El excomisario José Manuel Villarejo ha remitido desde prisión un extenso escrito al juez de la Audiencia Nacional que investiga sus actividades. Entre otras cosas, el polémico mando incluye detalles y nombres sobre reuniones en las que muestra cómo el Gobierno de Mariano Rajoy le ordenó investigar al independentismo en Cataluña y también a la amiga íntima del rey emérito Corinna Larsen.
Villarejo aborda sus últimos años en esta nueva comunicación firmada el 21 de mayo desde la cárcel de Estremera a la que ha tenido acceso Vozpópuli. En ella cita en varias ocasiones al exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, número dos del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz durante el último gobierno del PP. Relata cómo en agosto de 2014 le planteó su jubilación anticipada, pero este alto cargo del Ministerio no se la aceptó. Consultado a este respecto, el exsecretario de Estado de Seguridad ha eludido valorar estas declaraciones que enmarca en informaciones falsas.
“Con ocasión de un encuentro que en agosto de 2014 mantuve con Francisco Martínez, le manifesté mi decisión de adelantar mi jubilación alegando que esta tensión al final perjudicaría al Gobierno”, cuenta el excomisario en la carta. Se refiere a la tensión que ya por entonces mantenía con el máximo responsable del CNI, Félix Sanz Roldán, a quien Villarejo culpa siempre de todos sus males, incluso de su detención por la que está preso desde noviembre de 2017.
Los encargos de Interior
“Lejos de aceptarla (la jubilación) el secretario de Estado me convenció para que siguiera adelante ya que graves problemas como el separatismo y el terrorismo internacional amenazaban a España y necesitaba que siguiera trabajando en muchos campos”, dice Villarejo, quien insiste en su versión de que era un servidor de España y que todas sus actividades estuvieron siempre respaldadas por los máximos responsables de la seguridad.
Villarejo en su carta dispara contra todo y contra todos. Acusa a la Fiscalía de tener un grupo de una veintena de fiscales fieles a Sanz Roldán, insinúa que han intentado envenenarle en la cárcel, enumera sus trabajos a lo largo de los años y, sin embargo, elude la operación Kitchen en la que se le investiga si robó al extesorero del PP Luis Bárcenas información comprometedora para el partido.
Uno de los policías que tenía una estrecha relación con él era Enrique García Castaño, quien ya ha declarado ante el juez García Castellón haber participado en aquellos trabajos ahora bajo el foco de la Audiencia Nacional. De hecho, García Castaño, más conocido como El Gordo, ha involucrado al secretario de Estado al situarle como el receptor de alguna de las informaciones robadas al extesorero.
En la misiva Vllarejo vuelve a citar al número dos de Interior durante el Gobierno de Rajoy: “Con tono de confidencialidad me llegó a confirmar que en breve me encargarían una misión que afectaría a las más altas instancias del Estado (...) Efectivamente, poco tiempo después, recibí el encargo oficial de ganarme la confianza de la princesa Corinna para así poder recuperar una documentación especialmente sensible que se encontraba en su poder”.
Según cuenta al juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, “a tal fin” le ordenaron entrevistarse en la sede central del CNI hasta en “tres ocasiones” para darle “instrucciones al respecto”. Hace ahora un año, se difundió el contenido de una conversación entre el excomisario y la ex amiga del rey emérito. La mujer decía que el jefe del Estado la había usado como testaferro para hacerse con una finca en Marruecos o que tenía cuentas en Suiza a nombre de su primo. También relató el cobro de comisiones en la negociación de la adjudicación del contrato del AVE a La Meca.
Intervención de Rajoy
En relación a su enfrentamiento con Sanz Roldán, Villarejo recuerda que el secretario de Estado de Seguridad le dijo que no iría a más y con ese objetivo había intervenido el propio presidente del Gobierno: “Me garantizó (Francisco Martínez) que se arreglaría ya que incluso el presidente Rajoy le había pedido superar las diferencias organizando incluso un desayuno al que por cierto jamás acudió (Sanz Roldán), sin importarle incumplir esta orden”.
Villarejo traza al magistrado desde la cárcel de Estremera un dibujo del complejo mapa de lealtades y enemistades de aquel Ministerio en el que se puenteaban unos a otros. Según su versión, el director del CNI “manejaba a su antojo a la vicepresidenta” Saénz de Santamaría.
A partir de ahí, la vicepresidenta utilizaba a su jefa de gabinete, María Picó, para manejar al secretario de Estado de Interior que, al haberle nombrado, a su vez manejaba al director de la Policía Ignacio Cosidó. “El secretario de Estado, que se sentía con formación superior al ministro, aspiraba a sucederle, de ahí que no le informaba las veces que el presidente del Gobierno le consultaba directamente, ni cuando le llamaba a Moncloa para temas personales (...) Francisco Martínez quiso jugar a tener dos sillas y al final se quedó sin lugar donde sentarse”.