La ralentización en el mercado global del coche eléctrico, con unas ventas que llevan desde hace muchos meses a la baja, está trastocando los planes de numerosos grupos automovilísticos. Dos de los últimos en anunciar medidas han sido Mercedes-Benz y Stellantis, que van a paralizar la construcción en Alemania de sus fábricas de baterías para coches eléctricos, a la espera de poder revisar el modelo de negocio ante ese frenazo de las ventas y los elevados costes a los que se enfrenta la industria.
Automotive Cells Company, la 'joint venture' creada por Stellantis, Mercedes-Benz y TotalEnergies, está levantando tres plantas de baterías en Europa con un coste total de 7.000 millones de euros y, según unas declaraciones ofrecidas por el consejero delegado, Yann Vincent, está ahora reajustando su estrategia en Kaiserslauter donde fabrica baterías que litio de bajo coste.
La planta de Kaiserslautern ha recibido 437 millones de euros en subvenciones del gobierno federal alemán y del estado de Saarland, aunque este consorcio de empresas ha pedido más subvenciones antes de iniciar sus operaciones en una fábrica donde pretenden tener una capacidad de producción para más de 600.000 coches.
La demanda de vehículos eléctricos se ha ralentizado en Europa y ahora se espera un crecimiento mínimo en el segmento del gran consumo, según Vincent, quien ha avanzado que su empresa retrasará la puesta en marcha de su planta dos años más.
También otra gran automovilística volcada en el coche eléctrico como es Volkswagen ya avisó en abril que, según la evolución del negocio, podría llegar a retrasar la puesta en marcha de sus fábricas de baterías europeas -entre las que se encuentra la de Valencia- a medida que se enfrían las ventas de eléctricos. De hecho, las automovilísticas se están centrando en la venta de híbridos enchufables mientras esperan mantener las ventas de motores de propulsión hasta bien entrada la próxima década.
En Toyota han mostrado su escepticismo en numerosas ocasiones ante el desarrollo del coche eléctrico. De hecho, según los pronósticos del presidente de la automovilística nipona, Akio Toyoda, estos vehículos solo representarán un 30% de toda la industria automovilística mundial en el futuro.
Y en octubre pasado, General Motors comunicó una ralentización en la producción de vehículos eléctricos prevista para 2024 y 2025 y avisaba a finales de enero de que se había generado incertidumbre frente a la evolución del negocio.
Reducción de ayudas
Estos movimientos se producen en un momento en el que cada vez son más los países que reducen, poco a poco, los incentivos a la compra de un vehículo eléctrico ante la necesidad de cuadrar los presupuestos en un momento de desaceleración generalizada del entorno macroeconómico.
España, Italia, Suecia, Austria y la República Checa son los únicos cinco Estados miembros de la Unión Europea que, a día de hoy, ofrecen incentivos fiscales para la instalación de puntos de recarga eléctrica de vehículos, acorde a los datos del último informe de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA).
En el caso del uso de los eléctricos en empresa, solo 17 Estados miembro ofrecen un apoyo económico a las compañías para electrificar la movilidad de sus trabajadores, mientras que para la compra son seis países en los que no existen incentivos: Bélgica, Dinamarca, Bulgaria, Finlandia, Letonia y Eslovaquia.
En la actualidad, España en uno de los países donde el coche eléctrico tiene una menor penetración de toda Europa. Apenas el 5,5% de los vehículos que circulan por el territorio nacional son eléctricos, lejos de una media europea cercana al 15%.