Es un secreto a voces que la Zarzuela considera al balónmanista Iñaki Urdangarin como un oprobio para el prestigio de la Familia Real y una amenaza para la estabilidad de la Corona, por lo que la opinión del Rey ha sido siempre que su hija debería romper su matrimonio como antes hizo su hermana Elena con Jaime de Marichalar. Pero el deseo del Rey chocó con el corazón de la infanta, profundamente enamorada, hasta hace muy poco, de su marido, y ya se sabe que contra el amor (“Detente, sombra de mi bien esquivo”, que dijo la poetisa) no hay antídoto ni muralla lo bastante gruesa como para resistir tal envite. La publicación de los correos privados de Iñaki, donde el duque se descubre tonteando y algo más con amigas, ha sido la gota que ha colmado el vaso del cabreo del Rey y de la propia Infanta. Yo a Suiza y tú a Barcelona.
“Es el principio del fin de ese matrimonio”, sostienen fuentes conocedoras de la pareja, “ruptura que se hará visible de forma gradual y con el menor trauma posible para los niños. Después de esos correos, se trata de salvar la cara de la Infanta”. La verdad es que, en cuanto a los niños se refiere, el daño, a la vista del escarnio sufrido en el Liceo Francés, ya está hecho, y ello por culpa de las “hazañas” que los medios de comunicación contaban diariamente de su padre. La situación del propio Iñaki es más que difícil en Barcelona: “No puede ir al tenis ni acudir a la panadería a comprar una barra, y eso que vive en Pedralbes; aquí ha habido gente que se ha levantado en el restaurante para insultarle en cuanto le veían entrar. Una situación insostenible”.
Hace tiempo que a la pareja se le estaba buscando acomodo. Este diario publicó el 30 de mayo una noticia según la cual “Urdangarin trabajará en Londres para la cadena de duty free DFS, propiedad de Robert W. Miller, suegro de Pablo de Grecia”. En concreto se decía que la Familia Real española había llamado a la puerta de los reyes de Grecia en el exilio, Constantino y Ana María, hermano él de la reina Sofía, y más en concreto del hijo de Constantino II, Pablo de Grecia, cuyo suegro es el multimillonario Robert Warren Miller, propietario de la cadena de tiendas DFS (Duty Free Shops).
La noticia ya advertía, no obstante, que en el intento había tenido papel protagonista la reina Sofía, dada “la relativa indiferencia mostrada por el Rey, cuyas relaciones con Constantino y con su hijo han sido más bien tensas, sobre todo después de que el príncipe Pablo utilizara en alguna ocasión su relación con el Rey de España de forma inadecuada”. La oposición del Rey ha terminado haciendo imposible esta salida, de modo que, de nuevo con el concurso de Isidro Fainé y La Caixa, ha sido necesario buscar a la pareja acomodo en Suiza, lo que no es precisamente la mejor elección desde el punto de vista de imagen.
¿No había más alternativa que Suiza…?
Hace algunos meses la pareja vio también frustrada la posibilidad de mudarse a Qatar, donde el duque de Palma había recibido una oferta de trabajo junto a su antiguo entrenador de balonmano, Valero Rivera, un intento que alguien calificó como imaginado por el que asó la manteca. La explicación oficial del fiasco fue atribuida a “diferencias con las autoridades del emirato, que no permitieron finalmente el traslado”. La réplica en la Red a lo de Ginebra ha sido instantánea: “Qué mejor sitio que Suiza para la familia Urdangarin dada su trayectoria. Una decisión coherente” (…) “Siempre nos quedará Suiza. A partir de ahora debería cambiarse la famosa frase de la película Casablanca”.
Un problema de imagen añadido, y nada despreciable, para una Caixa donde lo que faltan no son precisamente problemas. “Es evidente que la Casa del Rey habrá cotejado todas las posibilidades y que no habrán visto más alternativa que pedirle de nuevo el favor a Isidre, pero los amigos de Caixa van a tener un problema para explicar este movimiento, porque este país ha cambiado mucho, este país se ha dado la vuelta, y ya no se pueden seguir haciendo según qué cosas…”, asegura un empresario barcelonés bien relacionado con la caja catalana.
La estrambótica decisión de enviar a la Infanta precisamente a Suiza viene a demostrar la dificultad de gestionar una situación “ingestionable”, en opinión del mismo empresario, “aunque aquí todos estamos convencidos de que, desde el punto de vista judicial, el lío Urdangarin terminará con penas muy leves, porque el pasteleo será inevitable. Para la estabilidad del matrimonio, sin embargo, eso ya es casi intrascendente: nada puede arreglar los desperfectos causados por el escándalo Nóos, rematado ahora por esos correos privados que hemos conocido”.
La situación, en cualquier caso, trae a la memoria aquel comunicado sobre el "cese temporal de la convivencia" que la Casa Real utilizó con motivo de la separación entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Cristina se muda a Ginebra con sus cuatro hijos para “comenzar un nuevo proyecto” para la Fundació La Caixa, coordinando y gestionando el área de internacional, mientras que su hasta ahora marido permanecerá en Barcelona para hacer frente al proceso judicial por el que se le imputan delitos de prevaricación, malversación, fraude y delito contra la Hacienda Pública por el supuesto desvío de casi seis millones de euros de fondos públicos.