La Presidenta del Congreso, Meritxell Batet, fue a visitar a SM El Rey y a la salida nos dijo que “El Rey aspira a la normalidad institucional”. El problema está en que la normalidad institucional no es exactamente lo mismo para Sánchez-Batet que para Felipe VI.
El ajedrez tiene algo de póker, el póker tiene mucho de farol y el farol tiene casi todo que ver con la negociación entre ERC y el PSOE. Sánchez dijo en la cumbre de la OTAN, mientras Trudeau y Macron se choteaban de Trump, que la negociación con ERC sería pública y legal. ERC, mientras tanto, dice que el tema va de referéndum, amnistía, y otras bagatelas, todas ellas alejadas de poderse confesar en público y de estar dentro del marco constitucional.
¿Quién va de farol? ¿Quién dice la verdad? Lo que para Aznar fue un grupo armado de liberación para Sánchez-Ábalos es un conflicto político. La historia nos dice que todo acuerdo tiene precio. La realidad hace que en toda negociación haya vencedores y vencidos.
El farol tiene casi todo que ver con la negociación entre ERC y el PSOE
El resultado de toda investidura en la que un nacionalista o separatista tenga un papel clave es siempre el mismo: los que pierden sí o sí son los ciudadanos que viven en la comunidad donde ese partido clave está implantado y no comparten su ideología.
Pongamos nombre y apellidos: los constitucionalistas catalanes y vascos perdieron en el 1996 y perderán ahora. ¿Por qué? Sean cuales sean las concesiones, incluso si como dice Sánchez son legales y públicas, el reconocimiento de igual, la visualización del poder del partido periférico independentista le envalentona ahí donde gobierna, le anima a dar otra vuelta de tuerca tanto a la legislación como a la aplicación de la misma. Más adoctrinamiento, más inmersión, más multas lingüísticas… con el Gobierno de España mirando hacia otro lado.
¿Qué sucederá en los próximos tiempos una vez haya investidura con el voto de ERC, PNV, Bildu y otro montoncito de Pitufopartidos?
El PSOE, de repente tratará a ERC como si fuera un partido de fiar hasta que tenga la investidura
Lo mismo que cuando Maragall impulso el Estatut. Siempre es lo mismo. El objetivo es “resolver el conflicto” dice Ábalos. No dudo de su buena fe. La tuvo en el pasado Rubalcaba (EDP), González, Rajoy, Rato y el resto de negociadores del PP y el PSOE con los nacionalistas.
No la tienen sus interlocutores, no la tenía Pujol, ni Alavedra, ni la tienen Jové o Rufián. Ellos no buscan resolver conflicto alguno, sino ganar, yendo de farol a farol hasta que tengan una mano definitiva y entonces no haya farol que valga. Ahí darán su golpe de mano definitivo.
La historia de la negociación y la investidura ya la hemos vivido, el PSOE, de repente tratará a ERC como si fuera un partido de fiar hasta que tenga la investidura. ERC celebrará la genuflexión del PSOE y desde el minuto uno lo vejará políticamente, le llamará de todo y le negará cualquier legitimidad.
Durante la gobernanza de Sánchez-Iglesias la batalla política será de farol, solo verbal. Las circunstancias económicas y las políticas desalojarán al PSOE del poder y llegará el PP, entonces, sin más, del farol verbal, se pasará a la acción. Ya no tendrán motivo para seguir amagando, el independentismo habrá aprovechado el tiempo para seguir anestesiando y atemorizando a la sociedad catalana, para seguir dando subvenciones y comprando voluntades o coaccionando al que no ceda.
Es lo que hicieron los nacionalistas e independentistas desde el 1996 hasta 2017, hace dos años fracasaron, quizás no tenían una buena mano. Cuando vuelvan a repartir cartas, dentro de otros dos o tres ya veremos, la sociedad catalana no abducida será más débil y tendrá menos capacidad de resistir.
Todo esto no es teoría, ya ha sucedido. Solo por la experiencia previa, que le ha hecho pasar al PSC por una travesía del desierto, perder cuadros y dirigentes y vivir momentos ignominiosos como el día en el que Carod, como presidente en funciones de un gobierno presidido por Maragall, fue a negociar con ETA, Sánchez debería saber que más allá de la tarde de su investidura ni para él ni para nuestro país habrá un momento de paz ni gloria, todo será indignidad que no se justifica con el afán de seguir en Moncloa.