Madrid, Neptuno, Noya e Hipócrates. Cuatro nombres que no tienen nada que ver, pero que hace poco más de un año resonaron con fuerza en la Ciudad Financiera de Santander, dentro del proceso de compra de Banco Popular.
Bajo estos nombres se conocía en las presentaciones confidenciales a Popular, dentro de los estudios para presentar una oferta, según documentación enviada a la Audiencia Nacional a la que ha tenido acceso Vozpópuli. La misma refleja que Santander valoró cinco ofertas, desde 2.600 millones al euro por el que finalmente se quedó la entidad entonces presidida por Emilio Saracho.
La documentación también pone sobre la mesa que Santander ya sabía en las primeras semanas de mayo que la compra del Popular pasaba por un proceso de resolución, ya que una oferta a derribo (200 millones) nunca iba a ser aceptada por los accionistas.
Visión un mes antes
"Hay valor en una operación a un precio cercano a cero. No está claro el escenario en el que Santander pueda adquirir el objetivo a valor cero: intervención del supervisor o colapso del precio de la acción y un precio bajo en acciones. No es posible para el Estado dar garantías [...]. Nuestra recomendación es entrar en la due dilligence y decidir con más información los próximos pasos", señala una presentación del 8 de mayo de 2017, un mes antes de la resolución. La elaboraron dos directivos, José Luis de Mora, y Víctor Matarranz, y la expusieron a la Comisión Ejecutiva.
El precio a poner sobre la mesa había bajado en apenas unos días, ya que otra presentación del 3 de mayo daba otras dos potenciales ofertas por Popular: 2.600 millones (0,6 euros por acción) o 1.600 millones (0,4 euros por título) si había riesgo de demandas por la ampliación.
Cinco días después la potencial oferta bajó a 200 millones después de detectar que el déficit de capital era hasta 2.000 millones superior. Y la operación pasó de llamarse 'Proyecto Madrid' a 'Proyecto Neptuno'.
En este entorno, y ante la dificultad de que este precio fuera aceptado, el consejero delegado de Santander, José Antonio Álvarez, envió un escrito a Popular el 16 de mayo pidiendo seguir en el proceso pero sin poner una oferta económica sobre la mesa: "A la vista de la información revisada no nos resulta posible emitir una valoración que sitúe las acciones de Banco Popular en el entorno de su precio actual de cotización, y que por tanto pensemos pueda resultar suficientemente atractiva para sus accionistas".
Cuarta y quinta valoración
Apenas seis días después, el 22 de mayo, Santander volvió a aumentar la estimación del agujero de capital, y Matarranz y De Mora ya tenían claro que el banco sólo podía quedarse Popular en resolución, tras inyectar los 2.000 millones en bonos subordinados ('bail in'). Aun así, seguía en pie la posibilidad de ofrecer 200 millones por el capital.
Dos semanas después, y con el proceso de resolución en marcha, Santander no tuvo ni que poner los 200 millones, sino un euro, después de que no hubiera ninguna otra oferta en el proceso dirigido por la Junta Única de Resolución (JUR). La acelerada crisis del banco hizo que Popular, sus accionistas y bonistas perdieran todas las opciones de proteger su dinero.