Al presidente de Endesa, Borja Prado, le gustaría que el Rey Juan Carlos también le hubiera pedido que arrime el hombro, petitoria que el monarca hizo ya hace una semana a los 17 miembros del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC). Desde que se filtró el encuentro de los grandes empresarios con el jefe del Estado, Prado “está que se sube por las paredes”, cuentan desde su entorno. Lo que peor le sienta, al parecer, es que su ausencia en la fotografía evidencia que Endesa es una empresa extranjera, ya que desde Italia el Ente Nazionale per l'Energía Elettrica (Enel) controla el 92% de la compañía ‘española’.
Pero más allá del enfado de Borja Prado, en Endesa la instantánea con Juan Carlos I ha supuesto un tiro en la línea de flotación de la cotizada, inmersa, desde que en 2009 Enel lanzase la OPA, en comunicar-vender su españolidad. No parece interesar tanto la españolidad de Endesa al ‘jefe’ de Borja Prado: el primer ministro italiano, Mario Monti, cuyo Gobierno controla más del 30% del capital de Enel y por ende su criterio marca el devenir de Endesa. El pasado sábado, Monti aseveró que España estaba dando "motivos de gran preocupación a Europa" por un posible efecto contagio de su situación económica. Rajoy, sin embargo, ayer le perdonó. El presidente de España dijo que ya "son cosas del pasado".
A quien no va a perdonar Borja Prado es a Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola. Le culpa de su veto en el CEC. El propio entorno del presidente de Endesa considera que Sánchez Galán utiliza el Consejo Empresarial para la Competitividad para hacer lobby contra las rivales, hecho que es una “indignidad”. Florentino Pérez, presidente de ACS, ya intentó hace un año que su íntimo Borja Prado entrase en el club de estos 17 empresarios todopoderosos, pero los esfuerzos del también presidente del Real Madrid fueron infructuosos.