España

El PP promete otorgar más poderes al Banco de España

Soraya Sáenz de Santamaría se negó ayer a hablar en calidad de vicepresidenta del Gobierno durante un almuerzo informativo organizado por Europa Press. A pesar de que un periodista se dirigió a ella en esos términos, puntualizó que sólo podía hablar como portavoz del Grupo Popular en el Congreso a pesar de que la multitudinaria asistencia reforzaba la sensación de que Santamaría está llamada a ocupar un puesto muy destacable en el nuevo organigrama ministerial en caso de que el PP gane el 20-N.

Soraya Sáenz de Santamaría se negó ayer a hablar en calidad de vicepresidenta del Gobierno durante un almuerzo informativo organizado por Europa Press. A pesar de que un periodista se dirigió a ella en esos términos, puntualizó que sólo podía hablar como portavoz del Grupo Popular en el Congreso a pesar de que la multitudinaria asistencia reforzaba la sensación de que Santamaría está llamada a ocupar un puesto muy destacable en el nuevo organigrama ministerial en caso de que el PP gane el 20-N.

Representantes del mundo empresarial y económico, amén de un buen puñado de embajadores acudieron a escuchar a una de las colaboradoras más estrechas del líder popular, Mariano Rajoy. Y ella se despachó con un discurso de fuerte contenido económico en el que defendió la unidad de mercado, la reforma del marco de relaciones laborales al objeto de facilitar la contratación, puso sobre la mesa un pacto de austeridad, aseveró que las pensiones recuperarán su poder adquisitivo y cortó el debate en torno a las prestaciones por desempleo con la afirmación tajante de que no las tocarán si alcanzan el poder.

Además,  anunció que "resulta inaplazable un cambio en el Banco de España". El objetivo de dicha reforma es mejorar la labor supervisora, la capacitación técnica y la experiencia  de un órgano actualmente cuestionado con su gobernador al frente, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. El escándalo de las indemnizaciones y prejubilaciones millonarias de los ejecutivos de las cajas intervenidas como la CAM o Novocaixagalicia le ha colocado en el disparadero. Santamaría calificó de "inadmisible" la actuación de dichos directivos y exigió al gobernador "que diga si las conocía".

 Santamaría apeló a la responsabilidad de todos ante el temor, que comparte buena parte de su partido, de que esta sea la legislatura de la conflcitividad social siguiendo la estela de las huelgas y manifestaciones del sector educativo público en Madrid. "Todos debemos estar a la altura de las circunstancias" dijo la dirigente popular que admitió que "no se puede gustar a todos, pero gobernaremos para todos".

Con la lección económica bien aprendida no pudo evitar, sin embargo, que los comentarios de pasillos estuvieran más centrados en la composición de un posible gobierno popular, del que Rajoy no ha querido dar ni una pista o en los cabeza de lista que esa misma noche se cerraban en la sede de la calle Génova. Incluso, durante el desayuno se le interrogó si creía que en ese salón del hotel Villamagna estaba el futuro responsable de las cuentas de nuestro país. La portavoz puso cara de que aquello no iba con ella y se aferró a eso tan conocido de que un jefe del Ejecutivo tiene dos potestades exclusivas: disolver Cortes y nombrar su equipo.

De este modo consiguió que muchos se fueran con las ganas de confirmar si ella será la número dos del Ejecutivo y quién será su compañero de vicepresidencia. Para evitar preguntas comprometedoras, también el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, --presente en el desayuno junto a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre--, optó por salir corriendo en cuanto terminó la intervención de Santamaría. Desde el PP le dan como seguro en la lista madrileña así como en el Ejecutivo. Hay quien le ve también como un posible vicepresidente político y magnífico portavoz, otros lo sitúan al frente de ministerios inversores como el de Fomento, aunque no tenga demasiado margen de maniobra presupuestario.

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