Después de los acontecimientos de estos dos días, escribo este articulo con una profunda tristeza y una rabia máxima. Triste por como una tierra prospera camina hacia una decadencia económica y moral imparable con riesgo cierto de confrontación civil. Triste, por ver como se ha generado odio en la sociedad. Con rabia porque ello ha sido posible por un cumulo casi infinito de deslealtades, renuncias, ambiciones e intereses bastardos. Que nadie se lleve a engaño, lo que pasa en Cataluña es el resultado de cuarenta años de adoctrinamiento y agitación y propaganda realizada a conciencia por supremacistas xenófobos, Pujol, Barrera, Torra, Puigdemont, e irresponsables engreídos como Mas y tontos útiles como Montilla. Con la complicidad culpable de todos los presidentes españoles desde Felipe González a Sánchez, pasando por Aznar, Zapatero o Rajoy, que prefirieron la comodidad del laissez-faire, la confortabilidad del poder y el dinero, a afrontar un problema que sabían que acabaría estallando. A los que denunciamos la deriva de nuestra tierra se nos margino, se nos insulto, se nos califico de fascistas o enemigos de Cataluña, o, los más amables, de hiperventilados o exagerados. Rabia porque un país con un índice de bienestar envidiable se desangra por la inmoralidad de sus dirigentes. Corruptos y, lo que es mucho peor, cínicos e incompetentes. Tarradellas lo advirtió en 1980, y todos prefirieron ignorarlo.
Estamos asistiendo a un golpe de estado coordinado desde las instituciones, coreado desde la televisión y la radio públicas
Los nacionalistas llevan muchos años utilizando el poder exclusivamente para construir una realidad nacional a su medida, basada en la coacción a los disidentes, la compra de voluntades de los acomodaticios, y la ingeniería social. La democracia hace muchos años que esta herida de muerte en Cataluña, ante la indiferencia general. Lo acaecido en los últimos años es incomprensible en cualquier país que tenga un mínimo de autoestima. Lejos de parar el golpe, de combatirlo, se ha permitido que los nacionalistas actuarán a sus anchas sin oposición alguna. La editorial única ya fue un síntoma inequívoco de una sociedad gangrenada, de un oasis basado en la corrupción y la omertá. Porqué lo que pasa ha contado con la colaboración necesaria de buena parte de la clase dirigente catalana. Desde empresarios a sindicalistas pasando por, financieros, intelectuales y medios de comunicación. El presupuesto de la Generalitat ha sido un arma de destrucción masiva.
Que un presidente de la Generalitat que alienta la violencia no sea destituido inmediatamente, que utilice el poder que le da la Constitución para fomentar la confrontación con España y la ruptura de la sociedad catalana, sin importarle un rábano los intereses objetivos de la mayoría, sólo se entiende por la lenidad de los gobernantes españoles. Estamos asistiendo a un golpe de estado coordinado desde las instituciones, coreado desde la televisión y la radio públicas, con el inestimable apoyo de los medios subvencionados, voceado por personajes que se enriquecen con el dinero de todos y que mientras preparan el golpe y convierten Cataluña en su coto privado, siguen haciendo pingues negocios en el resto de España.
Ante esta situación no caben paños calientes. Ni negociaciones, ni pactos. Es la hora de actuar, intervenir la Generalitat y cerrar TV3 y Catalunya radio. Si no se hace, y no parecen muy dispuestos a hacerlo, los gobernantes españoles tendrán sobre su conciencia haber permitido no sólo la ruptura de España sino, lo más grave para los catalanes, la responsabilidad de la confrontación civil. Y si se consuma la independencia, ahora, o más adelante si no se actúa con contundencia, se instaurará en Cataluña una República totalitaria única, forma de mantener el poder los secesionistas en una sociedad dividida y con, seguro, graves dificultades económicas.