Berlín, 15 de febrero. Se abre el telón. Aparecen en la Berlinale Álex de la Iglesia con Blanca Suárez, Mario Casas, Jaime Ordóñez y Secun de la Rosa, o sea, la mitad de la troupe que aterroriza a los espectadores en El Bar, la última película del director vasco. El buen rollo reina en el Teatro de la bulliciosa Potsdamer Platz, sede central del festival, porque el cineasta está muy "orgulloso" de representar a España en un certamen "tan reconocido" y de ser "un ejemplo" de las películas que se están haciendo en el país en la actualidad. Contesta a cualquier pregunta de los periodistas, se divierte, gasta bromas y se hace fotos con los asistentes.
"Siempre ha habido una sana condescendencia con lo que hago. Una sana condescendencia, es decir: 'está bien, el chaval este está bien, majete, es majo'. Y es algo que solamente no me importa, sino que agradezco muchísimo. Eso, mejor que el desprecio y la indiferencia. Eso es lo único que me da miedo, la indiferencia", reconoce. Porque para De la Iglesia, decir de una película suya que es "simpática" es "lo más bonito que se puede decir de una persona o de una obra de arte". "Simpática, ¿no es maravilloso? Yo quiero ser simpático. No quiero ser ni genial, ni soberbio, bueno, eso sí soy, porque todo esto esconde mucha soberbia", comenta ante un público sonriente. Se cierra el telón.
Tan solo 24 horas después de que el bilbaíno se metiese en el bolsillo a un puñado de españoles y alemanes ansiosos por ver ese thriller inspirado en El Palentino -ese bar de Malasaña en el que comparten barra oficinistas e indigentes- se abre otro telón a pocos metros: el del CineStar. Esta vez la estrella es Juan Carlos Monedero, que viene a presentar Política, manual de instrucciones, el documental sobre Podemos para el que Fernando León de Aranoa recopiló 500 horas de grabación y 15 meses de rodaje.
Recién llegado del Queen's College, una de las facultades integradas en la Universidad de Oxford, donde había estado impartiendo una charla sobre la irrupción de Podemos y "la traición" del liberalismo, Monedero comienza a hablar alemán, aludiendo a sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg y a su estadía como profesor invitado en el Instituto de Estudios Políticos de la universidad berlinesa de Humboldt. "Ahí no perdí mi corazón, pero sí el tiempo", bromea. El único guiño de la tarde a los germanoparlantes. Según soplan a este Buscón, la "chapa" en español que les caería luego -con traducción simultánea de por medio- fue tan intensa como la lluvia que les esperaba al terminar el acto.
Con gesto malhumorado, el politólogo charla sobre la actitud "esclavista" de España hacia Alemania y no duda en comparar "salvando las distancias" a los "populismos de derechas" de Donald Trump, Adolf Hitler y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, por "agitar" a la población descontenta. Sentando cátedra, el politólogo explica que para "derrotarles" no sirven las formaciones establecidas, sino las alternativas reales como la que representa Podemos. A Trump no le podía derrotar una Hillary Clinton, asevera, en alusión a la derrotada candidata demócrata a la Casa Blanca, sino "un Bernie Sanders", representante del ala más izquierdista del Partido Demócrata y que cayó derrotado en las primarias de su formación.
También encuentra que es el momento idóneo para revelar lo que, al parecer, era un secretillo. Según Monedero un año y medio atrás "un político de la gran coalición de Merkel" acudió a reunirse con Podemos para "regañarnos". No dio nombres ni apellidos, pero sí dijo que pertenecía al Partido Socialdemócrata (SPD), que la reunión fue "secreta" y que en ella ese miembro del gobierno les reconoció que no sentía "nostalgia" de la "justicia social". Turno para las preguntas de los periodistas. Le piden su visión sobre la deriva del partido que cofundó, pero prefiere no contestar porque no es lo "suficientemente imparcial" y contesta, andándose por las ramas, el millonario catalán Jaume Roures, que también participaba en el coloquio por ser el productor del largometraje.
El tono "académico" de Monedero propició algún que otro bostezo y sus mensajes incendiarios provocaron más rechazo que el discurso adoptado por León de Aranoa, que explicó de forma afable que su documental tenía "algo de manual de instrucciones, de explicar desde dentro cómo organizándose y cómo trabajando mucho, y con esfuerzo y con dificultades, efectivamente se puede pasar de la protesta a la organización y a la representación política". Mientras que los asistentes a la Berlinale se lo pasaron "pipa" con Álex de la Iglesia y disfrutaron escuchando e León de Aranoa, echaron de menos alguna sonrisa por parte de Monedero, una de esas que su partido pedía a los votantes meses atrás durante la campaña electoral porque "sí se puede".