Hace casi tres semanas que el President de la Generalitat, Quim Torra, proclamó con toda la solemnidad posible que la legislatura catalana había fallecido. Su anuncio, que abocaba irremediablemente a unas elecciones anticipadas en Cataluña en cuanto se finiquitaran los presupuestos, tuvo un impacto nuclear, pero toda la expectación inicial se ha diluido como un azucarillo. Y el muerto sigue vivito y coleando.
Por no haber, no hay ni fecha para celebrar los comicios. De la urgencia de UCI que parecía brotar del soliloquio de Torra (“Esta legislatura ya no tiene más recorrido político. Llega a su final", dijo) se ha pasado a un tenso compás de espera, donde nadie mueve ficha. El tacticismo se ha impuesto a la celeridad y a la lógica, y cada uno de los partidos que comparten el Govern de la Generalitat (ERC y JxCat) pretende arrimar el ascua a su sardina, que justamente está en las antípodas de la del otro socio. Y mangonear el calendario -bien sea dilatándolo o recortándolo- para sacarle el mayor jugo electoral posible.
De un lado, el precipitado Torra y sus guardespaldas de JxCat ahora están más por dejar correr el reloj que por convocar los comicios, algo que en principio solo puede hacer el President aunque esté inhabilitado como diputado del Parlament. Ante la estupefacción general, JxCat se dedica a los juegos de manos, en una ceremonia de la confusión que tiene a todo el espectro político en vilo.Ni aprobar los presupuestos serviría de incentivo.
Sin Torra, la justicia marcará los tempos
La neoconvergencia ha pasado de apostarlo todo a unas elecciones en otoño (el 27 septiembre o en octubre) a dar largas, asegurando -la portavoz Meritxell Budó dixit- que Torra no afirmó en absoluto que llamaría a las urnas justo el día después de la aprobación presupuestaria (que previsiblemente será el 18 de marzo). Es decir, que a la legislatura moribunda la han resucitado artificialmente los mismos que la mataron, por culpa de las encuestas. Pero esta jugarreta entraña peligro. Si Torra tensa demasiado la cuerda, se acabará rompiendo por su lado más débil: el judicial. Si el Tribunal Supremo inhabilita a Torra antes de que convoque elecciones, será la justicia será la que marque los tempos.
Y es que las encuestas coinciden en encumbrar como caballo ganador a ERC, aunque la tendencia deja entrever que JxCat le va recuperando lentamente el terreno, que actualmente ronda los seis diputados, según una encuesta de Gad3. Por este motivo los republicanos quieren elecciones cuanto antes mejor, como reconoció hace unos días el vicepresidente Pere Aragonès. Porque no se fían de que los neoconvergentes le den la vuelta a la tortilla como en los últimos comicios europeos o como en el mismísimo 21D que ganó estérilmente Inés Arrimadas. También quieren elecciones ya el PSC y los comunes para beneficiarse de que ambos gobiernan en Madrid y de que los sondeos les son propicios.
En el lado opuesto del ring separatista, JxCat prefiera dar largas, hasta otoño o hasta cuando sea. Han especulado incluso con alargar la agonía todo un año. Cada día que pasa sin ir a las urnas creen que desgasta más a ERC y los acerca al sorpasso. El resto de fuerzas políticas están a la expectativa, sin atreverse a moverse mucho por lo que pueda pasarç. Aunque en sus trastiendas tienen toda la parafernalia en marcha para presentarse con las ideas más o menos claras y con garantías a los comicios, se convoquen cuando se convoquen
Sin dar pistas, como en la clandestinidad
Y si el tablero temporal todavía no está perfilado, las fichas todavía menos. En función de alianzas, rupturas, líderes, convergencias y divergencias pueden concurrir a las urnas hasta una docena de siglas diferentes con posibilidades de obtener representación en la cámara catalana. Lo curioso es que las inscripciones están abiertas, pero nadie parece dispuesto a ser el primero en dar el paso y presentar en mayúsculas, sin titubeos ni notas a pie de página, a su aspirante a convertirse el próximo President de la Generalitat. Se trata de no dar ninguna pista ni ninguna ventaja al resto de contrincantes, como si trabajara en la clandestinidad.
Empezando por el bando independentista, son más de uno los partidos que no hacen público el nombre de su presidenciable simplemente porque no lo saben ni ellos. Este es el caso, por ejemplo, de las formaciones que comparten el espacio heredado de la antigua Convergència (JxCat, PDECat y La Crida) que por no saber no saben con qué nombre se presentarán (si con las marcas viejas o en un nuevo batiburrillo de siglas) si lo harán por separado o si se unirán bajo un mismo paraguas. O si, para más inri, se desangrarán con alguna escisión por el ala más moderada y menos independentista.
Con tanta combinatoria posible es plausible que no se comozcan ni las iniciales ni el perfil del candidato. Es de cajón que Torra no optará a la relección, pero no se descarta repescar a viejas glorias, como el fugado Carles Puigdemont, que siempre supone un buen golpe de efecto de número 1, o el ínclito Artur Mas, el mesías de ese fiasco llamado Procés y que el próximo 23 de febrero finaliza su pena de inhabilitación. Recolocar como cabeza de lista a Puigdemont tiene una fuerte carga simbólica (es el “legítimo” President en el exilio) pero también tiene gato encerrado pues, aunque resulte elegido, no renunciará a su acta de eurodiputado para no perder su actual inmunidad parlamentaria. Además, si el fugado perdiera en el cuerpo a cuerpo con ERC, su imagen de líder indiscutible de la patria rodaría por el terraplén
Un retrato robot con tres requisitos
Desde el PDeCAT tratan de trazar un retrato robot de su candidato en base a tres componentes inseparables: debe estar capacitado para ser President, debe tener el coraje suficiente para ser el vicepresidente si ERC gana las elecciones y necesita los votos neoconvergentes para gobernar, y deber tener las agallas de saber estar en la oposición sin perder la compostura, en el caso de que gane ERC pero los republicanos prefieran explorar otras fórmulas de gobierno con comunes y socialistas, por ejemplo.
El elenco de opositores al trono de Torra es amplio. Suenan el conseller de Políticas Digitales, Jordi Puigneró; el conseller de Territorio, Damià Calvet; la consellera de Empresa, Àngels Chacón; la concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi (aunque ella en principio se haya autodescartado) y la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas (una de las que despierta más simpatías). Al quinteto hay que añadir a la favorita de Quim Torra: la portavoz de JxCat en el Congreso de los Diputados, Laura Borràs.
Para acabarlo de adobar, en mitad de este galimatías de postulantes y de postulados, no hay que descartar que el sector más moderado, más alejado de la vía unilateral y más próximo al catalanismo de toda la vida (representado por la figura de Marta Pascal) se acabe escindiendo de la masa madre y se presente a las elecciones en solitario o en compañía de otros. Una ruptura que Mas quiere evitar a cualquier precio, aunque sea a costa de cargar él mismo a sus espaldas con la pesada cruz de ser la cabeza de cartel.
Lledoners ha elegido a Pere Aragonès
En materia de candidatos, los republicanos lo tienen más claro que los neoconvergentes: les gustaría que fuera el encarcelado Oriol Junqueras, pero se conforman con que los lidere Pere Aragonès. Para que no se diga que ERC no se apunta al enreda que da gusto, el vicepresidente también anda diciendo con la boca pequeña que aún no hay nada decidido, aunque su jefe Junqueras lo haya bendecido desde Lledoners. Pero son ganas de marear la perdiz cuando ya se tiene la cazuela al fuego
De la CUP se sabe poco. Todavía no hay nada en el orden del día. Habrá que esperar a su postrera asamblea para que salga en hombros el candidato que la dirección de los radicales haya escogido de antemano, sea cual sea, porque no se ha filtrado aún ningún nombre con más papeletas. Aunque en el caso concreto de los anticapitalistas, el hábito no hace al monje, así que el aspirante a President pesará menos que la marca en la cartelería.
A los tres de la estelada de siempre (o de un tiempo a esta parte) les ha salido un cuarto contrincante: la plataforma Primàries Catalunya de Jordi Graupera, quien debutó como alcaldable por Barcelona en las últimas elecciones municipales pero se quedó por el camino en la Generales (no consiguió las firmas suficientes). Graupera (que no optará a President) tiene detrás el megáfono y toda la estructura de la ANC, que le ilumina el camino de la unilateralidad hacia la independencia, por si ERC y JxCat se le despistan. Primàries prevé decidir si concurre el a las autonómicas el próximo 7 marzo y también si se aviene a pactar y presentarse en coalición con alguna otra formación.
La unilatelidad que une
Uno de los compañeros de baile ideales de Primàries, si al final se presentan a la fiesta, serían los Demòcrates que lidera Toni Castellà y que en su congreso de finales de marzo posiblemente harán público que deshacen su alianza estratégica con ERC. Rompen el lazo porque creen que los republicanos se han vuelto demasiado blandos aupando a Sánchez a la Moncloa y abriendo una vía de diálogo con el PSOE. Los de Castellà -que a priori cuenta con reeditar su hasta ahora indiscutible liderazgo en Demòcrates- apuestan por una unilateriladad sin matices ni claroscuros, muy en la línea de lo que pregona Graupera, lo que los convierte en socios naturales.
A este dueto Primàries-Demòcrates podrían sumarse los rescoldos de Solidaritat Catalana per la Independencia (SI), que siguen soñando con la misma intensidad con una incontestable ruptura con España que con recuperar el botín de cuatro diputados en el Parlament del que hizo acopio su padre fundador, Joan Laporta, en 2010. Los tres -Primàries, Demòcrates y Solidaritat- podrían bajar a la arena electoral por separado, pero si lo hacen en cuadrilla tienen muchos más números para rascar algo con forma de escaño en el escrutinio final.
En la parrilla de salida separatista podría haber hasta un séptimo bólido: el partido de tintes xenófobos Front Nacional de Catalunya, que consiguió un concejal en Ripoll el año pasado. Es más, en un esprint de última hora, el presidente de Catalunya Acció, Santiago Espot, ha decidio dar un paso al frente en loor del independentismo más irreductible y ha anunciado que se presentará a las elecciones catalanas encabezando su propio partido Força Catalunya (FC), según ha informado El Món.
Iceta y Garriga ya están en la 'pole position'
El espacio constitucionalista bebe las mismas aguas revueltas de la indefinición que sus antónimos independentistas. Solo el PSC se escapa de las especulaciones. Y Vox, que también va por libre y con Ignacio Garriga en la pole position. Casualmente los dos que más crecen en proyección de voto. Los socialistas tienen claro que Miquel Iceta volverá a bailar en el podio del número 1 de la lista. Y esta vez con mejores expectativas que en 2015, pues espera captar parte del voto perdido que se embolsó Arrimadas el 21D y convertirse en el referente del constitucionalismo.
Muchos menos nítido lo ven Ciudadanos y el PP, quienes a día de hoy siguen desojando la margarita de Cataluña Suma (o Mejor Unidos) sin que ninguno de los dos de su brazo a torcer. En menos de un mes las dos formaciones de centro-derecha han pasado del romance -anunciado por la propia Arrimadas en versión catalana, vasca y gallega- al desapego de Feijoo (que rompe la ecuación de tercer grado) y a darse codazos por si el líder debe ser de color naranja o azul.
Los puntos de desencuentro entre Cs y PP son tantos o más que los de encuentro ideológico constitucionalista. Los naranjas han decidido en unas primarias que quieren que su candidata a la Generalitat sea la portavoz en el Parlament, Lorena Roldán, pero en las últimas semanas ha sonado con fuerza el nombre del diputado de Cs Nacho Martín Blanco, más próximo al jefe de la oposición, Carlos Carrizosa, que la propia Roldán. Y luego están los críticos.
Martín era el candidato preferido por el PP, en el supuesto de que se consumara el abrazo de Cataluña Suma, pero los populares acaban de dar un giro de 180 grados y ahora defienden que la alianza (de haberla) debería liderarla su presidente, Alejandro Fernández, porque es el más carismático y conocido de entre los políticos de ambas formaciones. Aunque los conservadores tengan actualmente menor representación parlamentaria que los liberales.
El tema del peso específico de naranjas u azules dentro de una hipotética convergencia es otro de los puntos de fricción. Las encuestas pronostican una caída sin parangón de Cs (que pasaría de los actuales 36 diputados en el Parlament a 12) y un ascenso del PP (que subiría de 4 a 8 escaños), lo que situaría los resultados de ambos partidos en una situación próxima a la paridad. Ciudadanos sostiene que en el reparto de puestos y posiciones en las listas de una entente deben primar los 36 diputados de Arrimadas mientras que el PP defiende que el reparto debe hacerse en base al escenario que dibujan los sondeos. La noche y el día.
Sin noticias de la transversalidad
Nada de lo que concierne a Cataluña Suma es nítido. Se ha hablado mucho de que la fórmula esta concebida como una adición transversal en la que tendrían cabida más sensibilidades, como los socialdemócratas o los socialistas descontentos con el acercamiento de Pedro Sánchez a ERC junto a los candidatos independientes y de la sociedad civil. Pero una transversalidad entendida, sobre todo, para encauzar las sinergias de la plataforma Barcelona pel Canvi de Manuel Valls, interrumpidas tras las municipales de Barcelona por el respaldo de Valls a la lista de Colau que frenó el nombramiento de un alcalde independentista: Ernest Maragall (ERC).
Pero nada de lo previsto o de lo posible germina. Desde la formación del exprimer ministro francés no tienen decidido tampoco si presentarse a las elecciones autonómicas y menos aún si lo harán en solitario, o dentro de Cataluña Suma, o de la mano de los desertores tras un teórico cisma en Ciudadanos por la izquierda (los críticos de diferentes raleas aunados como Ciudadanos Eres Tú y que exigen mayor democracia interna y más poder paras las ejecutivas territoriales en detrimento de la Ejecutiva Nacional. Una amenaza de fraccionamiento que podría tomar cuerpo después de la asamblea general de la formación naranja del próximo mes de marzo. Tampoco abre demasiado la boca la sociedad civil. Todos esperan acontecimientos.
Es un calco de lo que se fragua en el espectro del catalanismo moderado y centrista que tiene en La Lliga y Lliures a sus dos primeras espadas. El 27 de marzo está previsto que las dos formaciones desgranadas de la vieja CiU formalicen su unión en un congreso fundacional. Las nupcias serán la plataforma de lanzamiento de su cohete electoral (aún sin bautizar) que espera alunizar y montar su base operativa en el desierto planeta del centro político, manteniendo la equidistancia entre los satélites independentistas y los constitucionalistas.
Volver al debate de izquierda versus derecha
Su objetivo es desempolvar del baúl de los recuerdos estelares el manido debate ideológico de la derecha versus la izquierda, a día de hoy pulverizado por el rodillo del procés. Así, quieren poner en su sedal el cebo de la subida de impuestos, los ataques a la escuela concertada y el decreto del alquiler del Govern que de facto legaliza la okupación porque podría hacer picar a mucho neoconvergente que desedeña de este tipo de políticas tan izquierdistas.
La Lliga y Lliures quieren pescar especialmente en el lago de los votantes de Cs que se están quedando huérfanos de referente político y que son un caladero que amenaza con sumergirse en masa a la abstención, lo que es sinónimo de quedarse en casa viendo la tele el día de los comicios. Según un sondeo que maneja la propia Lliga, los de Lorena Roldán solo retendrían un 20% de los votantes cautivados por Inés y Rivera el 21D. Un 15% de los naranjas infieles se pasarían al PSC (o volverían a él), un 10% engordarían los guarismos de PP y Vox, y hasta un 40% (casi la mitad) colgarían las botas y lanzarían las papeletas al contenedor del reciclaje de papel. Los datos concuerdan con los obtenidos por el Gesop en febrero y que solo atribuyen un 34% de fidelidad a los electores de Cs frente al 70% del resto (excluido el PP que reduce su índice al 34%).
Pero solo con los votos filtrados desde Cs no le bastan a La Lliga-Lliures para conquistar el indómito territorio central. Por eso están desplegando sus cantos de sirenas en la puerta de los desahuciados de la nueva convergencia que no comulgan con las ruedas de molino del procés, o que son de un catalanismo moderado y asumible para un exvotante de Cs, como Carles Campuzano o Marta Pascal. También le hacen guiños a la denominada Plataforma de Poblet e incluso a la Barcelona pel Canvi de Valls y Eva Parera. Y por último , a los de la desaparecida Unió recauchutada como Units per Avançar, que actualmente está coaligado con los socialistas.
Alto al fuego entre Torra y el catalanismo
Las maniobras de esta panacea ideológica fronteriza no molestan por el momento ni a uno ni a otro extremo del arco parlamentario y mientras, van haciendo. Hasta el mismísimo Torra no tiene a los catalanistas en su punto de mira y les deja el campo libre, con el convencimiento de que si no se entrometen en sus asuntos, con este alto al fuego JxCat tendrá tiempo suficiente de rearmarse y con un mayor calado separatista. Pero aunque el escenario parece propicio para atrapar un buen botín en las urnas, La Lliga y Lliures tienen serios problemas de financiación y todavía no ha apostado por un líder claro.
El capítulo de los que no tienen candidato ni marcas fijas pero sí un ideario tan particular como volátil (ni son independentistas ni dejan de serlo) lo cierran los comunes. La formación que lidera Ada Colau, como adlátere de Pablo Iglesias, (y que lo mismo se llama En Comú Podem que Catalunya En Comú Podem) está a punto de iniciar un proceso de primarias para designar a su presidenciable, cuyo nombre está previsto anunciar el 29 de febrero. La elaboración de la lista electoral será compleja porque deberá pactarse entre En Comú y Podem haciendo un complejo encaje de bolillo que contente a las variopínticas sensibilidades populismo. No obstante, la candidata de los comunes es Jessica Albiach y por lo tanto la que tiene más números de llevarse el gato al agua.
Las piezas están, los peones están, el tablero está, muchas estrategias están y las reglas del juego están. Solo hace falta que Torra apriete el botón ponga la maquinaria en marcha ¡Y a votar! (Un día de estos).