Una silla quedó vacía el pasado jueves en la cena de conmemoración del 40 aniversario de El País. Estaba preparada para Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid y de las pocas personalidades que decidió rechazar una invitación que aceptaron decenas de políticos, empresarios, periodistas y rostros de la jet set patria. Esta ausencia sentó a cuerno quemado al presidente ejecutivo del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, que unas horas después de que finalizara el convite no dudó en expresar su malestar con el volumen necesario para que llegara a oídos de la política del Partido Popular.
Durante la cena de gala, Cebrián estuvo acompañado por los Reyes de España, por los candidatos del PSOE, Podemos y Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno, por ministros como José Manuel García Margallo o Jorge Fernández Díaz, y por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Con esta última, mantiene una estrecha amistad que se fraguó durante la negociación de la refinanciación de la deuda de Prisa, en la que la vallisoletana prestó una ayuda a Cebrián que, según han denunciado los periodistas de El País, le ha valido durante el resto de la legislatura para obtener un trato -como poco- cordial en las páginas del diario generalista. Pese a estar arropado por este nutrido grupo de representantes, a Cebrián le molestó la ausencia de Cifuentes, máxime después de haberse empeñado tanto durante los días previos en remarcar la importancia de la efeméride.
Realmente, han sido unos días muy agitados para el capitán del holding de medios de comunicación levantado por Jesús de Polanco, pues a la responsabilidad intrínseca a quien ejerce de anfitrión de un banquete de esas proporciones, se ha unido el runrún generado a raíz de su vinculación con los 'Papeles de Panamá' a través de su exmujer, Teresa Aranda.
El afectado ha negado que esté implicado en el caso y lo ha atribuido a las ganas que tienen determinados poderes fácticos –presentes en la cena, por cierto- de dañar al Grupo Prisa. Los mismos que en su día le acusaron de quedarse con el dinero de los descodificadores de Canal Plus o de ser un agente de la KGB. Sin embargo, es innegable que el asunto ha adquirido un eco notable que, como poco, no ha debido resultarle excesivamente cómodo.
Una cena de campanillas
Como es costumbre en la casa, durante los días previos a la cena Prisa se aseguró de difundir a bombo y platillo la importancia del acontecimiento, que coincidía además con la entrega de los premios Ortega y Gasset. De ahí que ninguno de sus medios de comunicación ahorrara esfuerzos en hablar del convite y de sus insignes asistentes; y de que, a su fin, dejaran bien claro que los comensales habían podido disfrutar de un menú que incluía brocheta de salmón con curry, anguila, bizcocho de salmorejo con jamón, sopa de almendras, lechazo y un sorbete con sabor a madroño.
Pese a este fuerte reclamo, Cristina Cifuentes no se dejó ver por el Palacio de Cibeles, lo que ocasionó un disgusto en Cebrián que no se ha ocupado excesivamente por disimular. Quienes relatan a este Buscón esta historia temen que esto convierta a la presidenta madrileña en enemiga de ‘Janli’, dado que el periodista, académico y escritor no acostumbra a tratar con excesiva benevolencia en El País a aquellos con los que ha mantenido o mantiene diferencias personales.