Cuentan las malas lenguas que en la sede nacional del Partido Popular, en la calle Génova, los cuadros de mando están que trinan. Además de la derrota dialéctica de Miguel Arias Cañete ante Elena Valenciano, tan clara como inesperada, y del posterior error del candidato con sus palabras sobre el machismo, hay otro asunto candente que ha provocado sonoros problemas. Se trata del cartel electoral del partido gobernante. Eso de elegir un dibujo sobre fondo azul pitufo en lugar de una fotografía ha sido una mayúscula metedura de pata estética. Al propio aspirante no le gusta esa imagen. Incluso, esas lenguas que hablan con este Buscón travieso narran un enfado monumental de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, al ver el anuncio.
Al parecer la líder del partido puso el grito en el cielo y reclamó, a mayor abundamiento, un cambio inmediato. Ocurría, sin embargo, que el cartel de color pitufo ya estaba pagado a la empresa encargada de diseñarlo y producirlo. O sea, no había vuelta atrás. Otros líderes de la formación también mostraron, unos más en alto y otros por lo bajini, como siempre pasa en los partidos, su descontento con el cartel elegido. Quizás este enfado era una suerte de profecía para la campaña plagada de errores que le esperaba al PP. Porque después del patinazo machista vino otra decisión cuanto menos discutible: ocultar al candidato de los medios y suspender las entrevistas concertadas semanas atrás. Claro que esta decisión puede entenderse teniendo en cuenta que Cañete se vino abajo, como ya ha informado este diario.
Y, así las cosas, llegó la petición tardía de perdón a Valenciano y al resto de españolas. Otra decisión discutida y discutible, que diría Zapatero. Por cierto, éste sí que está desaparecido, se conoce que el partido no lo quiere ni como jarrón chino. Pero dejemos a un lado el pasado y volvamos al presente. Parece ser que el propio Cañete reconoció en su entrevista de ayer a La Cope que su círculo más cercano también anda horrorizado con el dibujito de marras. No vamos a hacer la broma de que si el candidato del PP montase un circo, le crecerían los enanos, no vaya a ser que se nos moleste algún colectivo y seamos linchados en twitter, que es algo muy de moda.
En fin, para este Buscón malicioso resulta evidente que lo mejor para el candidato del PP es que solo quedan un par de días de campaña. Sobre todo porque los enemigos mediáticos del Ejecutivo se están cebando de forma inmisericorde. Ahí tienen, por ejemplo, al Gran Wyoming -el mote lo dice todo-, que dedica minutos y minutos de su programa a humillar a Cañete, el candidato al que su propio partido -"los enemigos y los adversarios de Churchill", ya saben- dibuja como un pitufo.