En Unión, Progreso y Democracia (UPyD) se vive un ambiente irrespirable. Tanto la batalla política por el control del partido, con un caso de espionaje incluido, como el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en marcha han generado un clima de tensión que no se conocía en las oficinas de la formación magenta. Especialmente duro es el enfrentamiento, antes soterrado y ya a cara descubierta, entre los partidarios de la dirección que encabeza Rosa Díez y el sector crítico que lidera Irene Lozano.
Lo más llamativo para quienes conocen UPyD por dentro es precisamente comprobar cómo se ha deteriorado la relación entre ambas políticas en los últimos meses. A este Buscón travieso le cuentan que hace varios meses que la una y la otra no se dirigen la palabra. Y sus equipos hacen lo posible para que ni siquiera coincidan en el mismo lugar. Un verdadero drama para dos compañeras de filas que hasta hace tres meses mantenían una relación que, al menos en apariencia, era perfecta.
Lozano y Díez no cruzan palabra hace tiempo, pero además empeoran las relaciones entre quienes apoyan a una u otra
No solo es que Lozano y Díez no hablen hace tiempo. Además, están empeorando sobremanera las relaciones entre los apoyos de cada una de ella en el partido. Unos y otros viven, sin duda, los momentos más duros y difíciles en la historia del partido magenta. Y esto tiene un reflejo en los diversos grupos de Whatsapp en que se comenta con cierta maldad el panorama de la formación.
El tono es cada vez peor y no parece que sea posible que se firme la paz antes del Congreso Extraordinario del 11 de julio, cuando todos los militantes compartirán espacio en un hotel madrileño. Si las cosas siguen como hasta ahora, ese día serán necesarias unas cuantas tilas.