No se ha dicho, pero ya es hora de contarlo: la visita del primer ministro británico, David Cameron, a Madrid, realizada el pasado lunes 8 de abril, resultó un fiasco, casi un purito desastre. Bien es verdad que ese lunes ocurrió algo con lo que nadie contaba y que condicionó de manera total el viaje a la capital del premier británico: la muerte de la exprimera ministra Margaret Thatcher.
Cuentan las fuentes más fiables que el líder conservador británico recibió la noticia del fallecimiento de la famosa Dama de Hierro en plena reunión en Moncloa con Mariano Rajoy y los jefes de gabinete de ambos, además del intérprete. Y ocurrió algo que dejó perplejos a los españoles y también, por qué no decirlo, francamente cabreados. Cameron se tiró sus buenos 20 minutos hablando por el móvil con Londres, caminando nervioso arriba y abajo, mientras Rajoy hacia la estatua con cara de circunstancias…
En Moncloa consideran que el político británico mostró una conducta descortés para con su homólogo español, que poco pudo hacer por variar el rumbo del encuentro teniendo en cuenta que el ilustre visitante decidió, como no podía ser de otro modo, regresar precipitadamente a Londres, dejando a los españoles compuestos y sin novia.
Lo que sí pudo hacer Rajoy y no hizo, y eso también es motivo de crítica dentro del propio Ministerio de Exteriores que dirige García Margallo, es haber aprovechado el escaso tiempo que estuvieron juntos para, en lugar de poner de entrada el manido y sabido y tópico tema de Gibraltar sobre la mesa, haber avanzado en cuestiones que, como la Unión Europa, su futuro y el papel hegemónico de Alemania, podían haber interesado más a España, y de hecho le interesan. “En lugar de eso, Rajoy quiso abordar de entrada el maldito asunto de Gibraltar y ahí embarrancó todo”.
Y la verdad, sostienen las fuentes, el viaje se había preparado con esmero en las semanas previas. Cuentan que el jefe de gabinete de Cameron hasta se había atrevido, días antes de la llegada a Madrid, a facilitar al Gobierno español algunos consejos útiles sobre la forma de enfrentar el asunto que más preocupa, por mucho que lo oculte, a Rajoy: el escandalo permanente en que vive instalada la Royal Family española, fundamentalmente por el caso que afecta a la infanta Cristina y su marido, el golfo de Urdangarin.
Según los británicos, “lo que el Gobierno español tiene que hacer es algo parecido a lo que nosotros hicimos cuando el espinoso asunto de Lady Di y su traumática muerte: fichar a un consultor externo con capacidad probada para manejar este tema en sus distintas vertientes, empezando por la comunicacional; nosotros sabemos quién puede ayudaros en este tema”. Y dicen que en Moncloa tomaron buena nota del consejo y se mostraron dispuestos a operar en consecuencia.