Los retrasos aéreos sin justificar tienen una inevitable pinta de ser una manera de tocar las narices en general por parte de los pilotos. Es su gran arma, imbatible aun hoy en día. Los viajeros avezados, que ya se las saben todas, son los que más se mosquean, porque insisten siempre en que ocurren con ciertas líneas pero no con otras.
El vuelo de Air Nostrum (Propiedad de Iberia) Jerez-Madrid, del pasado jueves por la noche, fue el empleado por muchos empresarios así como por miembros del Ejecutivo a su vuelta de la minicumbre de Cádiz, que precedió a la Cumbre Iberoamericana. El más destacado fue Jaime García-Legaz, secretario de Estado de Comercio, como podía leerse sin disimulo en la cartera que llevaba, con personal de su equipo. El político había participado en el encuentro, que tuvo un claro sesgo empresarial.
El convoy partió con casi una hora de retraso, cerca de las 22,00, sin la menor explicación, aunque todas los comentarios iban en dirección a la mala idea de los pilotos, apenas una semana después de que Iberia anunciara un fuerte ERE. Tal vez no haya sido por eso, pero entonces no se informó y la gente subió así de quemada.
Cuando llegó el momento de embarcar, Legaz & team irrumpieron de repente. Momentos antes se empezaban a ver escenas de clara tensión, con viajeros mostrando su enfado, despotricando en voz claramente alta, lo que generaba un panoramana amenazante.
¿Cabe pensar que el avión salió tarde porque estaba al político? No, porque cuando se anunció el retraso, el aeroplano ni siquiera había aterrizado. Legaz se chupó el retraso, pero en alguna sala de autoridades. Luego, viajó en turista, como debe ser en estos tiempos de austeridad.
La mala milk era totalmente generalizada entre los participantes de la cumbre que habían partido hacia Jerez de madrugada, para luego ir a Cádiz y pasar el día de conferencias y networking. “Después de habernos levantado a las 6 de la mañana, te aseguro que todos estábamos que nos comíamos a quien fuera. Una hora parados y sin explicaciones. Hay que ser malpensados a la fuerza”, dice uno de ellos.
Eso sí, aun hay ciertas clases y al aterrizar en Madrid estaba esperando a pie de pista una furgoneta de la propia Iberia recogiendo a los miembros del Ejecutivo. Los empresarios que volvían en business, tuvieron que tirar por el finger. Ahí se acabó la democracia.