El procés agoniza. Se acabaron las movilizaciones masivas. Ya hace días que ocurre, pero la violencia tras la sentencia disimuló lo evidente. La existencia de presos mantiene una mínima llama. Solo los más radicales salen a la calle para protagonizar incidentes violentos, expresión de su frustración e impotencia. El día que se aplique a los presos el tercer grado y puedan salir de la cárcel, los responsables del desaguisado tendrán que dar explicaciones, enfrentarse a los suyos, a quienes han creído sus mentiras, a los que han engañado. En estas circunstancias, el PSOE no puede darles un balón de oxígeno por alcanzar el poder a cualquier precio. Si lo hace, será responsable de que, en vez de firmarse el armisticio, los independentistas consigan una tregua que pueda enmascarar su derrota y les permita lamerse las heridas desde la confortabilidad del poder, de más recursos, de más impunidad. No es de recibo entregarles el poder judicial o el aeropuerto de Barcelona como trofeos que puedan exhibir. Nunca han creído en la independencia, siempre han buscado poder, dinero e impunidad. De hecho en los momentos claves su principal preocupación ha sido no perder el pájaro en mano de la autonomía.
Solo los más radicales salen a la calle para protagonizar incidentes violentos, expresión de su frustración e impotencia
La responsabilidad del PSOE es alta. El PP debe ofrecer su abstención. Ciudadanos, el voto favorable. Y, si Sánchez rechaza el ofrecimiento, habrá elegido por voluntad propia y no valdrán las excusas. Es el momento de cerrar una etapa. De hacerlo en condiciones. Aunque en Cataluña el régimen quiera perpetuarse con el apoyo de los poderes fácticos de siempre. Los equidistantes que siempre han estado al lado del régimen nacionalista y continúan blanqueando a xenófobos y amparadores de la violencia. Eso sí, sin despeinarse y con aires de superioridad moral. Sería hora de que aprendieran que su razonamiento, el de no conseguiremos la independencia pero sacaremos una buena tajada, no les va a funcionar. No soy optimista, pero la era del silencio resignado ya ha pasado.