestros italianos -Cerdeña-, además de un pequeño porcentaje francés.
Franceses: el doble de cántabros que de catalanes
Este mestizaje en zona catalana se debe, según 24Genetics, a que Cataluña ha sido la puerta de entrada de la inmigración en Europa tanto por mar, a través del Mediterráneo, como por tierra, a través de los Pirineos. Ha sido -y es- una zona de transito entre África, la Península Ibérica y el viejo continente.
Sucede lo mismo con los andaluces. Su pureza genética es muy baja. Fueron zona de tránsito entre personas de África y Europa. Además, la región se mezcló mucho genéticamente durante el periodo de La Reconquista. De hecho, la mezcla en España ha sido tal que hay particularidades tan llamativas como que en Galicia haya más genes de carácter magrebí que en la propia Andalucía, la región de España en la que más tiempo estuvieron asentados los pobladores de con genes norteafricanos, según un estudio de las universidades de Oxford y de Santiago de Compostela publicado por bioRxiv.
En cuanto al peso de la genética francesa en el ADN catalán, el informe refleja que los galos tienen un 15% de ancestros catalanes y un 35% de genoma cántabro. Es decir, los franceses son más cántabros que catalanes, si bien el estudio explica que en este caso la muestra se ha realizado sobre un número más reducido de personas que en el caso del estudio principal.
En cuanto a los catalanes más 'puros', gran parte de su carga genética viene determinada por la de otras zonas. Comparten muchas características genéticas, por este orden, con valencianos, baleares, andaluces y madrileños
Para el informe han analizado la genética de centenares de catalanes y se han comparado con la de otros tantos ciudadanos del resto de España. Las particularidades de un genoma se miden mediante el análisis de personas de una determinada región y las mutaciones que afectan a ese lugar.
La genómica de una zona viene determinada por el tipo de mutación y la frecuencia de la misma sobre el grupo de personas que vive en un lugar concreto. El análisis de un genoma siempre se hace comparando esas mutaciones con las de las personas de otras regiones. Si no hay un número representativo de mutaciones repetitivo dentro de una población se puede decir que no hay un genoma específico para esa región y sus pobladores.
Es este tipo conjunto de mutaciones es el que provoca, por ejemplo, la predominancia del pelo rubio, tez blanquecina y ojos azules en países como Suecia o Finlandia, que comparten en gran medida genoma. Lo que han separado las fronteras lo ha unido la genética.