El aleteo de un contagio en Wuhan ha agitado los cimientos de un mundo que se pensaba intocable. La tormenta perfecta se ha dado sin embargo en España, al menos en las últimas semanas. Es un cúmulo de 'todo' lo que precisamente ha tenido como resultado durante días la 'nada'.
La cifra de contagiados por coronavirus desciende a un ritmo que ya nos gustaría a todos que fuera mayor, pero hay otro virus que preocupa al Gobierno de Sánchez. El de las fake news y los perfiles falsos; hay que ver quién pastorea el mensaje. Si éramos pocos, parió la benemérita. El jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, aseguraba hace dos días lo siguiente: “Estamos trabajando en dos direcciones. Una, a través de la Jefatura de Información con motivo de evitar estrés social que producen bulos. Y, otra, para minimizar ese clima de crisis contrario a la gestión del Gobierno”.
Los méritos y galones no garantizan el buen desempeño en tareas ajenas al uniforme. En este caso la de comunicar. Marlaska salió al paso poco después diciendo que todo había sido un lapsus. Marlaska, sí, el mismo que hace unos días desvelaba en la Cadena SER un asesinato de violencia de género que posteriormente el juez desmentía con la decisión de dejar libre al marido sin cargos. Una fake news involuntaria, no había mala intención, pero se trató de una noticia falsa.
La cosa es ahora saber quién pagó los perfiles falsos que ha viralizado las noticias del Gobierno en Facebook, y sus intenciones. Detrás pueden estar empresas, grupos de amigos... Hasta los irreverentes forococheros
También está el caso de las mascarillas adquiridas al inicio de la pandemia. Como si compras una saxofón y te llega un pito que, para mayor inri, tampoco suena. Mascarillas con el mismo adjetivo. Fake. Todo parece ser un bulo; falso.
Ayer se lograba un nuevo hito. Centenares de cuentas... ¿Adivinan? Sí, fake. Eran descubiertas viralizando los vídeos y posts del perfil del Ministerio de Sanidad en Facebook. Antes de publicar la información, este medio investigó varios de estos perfiles, que fueron anulados casi de forma automática por la red social tras el pertinente reporte. Eran cuentas falsas, creadas en los últimos días y horas. Con imágenes falsas, sin actividad alguna ni información adicional. Cantaban que era un primor.
La cuestión es ahora saber quién pagó la creación de estos perfiles, y sus intenciones. El oportunismo de Vox señala al Gobierno. Los de Sánchez no pueden ser tan torpes. No puede ser. La compra de seguidores falsos en redes sociales se descubre con extrema facilidad. Así lo refleja la breve historia del nuevo mundo digital. Es ineficaz, burdo. De primero de redes sociales.
No cuadra que el Gobierno haya caído en una decisión tan burda y fácil de descubrir como la compra de perfiles falsos
Además, quien está al frente del área de estrategia de comunicación digital del Ejecutivo es Delia Rodríguez Marín, de la que hoy hemos publicado un perfil. Una profesional con una contrastada experiencia en redes sociales. Es experta en comunicación viral. Quizá sea una de las periodistas que más ha escrito al respecto. Sus artículos, ponencias y análisis se cuentan por decenas en Internet. Es difícil pensar que tomase una decisión tan arriesgada a no ser que el mandato viniera de arriba. Tampoco cuadra.
Otra ecuación distinta sería que la oposición hubiera decidido comprar un ejército de perfiles falsos y ponerlos a viralizar los contenidos de Sanidad, para luego señalar al Gobierno como culpable. Puede haber sucedido cualquier cosa. Es un troleo al alcance de cualquiera: empresas, grupos de amigos, organizaciones con otros intereses... Hasta de los irreverentes forococheros.
Para más jaleo, mientras se escribe este artículo, el Gobierno ha anunciado una denuncia ante Facebook tras registrar actividad fraudulenta en su cuenta oficial. Hay gato encerrado. Los de Zuckerberg han tomado cartas en el asunto y dicen investigar los hechos. Confiamos en no recibir una respuesta fake, a pesar de que hay más enanos en este circo. Vayan pidiendo palomitas. Se nos va a llenar la pista.